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SARA L. DE PARIZA e itsaso álvarez
Domingo, 4 de julio 2021, 02:10
Aunque no ha sido el colectivo más golpeado por la pandemia, los jóvenes son el centro de todas las miradas. Las fiestas en viajes de ... estudios como las de Mallorca y los botellones en ciudades y pueblos, un riesgo para la expansión del virus, copan la atención. A esta generación que se ha visto doblemente sacudida en un breve espacio de tiempo por la reciente crisis económica primero y la pandemia ahora se le tacha de irresponsable, egoísta e insolidaria, y se vuelve al cliché de que las generaciones anteriores no eran así. Pronto se ha olvidado que, en el confinamiento, muchos jóvenes ayudaron a grupos vulnerables como las personas mayores llevándoles a sus casas comida y fármacos, entre otras iniciativas. Y tampoco parece conmover la situación postpandemia que van a tener que afrontar, con una tasa de paro del 40% en los menores de 25 años, un abandono escolar del 17% y difícil acceso a la vivienda.
Cuando el escenario ya era malo antes para ellos. Hace años que se mueven en un contexto de precariedad en el ámbito laboral y en un sistema económico que los tiene arrinconados hasta los 30 o 35 años. Y esto sucede a los que están preparados y bien formados, porque los que no lo están lo tienen peor. Estudios y advertencias de expertos apuntan en la misma dirección: para los más jóvenes la pandemia ha supuesto una catástrofe educativa, laboral, económica, social y psicológica, de cuyas consecuencias tendremos noticia. Pero, claro, los botellones y fiestas callejeras hacen más ruido que el daño mental, la pérdida de ingresos o el despertar sexual cuando no puedes relacionarte con normalidad, y también más que los malos comportamientos adultos en bares atestados o en fiestas particulares. Hay irresponsables entre los más jóvenes, ellos no lo niegan, pero «somos más los que tenemos dos dedos de frente», aseguran.
Mikel Martínez | 18 años
Mikel Martínez acaba de regresar de una semana de vacaciones con seis amigos en Salou. Ha sido testigo en primera persona de cómo las restricciones se relajan en determinados entornos y los más jóvenes se saltan las normas, mientras algunos miran para otro lado. «Nosotros también hemos salido a tomar algo, claro, pero siempre sentados en nuestra mesa y cumpliendo con las restricciones. Hay planes menos arriesgados, al final eres tú el que eliges. No todo es desfasar», reflexiona este joven de 18 años, ya exalumno de San Viator. Admite que en algunas ocasiones sí se ha sentido señalado por el único hecho ser joven, pero no cree que toda la sociedad les tenga en el punto de mira. «Creo que no es algo que piense la sociedad en general, que los jóvenes seamos todos irresponsables. Aunque sí que es verdad que con algunos titulares que hemos visto se da a entender eso...», comparte.
Respecto a las fiestas posteriores a la Selectividad, cree que «es imposible pensar que después de un año los jóvenes no vayamos a salir a celebrar», pero el problema está en hacerlo sin control. En su caso, la celebración de la graduación la hicieron en un local con mucha seguridad. «Creo que ellos son los primeros interesados en que se cumplan las normas para que no les cierren», asegura. Lo cierto es que en Vitoria no se han visto imágenes de macrobotellones como en otros puntos de la geografía vasca. «El resto del verano será tranquilo para mí», concluye Mikel, que el curso que viene comenzará en la Universidad de Groningen (Holanda) la carrera de Física.
Eunate Salvador | 20 años
Eunate Salvador no se siente para nada identificada con los jóvenes que estos días copan titulares por sus actitudes injustificables. «He visto lo que ha pasado en Mallorca y me parece una actitud totalmente irresponsable. Por parte de los chavales pero también por parte de las agencias que organizan esos viajes. Porque está claro que si se les ofrece, cuesta mucho que los jóvenes digan que no», comparte esta chica de 20 años. «No entiendo que se permitan esas situaciones de aglomeraciones y sin mascarillas. A mí no se me pasa por la cabeza ir a macrobotellones o grandes fiestas en estos momentos en los que todavía estamos en una pandemia», añade esta voluntaria que trabaja con niños en un programa de apoyo escolar.
Estar en su día a día con menores también le ha hecho cuidarse más. «Me he cuidado, y en vez de bajarme al bar algún día si sabía que iba a haber mucha gente he preferido quedarme en casa o irme al parque a dar una vuelta porque sé que allí voy a estar sola», narra. «Me da rabia que nos metan a todos en el mismo saco porque también hay mucha gente que somos responsables y no salimos en las noticias». Eunate es alumna de Enfermería y por eso ya está vacunada. También cree que haber estado en primera línea en un hospital ha hecho que sea más consciente de los peligros. «He visto las secuelas que deja el virus, el tener que estar meses ingresados... y no quiero que me pase. Por eso, antes de llegar a eso, prefiero llevar siempre la mascarilla y mantener mi grupo burbuja con el que he estado durante todo el año», concluye.
Elena García | 20 años
«A veces, oyes comentarios sobre los jóvenes y piensas: 'yo soy así'. Nos meten a todos en el mismo saco y no somos todos igual», asegura tajante Elena García. «También hay personas jóvenes que cumplimos las normas», agrega esta estudiante de Filología Clásica de 20 años. Está al corriente de lo que ha ocurrido en Mallorca, de los macrobotellones y de las fiestas ilegales con aglomeraciones y sin mascarillas, pero para nada se ve reflejada en ninguna de esas situaciones. Todavía no está vacunada y ni se le ha pasado por la cabeza que deba estarlo por su edad. «Ni sabía que hay jóvenes que han ido a Francia a vacunarse», confiesa preguntada por la decisión de algunos vascos hace unas semanas de cruzar la frontera para recibir el pinchazo.
Este verano todavía marcado por la pandemia va a ser de planes cercanos para Elena. «Nos vamos cinco compañeras de la uni a casa de los abuelos de una de ellas en Asturias, a un pueblecito al lado de Villaviciosa. Somos el grupo de amigas que hemos estado durante todo el curso», explica esta vitoriana risueña. El plan es tranquilo y sobre todo, diurno, huyendo de peligros cuando los casos comienzan a aumentar en su franja de edad. «Iremos al monte y a ver algunos paisajes que nos han dicho que son muy bonitos por aquí cerca. Lo que vaya surgiendo», traslada Elena. El resto del verano está todavía un poco en el aire, pero sí está entre sus planes hacer un voluntariado en Orduña. «Van a reformar un monasterio y viene un grupo de Madrid, la primera quincena de julio. Yo me sumaré a lo que organicen».
Urtzi Martínez de Antoñana | 18 años
Urtzi Martínez de Antoñana no comprende las imágenes que en los últimos días se han visto de Mallorca y otras celebraciones ilegales. «Son actitudes que están mal. Creo que con esas cosas hay que tener mucho cuidado y tacto. Todos tenemos ganas de disfrutar, pero se puede hacer cumpliendo las normas», asegura este joven de 18 años. Él mismo ha salido de noche con amigos a algún local, «pero sin levantarnos de nuestra mesa y con la mascarilla», aclara. Y es que aunque ya no sea obligatoria al aire libre, tanto él como sus amigos prefieren mantenerla aunque estén en espacios abiertos. Admite que en varias ocasiones sí que se ha sentido señalado solo por su edad como culpable del repunte de los contagios. Coincide con otros entrevistados para este artículo. «Se nos mete a todos en el mismo saco y se tiende a desconfiar de nosotros, es algo injusto. Porque quien habla en general no sabe cómo soy yo, lo que hago ni cómo me comporto», traslada.
Este verano será calmado para él, lo pasará a caballo entre Vitoria y sus dos pueblos, donde compartirá tiempo con sus amigos y familia. En septiembre comenzará a estudiar un Grado Medio de Técnico en Emergencias Sanitarias. Y, mientras, continúa con su labor de voluntariado en Cruz Roja. «Me dedico a hacer llamadas a personas mayores que están solas, simplemente para charlar un rato con ellas. Y los sábados hago acompañamiento a abuelos, salimos a dar un paseo, a tomar un café...», narra este joven, claro ejemplo de que no todos los de su grupo de edad son irresponsables.
Aitor Morgado | 19 años
Aitor Morgado y su cuadrilla han optado este verano por un destino cercano para pasar unos días. «Alquilamos una casa en Llanes. Estuvimos en los lagos de Covadonga, haciendo el descenso del Sella y de ruta por algunas playas. Sobre todo planes de día», explica. En su caso, nada de grandes fiestas ni macrobotellones. «No nos hemos juntado con nadie. Sí que hemos salido a cenar algún día y a tomar algo pero siempre el mismo grupo», aclara este joven vitoriano de 19 años. Con su familia ha estado algunos días en La Rioja en un ambiente de relax y descansando. El verano libre se acaba para él este mismo lunes. «Empiezo a trabajar en el hospital psiquiátrico y estaré hasta septiembre», cuenta este auxiliar de enfermería, que también ha realizado prácticas como técnico de rayos.
Admite que muchas veces sí que se ha sentido señalado y ha tenido la sensación de que los jóvenes eran vistos por la sociedad como un grupo homogéneo tratado de irresponsable. «En prácticas me decían muchas veces que tuviera muchísimo cuidado y que no hiciera como los demás jóvenes. Llegaba a ser repetitivo», confiesa Aitor. En su caso, al ser personal sanitario, ya se encuentra inoculado, algo que no se traduce en barra libre para mantener conductas irresponsables. «Deberíamos haber hecho este año la graduación del Grado Superior pero decidimos dejarla para más adelante, para cuando las cosas estén más calmadas. Quizás en eso los sanitarios sí que estamos más concienciados a pesar de ser jóvenes. Lo hemos vivido en primera persona».
Paula Tarela | 21 años
«La pandemia es algo difícil para todos. Claro que hay jóvenes irresponsables, como también hay adultos, pero también somos muchos los jóvenes que tenemos conciencia», defiende Paula Tarela. «Hay opciones para disfrutar cumpliendo las normas y así lo estamos haciendo algunos», dice, molesta porque en demasiadas ocasiones se les introduzca a todos en el mismo saco. Paula ha finalizado recientemente el tercer curso de Magisterio y Pedagogía en la Universidad de Navarra, un año raro en el que no ha podido disfrutar al 100% de la vida universitaria y las relaciones sociales. Pero es algo que acepta con naturalidad. «Ha sido un año en el que me he tenido que amoldar a lo que tocaba. Siempre con mascarilla, en grupos reducidos, etcétera», enumera esta joven que ejerce como catequista en algunas parroquias de Vitoria.
Confiesa que le da «pena» que algunos adultos señalen a su generación como perdida y poco empática. «También hay cantidad de chavales que durante el confinamiento se dedicaron a llamar a personas mayores para charlar con ellas o hacer un seguimiento. O que pusieron en marcha iniciativas de apoyo para ayudarles a hacer la compra y otros cuestiones. Es importante recordar eso», traslada esta veinteañera, que pasó el covid en pleno estallido del virus, en marzo de 2020. Este verano trabajará como monitora en dos campamentos con niños en La Rioja y viajará hasta Barcelona con sus compañeras de la universidad. «Haremos un voluntariado y también planes culturales», cuenta la joven.
Asier Esnaola | 20 años
Asier Esnaola hace un llamamiento para que entre todos podamos alcanzar cuanto antes el final de esta pesadilla que ha sido la pandemia, dirigido en especial a sus iguales. «Estamos ya en la recta final de todo esto. Queda poco para que podamos recuperar la normalidad, así que no la fastidiemos ahora»,pide con la mente puesta en las imágenes de fiestas ilegales y otras actitudes irresponsables. «Hemos estado muchísimo tiempo encerrados y es normal que los jóvenes queramos salir y desfasar, pero por esperar un poco más no nos va a pasar nada», expone este joven pelotari de 20 años. «Hay que tener cabeza y pensar en todo lo que hemos pasado el último año, y en todas las personas que se han ido», añade.
Él nunca se ha sentido reflejado en las críticas generales a la juventud, pero sí ha tenido que escuchar varias veces que tenga cuidado cuando sale. «Aunque de fiesta como tal no he ido todavía. Suelo estar con mis amigos en 'Kutxi', pero siempre intentando cumplir las normas. Tampoco me entusiasma salir de fiesta con las restricciones actuales, prefiero esperar», traslada. El curso que viene empezará un Grado Superior de Actividades Físicas y Deportivas, pero antes tiene por delante un verano en el que trabajará como monitor en un gimnasio de la capital alavesa. «También me iré a Barcelona unos días con dos amigos en plan tranquilo», explica este exalumno de Egibide.
Valentina Santos | 18 años
«Algunas actitudes que estamos viendo de gente joven son una barbaridad. Como las imágenes que hemos visto de Mallorca y otras. No se entiende que todavía con los aforos limitados, las restricciones de reunión y el resto de medidas se permita ese descontrol», señala Valentina Santos Andrade. Ella misma reconoce que ha estado de fiesta -si se le puede llamar así- con amigos en locales de Vitoria, pero respetando las restricciones. «Las propias discotecas lo tienen muy controlado y nos controlan a nosotros. Tenemos que estar siempre en el mismo sitio y con mascarilla», explica esta joven de 18 años. Y es que a su edad, es difícil pedirle a cualquiera que se quede en casa después de más de un año sin prácticamente vida social. La cuestión es no olvidarse de las consecuencias que pueden tener determinados comportamientos, consecuencias que ya se están viendo con la subida de casos.
«Yo, por ejemplo, no estoy vacunada y no sé si nos adelantarán la vacunación. Pero esperaré a que me toque mi turno. Ni se me pasó por la cabeza irme a Francia como hicieron algunos». Este verano, sus planes pasan por cruzar la frontera a Portugal para pasar unos días acompañada de su familia y el resto lo pasará en Vitoria. «Tampoco está la cosa como para viajar mucho», sostiene esta estudiante de segundo de Bachillerato y monitora en el grupo de tiempo libre de Egibide.
David Maldonado | 25 años
«Hay que dar más valor a los jóvenes que lo hacemos bien, ya vale de resaltar las malas acciones. Los estudiantes de Mallorca han tenido una irresponsabilidad tremenda, está claro. Pero hay otro buen comportamiento de muchos otros que no se valora. Echo en falta gente que diga bien alto que también hay jóvenes que nos cuidamos y cuidamos a los nuestros. Pero no, lo fácil es juzgar a todos por igual».
David Maldonado, natural de Bilbao, ha vivido la desconfianza en sus carnes. «He salido con mis amigos a tomar algo en una terraza, un espacio abierto y permitido, y directamente hay personas que te miran mal porque tienes la mascarilla bajada, cuando en la mesa de al lado hay un grupo de adultos haciendo lo mismo. Creo que, por la situación que estamos viviendo, hay mucho miedo a todo, incluso a lo que es normal y lógico, como es bajarse la mascarilla para tomar algo. Hay que aceptar de una vez que hay espacios seguros para todos y en los que los jóvenes participamos de igual manera que el resto de la población».
Maldonado dice haberse llevado una sorpresa al saber que ha habido colegios e institutos que han organizado viajes de estudios. «¿Cómo es posible con la pandemia? Para mí, el viaje a Mallorca de este grupo no tenía que haberse hecho. Además, a una zona de tanto ambiente. Que lo hayan querido pasar bien es normal, pero no la manera ni el momento. Ya lo harán en unos meses», opina.
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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