Andrey Ivaskyuk, a la izquierda, junto a parte de los refugiados. J. Andrade

«Huimos de Ucrania a la carrera, entre bombas y disparos»

Vitoria acoge a los primeros 18 refugiados que dejan atrás sus vidas por culpa de la guerra. Sus caras escenificaban una visible fatiga y terror

Miércoles, 16 de marzo 2022, 00:28

'UU47'. Es el código de la pulsera que lleva desde hace una semana Sofiya amarrada a su muñeca. Se la colocaron cuando consiguió cruzar la frontera de Ucrania con Polonia. Un primer paso para terminar con la pesadilla de la guerra. Y ayer ya ... por fin esta joven de 17 años consiguió respirar tranquila. Llegó de madrugada junto a su familia a Vitoria y nos relata de su propia boca la dura historia que se esconde detrás de esos dígitos. «Huimos de casa –en Bucha, a escasos 4 kilómetros de Irpín– a la carrera, con una mochila y ya. En las casas las ventanas ya no tenían cristales, las bombas los habían reventado». Desde ellas contempló cómo las tropas Rusas se hacían con el control de las calles. Los disparos despoblaron de vida de esta ciudad.

Publicidad

No fue la única que consiguió dejar atrás el horror de la guerra. El albergue de la Fundación Catedral Santa María abrió sus puertas a los primeros refugiados procedentes de Ucrania que han llegado de la mano de la asociación Chernobil Euskadi. Estas 18 personas –mujeres y niños– permanecerán unos días en este punto –otra veintena fue a Bilbao– para intentar conciliar el sueño –las caras escenifican la fatiga el terror– y reponer fuerzas. Después continuarán su viaje hacia otros destinos, para juntarse con conocidos o familiares que les acojan hasta que termine el conflicto.

La joven Sofiya es la única del grupo que domina el español, cada año viene con su hermano, de 11 años, dentro del programa 'Pro Infancia Chernobyl'. El 5 de marzo el viaje era por la guerra. «Dejas atrás todo, tu casa, tu vida...». Incluso a sus seres queridos. «Mi abuelo no puede andar y se ha tenido que quedar allí. Y mis dos hermanos están luchando contra los Rusos». Apenadas, emprendieron el camino de seis duras horas a pie hasta llegar a Kiev, para después coger un tren que les acercaría hasta la frontera. «La situación no mejora. Es horrible, están acabando con nuestro país».

Ese grito de auxilio de la población despertó en Andrey Ivasyuk la obligación de tener que actuar. Desde hace ocho años vive en Málaga y varios compatriotas se juntaron para ir en coche hasta Ucrania. «Quería ayudar como fuese. Una voluntaria me dijo que estaban asistiendo en un centro comercial de Korczoway». Dentro se encontró un panorama que todavía le corta el aliento. «4.000 personas. No había como caminar entre ellas. Estábamos a unos 20 kilómetros de la frontera, se escuchaban las bombas», describe, mientras muestra una galería de imágenes.

Publicidad

«En mi vida he llorado tanto», confiesa, antes de emprender un nuevo viaje al mismo punto.«Llegaba mucha ayuda humanitaria desde España, también desde otros países», confirma. Y los autobuses abandonaban el lugar repletos. «La gente se orientaba por las banderas de los países que tenían». Este bus puso 36 horas después fin al horror en Vitoria.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad