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Álava despide los principales días festivos de Semana Santa instalada en la nueva zona roja. Tanto la provincia como la capital superaron hace días la barrera de los 400 casos por cada 100.000 habitantes, y ahí siguen, con peores tasas cada jornada en consonancia con el repunte de la pandemia que sufre Euskadi. Álava sumó el lunes 79 contagios en el día previo a que el Departamento de Salud renueve la lista de poblaciones y territorios que deben enfrentarse a las nuevas restricciones, que básicamente son tres: cierre perimetral, limitación a consumir en el interior de bares –solo podrá hacerse en horario de desayunos y comidas– y restricciones al deporte en lugares cerrados.
Lo que está claro es que a partir de este miércoles los alaveses no podremos salir de la provincia y que Vitoria se sumará a la 'lista roja' en la que hasta ahora solo han estado en la última semana Elvillar, Elciego, Iruña de Oca, Urkabustaiz y Zigoitia. Aunque Álava y Vitoria presentan desde mediados de marzo los peores datos epidemiólogicos de la comunidad, lo cierto es que la situación de la pandemia en el conjunto de Euskadi no es tampoco nada buena: avanza sin control. El virus se mantiene en una clara tendencia al alza, a la espera del impacto que tenga la movilidad y la mayor interacción social que han propiciado las vacaciones de Semana Santa.
Y si hay un sector afectado por la entrada en alerta sanitaria ese es la hostelería. Bares y restaurantes tendrán que cerrar el interior excepto para desayunos y comidas, es decir, de 6.30 a 9.30 horas y de 13.00 a 16.30 horas. Esa limitación implica que durante el resto de la jornada sólo se podrá consumir en las terrazas, lo que hace que todos los ojos estén ahora puestos en la previsión meteorológica. Hoy miércoles las máximas no superarán los 10 grados, aunque se espera que el jueves y el viernes luzca el sol y suba la temperatura media. Los establecimientos hosteleros sin terraza serán sin duda los más afectados. Y son más del 45%, según datos de las cinco asociaciones de hostelería de la provincia que la semana pasada ya salieron a la calle para denunciar las nuevas restricciones aprobadas por el Ejecutivo de Urkullu. El sábado han convocado una manifestación en Vitoria que esperan vuelva a ser multitudinaria,
El clima, fundamental
«Otra vez nos toca hacer cábalas con el personal porque vamos a trabajar menos. Hay incluso quien para los proximos días se está planteando cerrar directamente», asegura Juan Carlos Antolín, propietario del Kotarro y el Berenjenal y vicepresidente de SEA Hostelería. «El clima y el espacio que tengamos en la calle van a ser fundamentales. En estas circunstancias, es primordial que nos faciliten el trabajo en el exterior, que las normativas de terrazas no sean tan estrictas...», agrega. Josune Menéndez, al frente del bar Erkiaga junto a la iglesia de San Pedro, no oculta su hartazgo ante las cambiantes restricciones a la hostelería. «Son un absurdo. Pero ya intentamos no darle vueltas a la cabeza porque es peor», apunta. Instiste además en las enormes pérdidas económicas que les está generando el cierre a las 20.00 horas, más temprano que en la mayoría de comunidades autónomas.
Los nuevos horarios en interior que implica entrar en zona roja van a obligar también a un cambio de hábitos. O eso es al menos lo que opina Mikel Bilbao, del restaurante Matxete. «La gente tendrá que venir a comer antes. Eso de empezar a las tres si a las cuatro y media tienen que estar fuera no tiene sentido, va a tener que haber un cambio de mentalidad», prevé. Por su parte, llamarán a los clientes que tienen reserva para informarles de las limitaciones que entrarán en vigor a partir de mañana. «Y no es nuestro caso, pero a los restaurantes que hacen doble turno de comida esto les va a hacer mucho daño», concluye Mikel.
La Semana Santa, eso sí, ha servido para que los hosteleros hagan caja ya que el buen tiempo se ha traducido en mesas llenas y un balance «muy positivo», según los empresarios sondeados por este periódico. «Ha venido muchísima gente de Donosti y Bilbao, que no nos suelen visitar», señala Luismi Varona, propietario del Dublín y Le Basque. Eso sí, a partir de ahora «dependemos totalmente del clima, si hace malo estamos hundidos. Y para los negocios que no tengan terraza ni den comidas puede ser ya la ruina total». A juicio de Edurne Hidalgo, de El Bosque de Abastos, «es una vergüenza ver playas abarrotadas y centros comerciales llenos y que una vez más los que paguemos seamos los hosteleros».
El cierre perimetral se establece cuando se iguala o supera la tasa de 400 casos por cada 100.000 habitantes, tanto a nivel territorial como en los municipios con más de 5.000 vecinos. El cerrojazo implica que sólo se puede salir al municipio colindante para hacer deporte y realizar compras o contratar servicios que no se ofrezcan en el lugar de residencia.
Los bares y restaurantes de los municipios que se confinan perimetralmente sólo pueden recibir clientes en su interior a las horas del desayuno y la comida. Los horarios en que se permite la atención en barra o dentro de los locales son de 6.30 a 9.30 horas y de 13.00 a 16.30. La medida implica que el resto de la jornada sólo se podrá consumir en las mesas de las terrazas.
La práctica deportiva en el interior de locales, como es el caso de los gimnasios, no permite agrupaciones de más de cuatro personas, salvo cuando afecta a entrenamientos y competiciones de equipos profesionales y federados. En todo caso, se determina el cierre de vestuarios y duchas en instalaciones deportivas, salvo en piscinas, donde se permite a un 35% del aforo.
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