Uno de los problemas de dejar atrás la Navidad y las fiestas tiene que ver con la cartera. La famosa cuesta de enero. La subida de precios afecta ya a la hostelería alavesa, según reconocen muchos de sus responsables. También la patronal. Los portavoces de ... SEA Hostelería admiten que se está produciendo una «actualización de precios». Los incrementos dependen mucho del tipo de consumición, pero no bajarán de los 10 céntimos y llegarán hasta los 50 en los tan demandados vinos, cañas, pintxos o menús. El incremento ni es unánime ni uniforme porque hay locales que aún no han decidido cuánto subirán y muchos de ellos esperarán a febrero para reflejarlos en las facturas.
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En todo caso, los hosteleros defienden que a pesar de las subidas perderán márgenes de beneficios en muchas ocasiones. Porque si aplican incrementos se debe a que sus proveedores y la cuenta del mercado donde llenan sus refrigeradores marca la misma línea ascendente que sufre el consumidor. Para demostrarlo recuerdan que los datos de la inflación en Álava son superiores al porcentaje que suponen esos 10 o 50 céntimos de las consumiciones.
10 céntimos más: casi todos los bares aplicarán esta subida a las tazas de café.
El coste medio del pincho favorito es de 2,30 euros. En casi todos lados subirá de precio.
Los zuritos se venden entre 1,3 y 1,5 euros la unidad y las cañas, entre 2,3 y 2,60.
Es una especie en extinción en la hostelería alavesa. Subirá 50 céntimos donde se mantiene.
«Ya nos han avisado todos los proveedores de que van a subir los precios», afirma Sergio Simón mientras pone los cafés en el Toba's Tavern, la casa de los forofos del rugby y el folk irlandés en Vitoria. Simón tiene claro que va a tener que subir cuotas, «pero no cuánto». «Hemos querido que la gente pase tranquila las fiestas», responde cuando se le pregunta por lo concreto. Ese lema, el 'Ya veremos después de Navidad', es el mantra que se ha extendido entre los bares alaveses, ya que muchos abrieron la cuesta de enero con los incrementos, pero otros tantos esperarán a febrero. SEA Hostelería admite sin ambages que el aumento de tarifas es un hecho. «Se produce en algunos productos concretos», señalan fuentes de la entidad empresarial, que enmarcan el incremento dentro de «una práctica habitual».
Así lo ha hecho Manoj Dhungana en el bar Triskari. Ubicado en la calle Diputación esperó hasta esta semana, «después de Reyes», para subir la factura «pero lo vamos a dejar en 10 céntimos» en el poteo básico de vino, zurito o pincho de tortilla.
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Asier Moreira
Bode
En el Bode, uno de los lugares de referencia para los vecinos del Casco Viejo, también subirán los precios. Asier Moreira es el hombre al frente de este local contiguo al palacio Álava-Esquível, la propiedad de Tánger abandonada a su suerte en medio de la capital. Con una amplia terraza, aquí «subirán los precios en cuanto los proveedores nos los suban a nosotros». Moreira no tiene clara la subida de cada producto, pero cree que será «de unos 10 céntimos» para poder mantener cierto margen en el negocio.
'Lito' es uno de los históricos hosteleros de Lakuabizkarra. El Urko Taberna es el segundo hogar de muchos vecinos del barrio y quien les atiende ya tiene cifrada la subida: el café y el vino costarán 10 céntimos más, pero eso no llegará «hasta febrero». Los pintxos no subirán su precio en su local, pero será así «reduciendo el margen» de la casa.
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El dueño de la taberna apunta que «la comida es lo que más cuesta» y ha decidido eliminar los menús del día para servir comidas exclusivamente los sábados y los domingos. El clásico formato de dos platos, bebida y postre o café es una especie en extinción y quienes lo mantienen, como Argiñe Rodríguez en el restaurante '+Q Lunas' no ha tenido más remedio que subirlo 50 céntimos. «Y no aumentamos como nos suben a nosotros», anota. La apuesta general, sin embargo, ha virado hacia el «sólo picoteo» por el que apuestan sitios como el Deportivo Alavés. En el clásico bar de tortillas, las bebidas también actualizarán su precio.
Otros locales optan por no subir precios a costa del propio bolsillo. Así lo han decidido, por ejemplo, en el Café Plaza Gasteiz. En pleno centro de la ciudad, Edgar Valenzuela ha decidido «quitar de nuestra parte para no subir los precios». Y eso que hay gastos que se han disparado. El alquiler del local, por ejemplo, ha subido en 300 euros al mes.
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Según el ambiente de cada bar, la oferta es distinta. Hay quienes hacen caja con las comidas, quienes viven gracias a los cafés mañaneros, quienes se ganan el pan en el poteo… y eso genera inquietudes diferentes. Sin embargo, hay un enemigo común con la inflación: el vino. Dhungana no duda en señalar a los caldos cuando se le pregunta, aunque matiza que «todo depende de los potes que le saques a la botella: no es lo mismo cinco que siete». No obstante, el 'chiquito' pasa de 1,20 a 1,40 en bares de San Martín.
«El vino es lo que más justo va de margen, se ha encarecido bastante», admite Valenzuela. En Lakuabizkarra, 'Lito' señala otra bebida que también complica la vida en el Urko: el zumo de naranja. «Prepararlo implica gastar cuatro o cinco naranjas. Y el kilo está a dos euros. ¿Qué margen se le puede sacar a eso?», se pregunta con tono de protesta.
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En La Rubia, sitio habitual de los parlamentarios vascos, María Elizalde señala dos productos básicos que se han encarecido sobremanera: la leche y los huevos. Estos últimos, parte esencial de muchos pintxos, «han pasado de 1,40 a 2,45 euros» de un tiempo a esta parte. Ella tiene claro que va a subir los precios, de forma generalizada, «en diez céntimos o algo más». «Y aun así, hay quienes se quejan», lamenta.
La subida de precios en bares y restaurantes está resultando «progresiva» para los vitorianos. La mayoría de clientes consultados por este periódico consideran que el incremento de diez céntimos forma parte de un aumento que se viene implantando desde el año pasado. Es la opinión de Roberto García, Jessica González y Susana Fernández de Las Heras, un grupo de amigos que desayuna cada día en el bar Wonders, en la calle Independencia. En su mesa no pueden faltar los cafés ni el pintxo de tortilla, una comanda que ahora rondará los cuatro euros por persona. «Lo hemos notado más en otras cosas. En la luz, el gas o al comprar en el supermercado. No sé si aquí retrasarán subir los precios a febrero para que no nos lleguen todos los disgustos de golpe», bromean.
Unos metros más abajo, en la calle Postas, la pareja formada por Fernando Ruiz y Ahinize Binaldo conviene en la misma idea. Matizan, eso sí, que ese aumento también tendrá más impacto según la zona de la ciudad en la que se consuma. «La subida de precio es la que llevamos notando desde hace tiempo. Pero, por lo menos en el centro, es imposible encontrar un pintxo por menos de 2,50 euros», apuntan.
Con todo, parece que ese incremento está asumido por los consumidores. «Pides para la cuadrilla y tampoco te fijas», comenta Lorena Olmedo en el café Victoria, en plaza España. «En ningún caso es abismal», asume David Martínez de Treviño, que potea en el restaurante El Berenjenal, en la calle San Prudencio. Él, además de cliente, es hostelero junto con su compañera Vasi López en una churrería ubicada en la Plaza Zumaia, en el barrio de Lakua. En su caso, y a causa del alza en el importe del aceite, tuvieron que encarecer sus productos en 2023. Este año no prevén hacer modificaciones, pero dejan claro que «en hostelería nadie se quiere aprovechar del consumidor». «Intentamos ajustar los márgenes, pero no podemos hacer nada si suben tanto las materias primas».
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