
La familia de Borja Lázaro, el joven vitoriano desaparecido hace cinco años en Colombia, quiere que su caso no se olvide y se mantenga abierta la investigación para dar con su paradero. «Mi hermano sigue desaparecido en extrañas circunstancias y nos gustaría saber qué es lo que ha pasado con él», ha subrayado Sergio Lázaro.
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Este martes se cumplen cinco años de la desaparición de este ingeniero informático en la región de La Guajira mientras estaba alojado en una posada en la localidad costera de Cabo de la Vela. «No hay nada nuevo, ninguna pista ni indicio» que seguir, asegura su hermano, a pesar de que las autoridades colombianas les han trasmitido que el caso sigue abierto y que están interesados en él. «Estamos como al principio», ha resumido. Sin embargo ha insistido en reclamar que este caso no se olvide y ha pedido al Ministerio de Exteriores que trabaje por mantener el interés por esta desaparición, para seguir cualquier pista que pudiera surgir.
Lázaro ha recordado que en 2018 un grupo de policías españoles expertos en desapariciones viajaron a Colombia y estuvieron en la zona alrededor de un mes. A su vuelta se reunieron con ellos en Madrid, pero «no consiguieron nada nuevo». La familia había reclamado que esta unidad viajara a la zona «mucho tiempo antes», ha subrayado. Y opina que si este grupo hubiera accedido a la investigación sobre el terreno «poco tiempo después de la desaparición», tal vez el caso no estaría ahora así.
El entorno cercano de Borja Lázaro ha convocado una concentración para el martes (plaza Celedones de Oro, 19.30 horas) con el objetivo de dar visibilidad a esta desaparición y reclamar que no se olvide el caso.
Este martes se cumplen cinco años de la desaparición de Borja Lázaro, ingeniero informático de profesión y aficionado a la fotografía. Fue visto por última vez en la región de La Guajira mientras estaba alojado en una posada en la localidad costera de Cabo de la Vela donde había llegado para realizar un reportaje fotográfico en la zona.
La noche del 7 al 8 de enero de 2014 fue visto por dos turistas alemanes, dos chilenas y unos colombianos con los que esa noche tomó unas copas, antes de que se perdiese su pista. Sus pertenencias, incluidas sus cámaras de fotos y su documentación, se encontraron en el hostal.
En un primer momento la Policía colombiana planteó tres hipótesis: un secuestro, que se ahogara en el mar o que se introdujera desorientado en interior de esta península semidesértica del norte de Colombia. Cinco años después, el caso sigue abierto, pero sin avances.
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