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Restos de acero común y acero inoxidable, vestigios de otras aleaciones modernas, presencia de las letras 'jota' e 'y griega' que no se usaban en el alfabeto latino e inscripciones realizadas por encima de la costra formada por el paso de los siglos. Estas son ... algunas de las demoledoras pruebas que José Vicente Navarro, experto del Instituto del Patrimonio Cultural de España, aportó este lunes en el juicio por las falsificaciones de piezas en el yacimiento alavés de Iruña Veleia, cerámicas datadas en los siglo III al V en las que aparecieron inscripciones revolucionarias -palabras en euskera, dibujos nunca vistos en restos de esa antigüedad- que prometían reescribir la historia. El testigo, que declaró durante cuatro horas protegido por un biombo para evitar el contacto con los acusados -y con el público, una docena de defensores del principal encausado, Eliseo Gil, que sigue a diario las sesiones en directo-, dio cuenta ante la jueza del informe que se le reclamó tras la aparición de las piezas. Su conclusión fue tajante. «La falsificación es extremadamente burda», dijo.
El veterano geólogo explicó que tras analizar 39 piezas cerámicas del yacimiento -de las 476 sobre las que supuestamente se efectuaron grafitos falsos- concluyó que «no hay duda» de que las inscripciones son «de origen contemporáneo» en 35 de ellas. Para ello, sometió a las piezas a luz ultravioleta y a microscopios electrónicos. En estas pruebas halló «multitud de restos metálicos contemporáneos, cientos de partículas que aparecen alineadas con el trazo y no en el resto de la superficie cerámica». Dichos restos metálicos «carecen de oxidación», como sería esperable tras permanecer bajo tierra durante 1.500 años, explicó durante su larga declaración. «La falsificación en algunas piezas es extremadamente burda. Sólo con verla salta a la vista», dijo tajante.
Sin oxidaciones
Una de las piezas de las que más se ha hablado durante el largo proceso contra Eliseo Gil y Rubén Cerdán por una presunta falsificación de 476 piezas tardorromanas desenterradas de Iruña Veleia ha sido el supuesto «primer calvario de la cristiandad». Según declaró Navarro, esta pieza es una de las que se talló con una herramienta de acero inoxidable dados los «abundantes restos metálicos» que aparecen en los trazos y que «son posteriores al periodo de enterramiento». Además, añadió que el canto de rotura de la pieza presenta «la película de deposición», es decir, una superficie que cubre toda la pieza creada por el paso de quince siglos bajo tierra. Los trazos «contemporáneos que llegan hasta el final de la pieza cortan dicha película», detalló.
La defensa trató de arrancar al experto un testimonio en el que los elementos anómalos pudieran haber sido consecuencia del agua de lavado, o de la contaminación ambiental, pero el geólogo se mostró firme en su versión. Incidió en que algunas inscripciones terminan justo en los cortes por donde se han fragmentado las piezas -como en la de los jeroglíficos-, y aunque se dispone de las dos partes, no continúan en la segunda. Otra de las claves que han llevado a este experto a la conclusión de que las piezas son «manipuladas» es que las incisiones se marcan también sobre la costra acumulada por los años cuando ésta debería estar incrustada en las propias inscripciones y no debajo de ellas.
Costra superficial
También comparecieron este lunes tres expertos de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales que destacaron que «de 1.188 piezas con inscripciones, sólo hay una con grafito excepcional con garantías de trazabilidad». «En ninguno de los cuadernos de campo constan grafitos excepcionales», recordaron.
El calvario. «Se talló con acero inoxidable. Dado el pequeño tamaño de la pieza es una anomalía que tenga dos puntos de impacto recientes en el reverso. Los grafitos no tienen la costra formada por el paso de los siglos».
Una ficha, «dos manos». «El 'si' se hizo con una herramienta de hierro, el 'no' con una de acero común».
En una parte. Los signos identificados como escritura jeroglífica llegan hasta la fractura de la pieza. No siguen después.
'Y griegas' modificadas. Navarro indicó que se modificaron para que parecieran equis, aunque olvidaron cambiar la última.
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