En la noche del 17 de octubre de 1975, Javier Carvajal no consiguió pegar ojo. El que sería el arquitecto de la España de los años 70 y 80 –aunque tanto antes como después 'firmó' edificios muy relevantes– acababa de recibir la noticia de que ... Franco había sufrido un infarto. Los presagios sobre la salud del dictador no eran halagüeños y así se lo transmitían sus confidentes cercanos.
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Apolítico como era, esa misma noche no fue capaz de quedarse en la cama. Su mujer, Blanca García-Valdecasa, le preguntó qué le pasaba y él, agobiado, le espetó: «Este hombre se va a ir sin dejar nada escrito. No puede ser». Se levantó, cogió su moto, se fue a su estudio y escribió un texto que pasaría a la historia de la España reciente: el que, con el tiempo, acabaría siendo el testamento que un compungido Arias Navarro leyó el 20 de noviembre de 1975 a todos los españoles en calidad de presidente del Gobierno cuando anunció la muerte del dictador. Al contrario de lo que se ha creído desde que Carmen Franco enseñó a la prensa el manuscrito del dictador, el testamento de Franco no salió de su cabeza. Fue una copia del texto redactado más de un mes antes por Carvajal.
Este relato no se conocía hasta ahora. Y es el historiador vitoriano Guillermo Gortázar el que lo revela en 'El secreto de Franco', un libro que esta tarde se presenta en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa (19:00 horas).
– ¿Quién fue Javier Carvajal?
– Javier Carvajal era un catedrático de la Escuela de Arquitectura de Madrid, el arquitecto con más prestigio nacional e internacional de los años 70. Un hombre que no formaba parte ni del Movimiento Nacional ni de la política, pero que tuvo una vocación de contribuir a las decisiones políticas que se realizaron para facilitar la reforma del régimen.
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– ¿Y que le llevó a escribir lo que acabaría siendo el testamento de Franco?
– Carvajal era un hombre al que le movía la estabilidad, la reforma del régimen y, sobre todo, que el rey Juan Carlos tuviera la capacidad para manejar una evolución tan compleja como la que se preveía. Él pensaba en un testamento a la romana, con latinajos… Fue su cuñado el que le convenció para hacer un testamento conciliador, breve… y tuvo la virtud de escribir cinco párrafos que agrandaban a los inmovilistas, a la hija de Franco y al propio Franco.
– ¿Cómo consigue Carvajal meterse en la cabeza del dictador y del 'búnker'?
– ... Y de los reformistas. Ese es el gran misterio que trato de descifrar en este libro. Meterse en la cabeza del general Franco y dar con lo que él querría dejar una vez muerto es de una gran inteligencia. Carvajal fue muy humilde: nunca hizo ostentación de ello. Se conjuró con sus alumnos y quienes conocían la historia para que nunca se conociese.
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– ¿Cómo llegó usted a ella?
– De forma casual. En una tertulia, Miguel Ángel Cifuentes, amigo mío, comentó la historia sin darle mucha importancia: el testamento de Franco no era suyo, sino de un amigo suyo, que era Javier Carvajal. Yo me quedé sorprendido y a lo largo del 2020 pude entrevistar a los pocos testigos que quedaban vivos y reconstruir la historia, que arroja muchas preguntas y muchas respuestas.
– ¿Por qué podemos asegurar que Franco aprobó el texto en plenitud de sus facultades?
– Porque hay testimonios que así lo prueban entre el 18 y el 23 de octubre. Sabemos que Franco tuvo entrevistas políticas serias, se vestía de uniforme por sí mismo… y tuvo la fuerza de copiar a mano un texto escrito a máquina que desconocía y que lo hacía con la confianza de que se lo habían trasladado su hija y el jefe de su casa civil, Fernando Fuertes de Villavicencio. Eso es imposible si no tienes forma física y mental.
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– ¿Entonces Franco también apostó en sus últimos días por el tránsito 'de la ley a la ley'?
– Franco no quería una reforma en vida. Sabía que personificaba un régimen autoritario con unas instituciones que creía que iban a funcionar después de muerto. Pero también sabía que a su muerte había dos opciones: el continuismo que no tenía futuro si España quería acceder al mercado común y el rupturismo republicano.
– Al final, ni una ni otra.
– Entre esas dos opciones, Franco apostó decididamente por los reformistas como Fraga y con el propio rey como líder. Franco prefería una reforma desde el poder a una reforma contra el poder.
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– ¿Qué cree que hubiese ocurrido si Franco hubiese desechado el texto de Carvajal y no hubiera dejado un testamento?
– La potencia política del rey no habría sido tanta como la que tuvo a partir del 21 de noviembre de 1975. Ese documento reforzó muchísimo al rey. La transición se habría producido en cualquier caso, pero no en las fechas y a la velocidad con la que se alcanzó. La Transición habría llegado, pero a lo mejor más tarde, de forma más lenta y con otras personas.
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