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Los guardianes desarmados del viñedo de Rioja Alavesa
Patrimonio amenazado. ·
Casi 2.000 chozos se mantienen en pie, a duras penas, en la comarca. Expertos urgen a su conservaciónSecciones
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Patrimonio amenazado. ·
Casi 2.000 chozos se mantienen en pie, a duras penas, en la comarca. Expertos urgen a su conservaciónOtean el horizonte, custodian cada palmo de caliza y arcilla, vigilan hasta el último grano de los racimos de tempranillo. Impertérritos, en el sentido más literal de la palabra, llevan una eternidad ahí plantados, de Navaridas a Lanciego, de Leza a Oion. Tan toscos, tan ... duros, su silueta rotunda emerge entre la vid, que estos días ya clarea después de haber estado teñida en oro y ocre. Hoy, tan ajados y descuidados, más que guardias temibles, recuerdan a esos viejos bedeles desarmados que sestean en alguna dependencia administrativa. Necesitan, quieren, despertar.
Piedra a piedra, los chozos, esas modestas casillas de pequeña puertica y falsa cúpula, fueron levantados en Rioja Alavesa para guardar los aperos y dar cobijo al agricultor en una época de carro, burro y azadón en la que uno salía de casa al alba para trabajar en la viña y no volvía a la noche. Salvo honrosas excepciones, durante años han languidecido, condenados al olvido y a merced de los líquenes y la malezas. Después de tanto tiempo desdeñados en los márgenes más olvidados del patrimonio alavés, los expertos urgen a su conservación y cada vez más bodegueros y empresarios del ramo reparan en las enormes oportunidades que estos vigías de nuestro viñedo pueden representar para el enoturismo.
Existe constancia de que en Rioja Alavesa ya echaban raíces chozos en la baja Edad Media. Sin embargo, prácticamente todos los que han llegado a nuestros días son bastante más recientes y se levantaron durante la segunda mitad del siglo XIX y hasta comienzos del XX. En algunos, sus propietarios, diseñadores y constructores, hombres diestros en las faenas del campo, se tomaron la molestia de 'grabar' en la piedra la fecha de su construcción en el dintel. «La mayoría sonde la época de la 'explosión' vitivinícola que se vivió en la zona relacionada con la filoxera (la voraz plaga que arrasó con los viñedos de media Europa en la segunda mitad del XIXy que llegó a España sobre 1870)», ilustra el profesor de la UPV Jose Rodríguez Fernández, especializado en Infraestructuras públicas y tecnologías preindustriales en la Edad Media, Moderna y Contemporánea y uno de los más profundos conocedores del patrimonio arquitectónico de la cuadrilla de Rioja Alavesa.
Son un elemento esencial, muy, pero que muy característico del paisaje vitivinícola alavés. El servicio de Patrimonio Histórico Arquitectónico de la Diputación de Álava tiene localizadas y documentadas «casi 2.000» de estas edificaciones en toda la comarca. De todas ellas, 43, las más representativas, se catalogaron y recogieron en 2014 en el decreto en el que se calificó como Bien Cultural del Vino y el Viñedo de Rioja Alavesa.
En las últimas décadas, los custodios del viñedo riojanoalavés no han recibido, ni mucho menos, el mimo que requerían. «Siempre ha primado la extender la viña todo lo posible, si había algún afloramiento rocoso o un chozo, se eliminaba», lamenta el especialista que, a renglón seguido, reconoce que «la percepción está cambiando». En los últimos tiempos, son los propios viticultores, los mismos bodegueros, los que han reparado en el enorme valor de estas modestísimas construcciones. «Están empezando a apreciarlas como patrimonio cultural, como parte del paisaje tradicional que aportan valor», apunta el historiador.
Con todo, la inmensa mayoría de estas casillas están en estado abandonado o de semirruina. Y eso que hay voluntad de repararlos, de mantenerlos en pie, pero no siempre se sabe hacer del modo más adecuado. «En estas generaciones en las que se han dejado abandonados se ha perdido el conocimiento de cómo rehabilitarlos», destaca Rodríguez Fernández, que apunta a los programas de ayudas a la recuperación de elementos arquitectónicos.
En el sur de Francia, en los Pirineos, frisando con el valle aragonés de Ansó, hay experiencias de recuperación de arquitecturas muy similares, ligadas al pastoreo. Un interesante programa europeo de recuperación del patrimonio ha favorecido la creación de escuelas de cantería, en las que se enseñan las técnicas del trabajo de la piedra seca con la que se levantan estas construcciones.
Junto con los chozos, característicos del viñedo alavés y riojano y de otros paisajes agrogranaderos, como la Montaña Palentina, Rioja Alavesa cuenta con un importantísimo patrimonio. Tejeras, calados y antiquísimos lagares dan identidad a una zona a la que el enoturismo y el sector vitivinícola ha sacado lustre a base de talonario y grandes inversiones en los últimos años pero que no siempre ha cuidado sus elementos arquitectónicos tradicionales. El último volumen del 'Compendio de Recomendaciones para la Protección del Patrimonio Histórico Arquitectónico' de la Diputación de Álava incide en la necesidad de salvaguardar todos estos elementos que Victorino Palacios y José Rodríguez Fernández recopilaron hace ya dos décadas.
Palmo a palmo, casi piedra a piedra, los expertos realizaron una labor titánica a la hora de recopilar los 2.334 elementos que recoge 'Patrimonio arquitectónico en la cuadrilla de Rioja Alavesa', obra referencial en la zona. No están todos, pero en ella ya se recogen por ejemplo, parte de los casi 200 lagares que expertos como el reputado historiador Salvador Velilla inventariaron a comienzos de los 2000. A esos hallazgos hay que sumar el de los lagares rupestres que, en los últimos años, se han excavado y que dan fe de que aquella era una pujante tierra vitivinícola ya desde los romanos. Se considera que no hay ninguna otra zona en el mundo con tal concentración de estas construcciones.
En la actualidad, equipos de arqueólogos como el que lidera el profesor de la UPV José Rodríguez Fernández siguen tras la pista de más lagares. Hasta ahora, los más antiguos, tardorromano, que se han conseguido desenterrar del olvido se encuentran en Laguardia y Oion y datan de entre los siglos III y IV.
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