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Los guardianes del cielo alavés

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SOCIEDAD ASTRONÓMICA DE ÁLAVA

Los guardianes del cielo alavés

La Sociedad Astronómica de Álava lleva 36 años enseñando a los alaveses a mirar las estrellas y a hacerse las grandes preguntas. «Estamos perdiendo cultura», alertan

Domingo, 13 de marzo 2022

Para lo primero que le sirvió a la Humanidad observar el firmamento fue para saber qué época era la mejor para cazar, cuándo se debía sembrar o recoger la cosecha o cómo orientarse en las migraciones. Más tarde, la astronomía ha sido clave para profundizar en nuestros orígenes, para calcular la velocidad de la luz o para saber cómo alinear los satélites que permiten las telecomunicaciones. Sus estudios sobre el sol y los otros planetas contribuyen hoy a luchar contra el cambio climático. Y en Vitoria hay un grupo de aficionados encantados de mostrar a los alaveses que hay otra manera de mirar al cielo. Los 37 miembros de la Sociedad Astronómica de Álava (nueve son mujeres) contagian su pasión por la observación de planetas, constelaciones, galaxias, nebulosas, cúmulos, agujeros negros, supernovas, asteroides, eclipses, rayos cósmicos...

«Si estamos hoy aquí es porque hace miles de años que alguien empezó a mirar al cielo. Lo más interesante es reflexionar sobre lo que ves y hacerte preguntas», relata Alberto Ancín, volcal de la veterana sociedad astronómica alavesa, fundada en 1986, cuando el cometa Halley se hizo visible sobre el firmamento de Vitoria (bueno, de toda la Tierra), algo que no volverá a pasar hasta 2061.

«Estamos perdiendo cultura», alerta María Álvarez, vicepresidenta de Astroalava, el nombre digital del colectivo. Es evidente el desinterés creciente por las estrellas, lamenta. Y es que los abuelos apenas necesitaban segundos para localizar en el cielo la Vía Láctea, la estrella Polar, Venus, la Osa Mayor (el carro), Orion, Casiopea y sus nietos son incapaces de recorrer un kilómetro sin las indicaciones del google maps.

Por eso el colectivo desde su fundación dedica buena parte de su actividad a la divulgación. Dan charlas en Ataria y cuando es posible y el tiempo y la contaminación lumínica lo permiten, organizan observaciones de la Luna y las estrellas. Aportan sus potentes telescopios, algunos de la sociedad y otros, como el solar, comprados por los propios socios. Y efectivamente, uno no sabe realmente cómo son los cráteres de la luna o qué color tiene la galaxia Andrómeda hasta que se asoma al visor de uno de esos ingenios.

María yAlberto recuerdan lo mucho que ha avanzado la tecnología en estos 36 años. Al principio eran necesarias ocho horas de exposición para sacar una buena imagen de la Luna y hoy la digitalización permite obtener en muy poco tiempo una foto muy nítida de Júpiter y sus anillos. Pero con lo que la tecnología no puede es con las luces de la ciudad. La contaminación lumínica es el gran quebradero de cabeza de los aficionados a la astronomía. Un día despejado y sin Luna desde los Montes de Vitoria apenas se ven un puñado de las grandes estrellas. Demasiada claridad. «Hace diez años en una noche sin luna no nos veíamos. La luz se dispersa por la atmósfera a kilómetros de distancia y la de los leds azules es la peor», explican. Además del despilfarro energético que supone el exceso de iluminación, los astrónomos hablan del perjuicio a las especies nocturnas, de la ruptura de los ciclos de sueño en los humanos y de la pérdida «del derecho inalienable de cualquier persona a ver las estrellas». «En el cielo de Vitoria hay un deslumbramiento total», dicen e instan a las instituciones a tomar medidas.

Por eso, cuando el grupo quiere vigilar lo que ocurre en el firmamento alavés en condiciones óptimas se va a Iturrieta, donde tiene un observatorio certificado por el Minor Planet Center, es decir, acreditado para observar y anotar a nivel internacional, por ejemplo, la trayectoria de algún asteroide.

La agrupación se reúne cada semana en su local de la casa de asociaciones Simone de Beavoir, diseña sus quedadas y prepara el curso. Pronto darán una charla de iniciación donde los interesados aprenderán en primer lugar a localizar la Estrella Polar. Una salida con escolares, una noche de verano en Santa Catalina, también forman parte de su programa. Y en sus momentos de ocio, los socios buscan pueblos tranquilos de Soria o Zamora para ver sus galaxias preferidas, viajan a ver eclipses totales de sol en algún rincón del mundo, alguna aurora boreal... María recuerda eso sí con emoción agosto de 2009. «Más de 2.000 personas se juntaron en Garaio a ver las perseidas».

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