La carrera por reparar los daños de la histórica granizada del pasado jueves no sólo ha dejado interminables listas de espera en los talleres de coches. Son colas que no se ven a la puerta de ningún establecimiento, pero que tienen reflejo en el grueso ... tomo de folios que lleva Jon Romero, empleado de la cristalería San Mateo. Entre una decena de trabajadores tienen entre manos «más de 1.500 encargos» que resolver.
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En su caso, tiene una amplia ronda por el Casco Viejo que ayer mismo emprendió. Su primera parada, en el número 4 de Los Arquillos, las ventanas del ático de Asier Iriarte se protegen con plástico y cinta aislante. El granizo reventó la cristalería del tejado. También se cebó con las propias tejas del domicilio de este joven de 36 años.
«Menos mal que no nos ha pillado de vacaciones, porque mi chica está en el BBK Live», relataba ayer a este periódico. La granizada le sorprendió en casa: «Estaba en casa con el perro, iba a hacer la cena» cuando los golpes retumbaron por toda la casa. «Granizaba tan fuerte que ni me enteré de que los cristales se habían roto», admite. Sólo cuando empezó a ver el agua en la parte alta del domicilio cayó en la cuenta del problema, que tuvo que resolver de la forma en la que pudo.
1.500 son las reparaciones solicitadas solamente a la cristalería San Mateo
A partir de ahí, como miles de vecinos de la capital, a tratar de tapar como se pudiese los agujeros en la ventana, esperar al cristalero y a comprobar qué pasaba en las próximas horas. «Me pasé todo el viernes mirando el tiempo», explicaba en declaraciones a este periódico, «por si volvía a llover y entraba el agua». Algo que también atestigua la entrada de su casa, con varias vigas mojadas por la rotura de la claraboya del edificio.
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Iriarte opina que «esta granizada ha sido peor que la de 2009» porque se ha cebado más con las casas «y no sólo con los coches». Algo de lo que sabe, ya que su empresa se dedica a los mecanizados y tiene a Mercedes como uno de sus principales clientes.
Su tranquilidad es que se lo cubre el seguro. Mientras él explica su situación, Romero toma medidas y pone una protección temporal para aguantar «hasta el lunes», que es cuando volverá a reponer el cristal.
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En esa labor, la de fabricar los vidrios, se empeña la otra mitad de la cristalería, a la que la granizada ha sorprendido, para más inri, con varios trabajadores de baja. Su tomo de papeles incluye prácticamente todo el callejero del centro de la ciudad: Zapatería, Prado, Correría, Herrería, Cuchillería, Siervas de Jesús…
Por todas esas vías todavía se veían ayer a los bomberos de la ciudad evaluando daños y tratando de ayudar a los vecinos, especialmente en las calles Zapatería y Cuchillería, con más encargos y donde aún se veían ayer los desperfectos y los remedios provisionales de cartón y plástico instalados por los vecinos a la espera de cristaleros como Romero, «hasta arriba de trabajo» e inmerso en una labor que le llevará días.
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