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«Y otra vez a nosotros, como hace dos años», lamentaban ayer numerosos viticultores de Leza, Navaridas y Villabuena mientras comprobaban 'in situ', a pie de viña, las consecuencias de cinco minutos de una «granizada infernal». En 2018 fue un tormenta el último día de ... junio, en esta ocasión ha sido a mitad de mes. Pero ahora, como entonces, se ha llevado por delante un buen número de racimos en ese triángulo de Rioja Alavesa «que está siendo especialmente castigado». Una vez realizadas las primeras valoraciones sobre el terreno, el informe preliminar de la Casa del Vino de Laguardia cuantifica en 1.500 las hectáreas afectadas con diferentes tipos de daños, pero «habrá entre 600 y 800 -alrededor de un 5% del total de viñedo en la comarca- arrasadas por completo, en las que se habrá perdido más del 80%» de la producción, coinciden fuentes consultadas por EL CORREO.
Antonio Guzmán es concejal en Navaridas y también viticultor. En el momento en el que el cielo empezó a descargar «bolas como garbanzos», él se encontraba montado en el tractor aplicando tratamientos a las viñas, «pero tuve que dejarlo y a duras penas logré llegar a la carretera». La tromba de granizo obligó a los vehículos que pasaban por la zona a detenerse «porque era peligroso incluso conducir».
La tormenta pasó -sí que las lluvias continuaron por espacio de casi otra hora y dejaron hasta 20 litros por metro cuadrado en algunas zonas-, pero después no llegó la calma, si no la preocupación y el lamento. A tres meses para la vendimia «y con lo que estamos pasando de caídas de ventas, cantidades de vino acumuladas en bodega, incertidumbre por el precio de la uva..., ahora llega esto», expresaba con pesar un bodeguero de Leza. En este pueblo «estamos en plena floración», añadía, con lo que la granizada del martes «puede interrumpir el ciclo vegetativo de la vid e impedir que broten los granos de uva».
El fuerte viento también se llevó por delante sarmientos «o los partió», apuntaba Guzmán, «y ahora habrá que tener especial cuidado para recuperarlos», aplicando fungicidas. «No ganamos para disgustos», porque las lluvias de mayo en la comarca también han dejado secuelas con la aparición del mildiu.
Las inversiones económicas se han multiplicado en un año 'gastón' -así lo llaman muchos agricultores de Rioja Alavesa a este 2020- «sin olvidar que en las últimas semanas hemos tenido que invertir dinero en labores de espergura, desniete y deshoje para que ahora la viña se quede inutilizada o al 20%», lamentaban desde Leza. En esas parcelas, «al quedar más desprotegido el racimo, ha sufrido más por el pedrisco», según los técnicos de la Casa del Vino.
Juan Luis Cañas consideraba ayer que «dentro de tres o cuatro días vamos a saber verdaderamente qué daño hay, porque todavía apenas se ha podido entrar en muchas zonas». En Villabuena y Samaniego, donde tiene las bodegas Luis Cañas y Amaren y buena parte del viñedo, «otra vez hemos sido castigados», pero la tormenta ha tenido efecto en casi toda la comarca «porque entró por Labastida, pero hay zonas de Baños de Ebro o incluso Laguardia también tocadas».
Cañas, además, apuntaba que «ya hemos visto esporas de mildiu de una segunda generación. Cuando pensábamos que habíamos sido capaces de derrotarle», el hongo ha vuelto a aparecer en las hojas. Y con la lluvia de este pasado martes, la situación aún se puede complicar más.
Mientras que la virulencia del viento en esta tormenta «típicamente veraniega», refleja el informe foral, ha provocado que los brotes verdes -pámpanos- de la vid «rompan en la unión con la madera vieja» y en algunos casos sean ya irrecuperables.
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Juan Carlos Berdonces
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