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Las principales compañías de seguros médicos de España y grandes grupos especializados en geriátricos y ligados a fondos de inversión extranjeros han visto en Álava una oportunidad de negocio. Y más en concreto en Vitoria y su entorno. En los últimos años han levantado grandes ... residencias -como es el caso de Sanitas en San Martín- o se han hecho con el control de otras que ya contaban con arraigo y renombre en la ciudad, como se acaba de conocer en el caso de IMQ y la Clínica Álava. Cinco de ellos gestionan en estos momentos 600 de las cerca de 1.800 plazas privadas que tiene en su radar la Diputación foral alavesa, que además utiliza en régimen de concertación parte de ellas. Irrumpen así en un mercado atomizado, donde las pequeñas y medianas empresas familiares, una treintena, son aún mayoría. Pero, ¿por cuánto tiempo?
En pocos meses se ha conocido la irrupción de Sanitas en San Martín; la de IMQ con la compra de la antigua Clínica Álava; la de Domus Vi en las Hermanitas de los Pobres... Está claro que los grupos inversores buscan constantemente sectores en expansión. Y el que tiene que ver con el cuidado de mayores lo es sin duda, también en el territorio histórico, el menos poblado de Euskadi. Aquí, mientras se cierran aulas de colegios, uno de cada cinco habitantes tiene ya más de 65 años y la esperanza de vida es una de las más altas del mundo. El Instituto de Bienestar Social gestiona 1.069 plazas públicas de residencia, de las que 779 son propias (entre gestión directa e indirecta) y el resto, 290, son concertadas en centros privados. Según sus datos, 187 personas integran hoy la lista de espera para acceder a una de estas camas públicas. Todas, privadas y públicas, tienen usuarios que van de los 65 a los 105 años con dependencias de diferente grado.
Algunas de las residencias con las que la Diputación tiene conveniadas plazas, como la del Alto del Prado, pertenecen a estos grandes grupos. El último en irrumpir en la escena geriátrica alavesa ha sido el francés Colisée, dueño de Saleta Care, la firma valenciana que se hizo el pasado verano con el control de Albertia Etxea, en Miñano, y sus 91 camas. Casi a la vez DomusVi, otra firma ligada a fondos de inversión franceses, anunciaba la compra de la residencia de la Hermanitas de los Pobres en Juana Jugán. Se hizo cargo de los 58 residentes -el resto de sus 110 camas estaban vacías- y del personal y ha anunciado inversiones de más de 4 millones de euros para poner en el mercado 150 plazas en habitaciones individuales. Además gestiona la residencia de Ariznabarra (140 plazas), ésta de propiedad foral.
DomusVi controla en España un total de 22.077 plazas en 191 residencias de ancianos y centros de día y es uno de los principales operadores europeos del sector de la atención a la dependencia con centros en Francia, Portugal y América Latina. Mueve millones de euros al año.
En Vitoria ha optado por hacerse con centros ya consolidados, al igual que IMQ Igurco, que acaba de comprar a San Onofre la antigua clínica Álava. Es una estrategia extendida en el sector, explican expertos consultados por este periódico. «Van desaparacenciendo las congregaciones religiosas o las empresas familiares que se hacían cargo históricamente de estas residencias y las compran por su tamaño, su buena ubicación o su renombre», apuntan. Iñaki Artaza, director médico asistencial de IMQ Igurco, confiesa que hace tiempo que la aseguradora médica, una de las mayores de Euskadi y que ya gestiona un millar de plazas residenciales, estaba interesada en la que ha sido una referencia en Vitoria. Su apuesta es la de aprovechar la experiencia en cuidados de su firma para «relanzar» el centro, el único privado con unidad de paliativos y crónicos. Son 35 plazas, la mayoría concertadas con Osakidetza, que se sumarán a otras 45 de residencia. La novedad será la creación de una unidad de recuperación funcional, un proyecto que es una apuesta personal del gerontólogo Artaza.
«Veíamos la necesidad de crear un servicio intermedio para esas personas que tras una hospitalización no tienen ayuda en casa o medios o infraestructura para poderse recuperar bien y requieren algo intermedio durante un tiempo». «No somos ningún fondo de inversión ni otro tipo de empresa, hemos venido para quedarnos y ofrecer atención integral», sentencia.
También Sanitas ha apostado por los mayores vitorianos a largo plazo. En su caso ha comprado suelo y ha levantado en San Martín, junto al seminario, una residencia de nueva planta con 148 plazas. Abrió en abril y tiene ya camas concertadas con la Diputación. Javier Gabas, director territorial de Sanitas Mayores, que gestiona 620 plazas en el País Vasco, recuerda que los expertos hablan de «envejecimiento del envejecimiento» en alusión a el grupo de mayores que supera los 80 años, cada vez más extenso, con «más patologías y mayor nivel de dependencia. El cuidado diversificado y las nuevas tecnologías son el reto del futuro», agrega.
600 plazas suman Caser (Alto del Prado), DomusVi (Hermanitas de los Pobres), Colisée-La Saleta (Albertia Etxea), Sanitas (San Martín) y IMQ Igurco (antigua Clínica Álava).
Atomizado. Más de 30 residencias, la mayoría de tamaño medio o familiar, se reparten 1.800 plazas de residencias privadas, sin contar las viviendas comunitarias, los apartamentos tutelados o los centros de día.
1.069 plazas gestiona en Instituto Foral de Bienestar Social, de las que 779 son propias (entre control directo e indirecto) y el resto, 290, son concertadas. Es decir, que las arcas forales pagan a las empresas privadas por atender a los mayores que Bienestar Social designa en función de sus criterios de concesión de plazas a las personas que se hallan en lista de espera.
Una larga edad de oro. Hasta hace poco la tercera edad comenzaba a partir de los 65 años, cuando la mayoría de las personas se jubilaba. Durante generaciones pasar de los 80 años era un triunfo. Ahora, los espertos hablan de dos tipos de envejecimiento: el activo, el de los primeros años, con alta calidad de vida, y el de segunda etapa, el que llega cumplidos los 80 con varias patologías, deterioros congnitivos y necesidades muy diversas. En una misma residencia puede haber usarios de 65 años y otros cuarenta años más mayores, rondando la centena.
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