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La mitad de la basura que llega a los contenedores grises o de restos de toda Álava está fuera de sitio. Los restos de comidas y de podas no deberían estar ahí. Con un tratamiento adecuado, a partir de esos desechos orgánicos se puede obtener ... abono para agricultura y ganadería. Y además en cantidad suficiente como para obtener ingresos y dejar espacio en el cada vez más saturado vertedero de Gardélegui. La Diputación alavesa tiene por fin sobre la mesa el proyecto que encargó en 2021 a Idom por más de un millón de euros para el diseño y construcción de una nueva planta de compostaje en Júndiz que suplirá a la actual, que se ha revelado insuficiente para este cometido. Reciclar los biorresiduos forma parte de los objetivos ambientales ODS que todos pueblos y ciudades vascos deben cumplir antes de 2030. El cronómetro está puesto.
La nueva estructura, denominada KonpostAraba, está presupuestada por la ingeniería vizcaína nada menos que en 30 millones de euros sin IVA. A ellos se deben sumar los 3,4 millones de euros que la Diputación se gastó recientemente en la compra de cinco parcelas en el mayor polígono industrial vitoriano para hacer la planta junto a los otros centros de reciclaje.
Está previsto que trabajen allí 13 personas y que se ponga en funcionamiento en dos fases. En una primera etapa, la instalación podrá tratar 13.000 toneladas de materia orgánica. Unos tres años después, ampliará su capacidad hasta poder llegar a las 23.000 toneladas anuales que convertirá en fertilizantes.
En su anteproyecto de construcción y explotación, Idom apunta a que las obras podrían comenzar a lo largo de este año y concluir 15 meses después en esta primera etapa. Los ingenieros calculan que se podrían ingresar por la venta de compost 233.000 euros anuales los primeros años y hasta 412.000 a partir de 2028. Serán necesarios por tanto lustros para amortizar la inversión, pero realmente el objetivo de esta iniciativa no es económico. Los alaveses generaron 12.643 toneladas de biorresiduos en 2022 entre fracción orgánica y podas. Solo 23 de cada cien kilos se pudieron reciclar, según los últimos datos de la propia Diputación. Muy lejos del objetivo del 55% previsto para 2025, a la vuelta de la esquina, y que es el verdadero reto foral.
No es el único proyecto de tratamiento de residuos que pulula sobre Júndiz. Tres firmas privadas, Tubacex, IET Ecology y Novargi, se han aliado para proponer a la Diputación la construcción de una planta capaz de obtener hidrógeno verde a partir de la descomposición de los residuos orgánicos.
Y además, a finales del pasado año, el diputado general, Ramiro González, anunció que la institución planea una planta gestión de voluminosos, reparación y reutilización. Para ello ha encargado también a la ingeniería vizcaína Idom el estudio del proyecto por un valor de 880.000 euros.
Vitoria, donde vive el 75% de la población alavesa, ya cuenta con una planta de este último tipo en el mismo polígono de Júndiz. La empresa social Emaús se encarga de recoger estos enseres de las calles de Vitoria, previo aviso, y los lleva a unos pabellones donde los que están en buen estado se limpian y se arreglan para ponerlos de nuevo en venta y el resto se desguaza por tipo de materiales para enviar a reciclar.
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