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Certificada a juicio de la acusación la falsedad de las revolucionarias inscripciones halladas en medio millar de piezas rescatadas del yacimiento tardorromano alavés de Iruña Veleia, el juicio que se sigue en Vitoria se sumió este miércoles en una cuestión clave de la causa ... penal. ¿Quién ejecutó los grafitos que después se trataron de hacer pasar por auténticos? A falta de testimonios directos, lo que queda es analizar las propias inscripciones y cotejarlas con otras que se sabe que hizo el principal acusado, el exdirector de las excavaciones, Eliseo Gil, para quien se reclaman siete años y medio de cárcel. Estas, en tono jocoso y acompañadas de dibujos soeces -como un pene alado-, se ejecutaron sobre una letrina de madera que se utilizaba en las recreaciones que tenían lugar en el yacimiento para explicar detalles cotidianos de la civilización clásica. El parecido de esas letras con las que se hallaron en las cerámicas convirtieron la letrina en un elemento clave de la investigación. Gil ha negado ser el autor de esas frases en la madera, pero algunos testigos garantizan que salieron de su mano. La letrina, por cierto, se trasladó este miércoles hasta la sala de vistas del Juzgado de lo Penal, pero no llegó a desembalarse.
La tarea de cotejar los trazos recayó en la perito calígrafo Alicia Martínez, que emitió un informe por encargo de la Diputación foral de Álava en el que coteja 70 de los «grafitos excepcionales» con las inscripciones de la letrina atribuidas a Gil. La profesional confirmó «sin ningún tipo de duda» que «las seis inscripciones de la letrina corresponden a una misma mano», pero no pudo ser tan tajante en lo referente a la comparación con la caligrafía hallada en las piezas del siglo III al V. Sobre todo, por la «dificultad de extraer conclusiones firmes y fiables» a raíz de grabados en cerámica y madera, ya que son «soportes extraños» para estos peritos acostumbrados a trabajar con trazos sobre papel en los que es posible estudiar la inclinación, velocidad o la presión. «Se trata de una situación inédita que dificulta el estudio. No impide su realización, pero perjudica las conclusiones», alertó.
Pero enunciadas estas reservas, admitió ante el tribunal que se vio «sorprendida por las similitudes de ciertas letras» con las halladas en las piezas desenterradas, en las que aparecieron las supuestas primeras palabras de euskera escrito y otros hallazgos revolucionarios. «Las coincidencias son evidentes y eran suficientes para confirmar en mi conclusión -se refiere a al informe elaborado para la Diputación- que corresponde a la misma mano que realizó las de la letrina», dijo, pero ante el tribunal este miércoles se mostró menos tajante.
«Hay una serie de parecidos llamativos, elocuentes y muy relevantes que no se pueden ser fruto del azar, pero sería aventurado concluir, por prudencia -enfatizó-, que seguro que se trata de la misma mano», agregó. De las setenta piezas analizadas a través de fotografías esta perito encontró «semejanzas en 36». «De las 26 letras que tiene el alfabeto actual encuentro parecidos en 14», detalló.
A preguntas de la defensa, Martínez aseguró que en el momento en que elaboró el informe no sabía quién había realizado las inscripciones de la letrina y aclaró que su análisis no indica «si corresponden a una persona concreta. Yo lo que estudio es la correspondencia entre dos tipos de inscripciones para ver si pertenecen a la misma mano». También testificaron este miércoles dos peritos caligráficos de la Ertzaintza. «No dudamos de las coincidencias en la grafía, que se dan, existen», incidieron, pero añadieron que ellos no pueden concluir que se trate de la misma mano y reconocieron que no existe un método científico para abordar este trabajo. Y que para poder desarrollarlo se necesitaría tiempo y recursos.
La grafóloga Alicia Martínez defendió en el Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria la validez de su estudio realizado para la Diputación. A preguntas de la defensa aseguró que lo correcto hubiera sido pedirle a Eliseo Gil que escribiera sobre una pieza cerámica para cotejarla con los «grafitos excepcionales», aunque reconoció que no cree que con ello se hubiera llegado a «buen puerto» porque no hay una metodología científica que haya analizado situaciones similares a esta.
Evidenció similitudes en las «eses angulosas tanto de la letrina como de las piezas cerámicas, cuando la ese tradicionalmente es curva. Hace una especie de cuatro inclinado hacia la derecha» y destacó que cuando se «escribe a mano, la escritura puede tener cierta regularidad, pero en algunas personas esas diferencias son mayores. No todo va a coincidir». También argumentó que en el caso de la letra dé encontró parecidos. «El inicio del trazo curvo empieza a la izquierda del trazo vertical y se desplaza hacia por debajo y hacia la izquierda sobrepasando el punto del trazo vertical».
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