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Aixeindar, consorcio compuesto por Iberdrola y el Gobierno vasco, tiene localizados cuatro puntos en el mapa de Álava para instalar parques eólicos en un futuro próximo. Además de Iturrieta, el único que había trascendido hasta el momento generando inmediatamente un movimiento en su contra, ... también se ha pedido licencia para instalar medidores en Azáceta y plantea hacerlo en las sierras de Codés (Labraza) y Arkamo, según confirman a EL CORREO. Una importantísima apuesta de esta sociedad público-privada que vuelve a colocar al territorio histórico como fuente de la energía que, después, se reparte por el resto de la comunidad autónoma.
Este anuncio no se traduce en que se vayan a levantar molinos de viento en esas cuatro localizaciones concretas, sino que están realizándose mediciones para estudiar las rachas del viento y saber qué aprovechamiento se les puede sacar a cada una de ellas para generar electricidad. A partir de ahí, en un proceso que se puede extender cerca de un año, se realizará una evaluación para seleccionarlas. Lo mismo se está haciendo en otros cinco puntos repartidos entre Bizkaia y Gipuzkoa, de los que tan sólo ha trascendido el macizo de Mandoegi, en las inmediaciones de Goizueta.
La reciente declaración de emergencia climática en Euskadi es el argumento que esgrimen los responsables de Aixeindar para justificar esta estrategia empresarial que supone recuperar buena parte de los proyectos que hace más de una década quedaron guardados en un cajón ante la enorme contestación popular que tuvo su reflejo en el rechazo frontal de la Diputación de Álava y del propio Parlamento vasco. Entonces, como ahora, las chinchetas para buscar el viento más rentable se multiplican por el mapa del territorio histórico, pero la contestación por parte de las instituciones parece que -de momento- es poco probable.
«Aquí, el recurso eólico está donde está y nos tenemos que ir a las zonas más altas. No sucede lo mismo que en comunidades como Aragón o Castilla-La Mancha», argumentó Roberto Izaga, responsable territorial de Iberdrola Renovables. «No estamos en la misma situación. Tenemos una nueva experiencia», destacó el director general del Ente Vasco de la Energía (EVE), Iñigo Ansola, que fijó 2030 en la agenda pública para conseguir que el 32% de la electricidad que se consuma en Euskadi tenga un origen renovable y para ello habría que multiplicar casi por cinco la energía que se genera gracias al viento hasta los 730 megavatios. «Nos tenemos que poner las pilas», admitió sobre la colocación de ocho parques que podría suponer una inversión global de hasta 550 millones.
A partir de que se conozcan los resultados de las mediciones de viento habría que tramitar las licencias y conseguir que el uso industrial se adapte al ecosistema y a la ganadería. Después llegará el turno de las obras. Los plazos marcados por Aixeindar calculan que entre las primeras pruebas y la puesta en marcha de las aspas pasarán hasta tres años. «La industria de nuestra comunidad es autosuficiente para generar aerogeneradores (Ormazábal, Ingeteam, Siemens-Gamesa, Arteche...), pero estamos a la cola en comparación con otras comunidades», argumentó Alsola.
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