![Giotto pintó la estrella de Oriente](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202101/04/media/sfumato.jpg)
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Fue prácticamente el primero en todo: en cambiar el rumbo y en aventurar las bases más sólidas de lo que hoy entendemos por pintura moderna. Rompió con las ataduras y los convencionalismos de una tradición bizantina mantenida durante siglos bajo fórmulas ya bastante estereotipadas; a él debemos los pasos iniciáticos emprendidos definitivamente por el arte occidental. Es quien se aproxima en un bautismo entonces bastante original a la visión del mundo natural, a la interpretación de la naturaleza como modelo y fuente de inspiración. Gozó de tal empaque en vida, conservó tal prestigio y se propagaron tales hazañas artísticas sobre su persona que algunos de los contemporáneos más sobresalientes de la época lo adornaron con los mejores piropos. Mismamente Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Bocaccio. Hablamos de Giotto, Giotto di Bondone (h.1266/7-1337), el gran pintor florentino del Trecento, el primero de una casta de artistas inmortales.
Fue Giotto, asimismo, otra vez el primero incluso para pintar la estrella de Oriente de los Evangelios tal como la concebimos actualmente en sus aspectos más formales. A Giotto se debe la popularización de este esferoide luminoso en su versión más extendida: como una estrella de cinco puntas con el destello de una larga cola. O sea, un cometa. Tal como lo observó directamente en su día, Giotto captó al cometa Halley en la escena de `La adoración de los Magos´, pintada al fresco en la capilla de los Scrovegni de Padua, Italia, hacia 1305. Y no nos puede sorprender ya el éxito que alcanzó la representación de este cuerpo celeste cuando se equipara o se identifica su imagen propiamente con la misma estrella de Oriente.
Pero, ¿qué es la estrella de la Navidad? ¿qué fue realmente ese astro o cuerpo celeste que surcó el cielo de Oriente durante un tiempo prolongado guiando una comitiva de magos hasta una aldea de Judea situada a escasos diez kilómetros al sur de Jerusalén llamada Belén, etimológicamente la `Casa del Pan´? ¿Existió la estrella de Belén? Lo cierto es que objetivamente, o sea, documentalmente, se sabe muy poco. No se tienen constataciones científicas que resulten claramente refutables. Las interpretaciones siguen estando al orden del día.
Que si pudo tratarse de una conjunción planetaria entre Júpiter, Marte y Saturno, tal como estudió el astrónomo Johannes Kepler; que si fue, acaso, la visión de una supernova, luminosidad de gran y potente magnitud celeste, cuando una estrella se halla en los últimos momentos de su existencia a punto de explotar, pero ¿qué fue en puridad aquél fenómeno astronómico? ¿Sucedió algo en el firmamento o se trata de una narración simbólica, un mensaje de fe, en esencia un relato teológico que no tiene su traslación a la realidad?
Ho que ya sabemos verazmente, por supuesto, es que las teorías existentes sobre la estrella de Oriente, acerca de cuándo aconteció aquel fenómeno astrológico, nos sirve para determinar una fecha aproximada para el nacimiento de Jesús. De ahí el interés de este astro para la civilización cristiana, por centrar el interés de un hecho astronómico muy luminoso que no recogen otras fuentes.
Así, por ejemplo, los que apuestan por la hipótesis de los tres planetas alineados; ahí el alemán Kepler lleva la delantera desde el siglo XVII al detallar científicamente que esta secuencia entre planetas se repite cada 805 años. Que entre el año 7 y el 6 a. C., además de producirse esta alineación habría que añadirle durante semanas o meses en el cielo la luminosidad resplandeciente originada también por una supernova, la creación de una nueva estrella.
Ahí está la astronomía y los fenómenos astrales, la ciencia y los estudios interpretativos, pero sobre todo ahora en estas fechas la devoción por una historia con dos mil años de existencia. La luz que brilló en un momento dado en Oriente Medio hasta irradiarse toda esa iluminación como uno de los pilares para poner en marcha la cronología de la era cristiana. Si la historia de los tiempos actuales había que iniciarla lógicamente con un principio, cuanto más refulgente y brillante fuera mucho mejor. Y si hubieran dudas, nos quedará siempre el arte como refugio, así la pintura de Giotto.
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