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Gazte Rock despliega 12 bandas jóvenes en Helldorado

«Siempre se agotan las plazas y resulta un éxito», refiere elresponsable de la sala, Juan Uriarte. Y apostilla que en la últimas ediciones llegan jóvenes «más centrados en la música y que controlan más los instrumentos, no tanto quienes acuden a un 'campamento' en genérico.De hecho hay uan chica que toca la batería con la que no me importaría actuar a mí», comenta quien ha sido bajista de Allnighters o Los Padrinos.

Eso sí, entre quienes acuden a la iniciativa –que suma un total de 60 jóvenes entre los 15 y los 17 años– hay una prevalencia de guitarras, bajos y baterías, amén de cantantes. «Pero luego hay como un 20% que toca violines, acordeón o saxos», matiza Uriarte.

Una de estas instrumentistas poco habituales en áreas rockeras es Izadi. A sus 15 años, esta joven de Villabona ha querido mostrar su trikitixa fuera del ámbito folk más tradicional. «Estuve mirando en internet y veía que el estilo del campamento no era mi rollo. Pero luego, nada más venir a Vitoria, vi que estaba todo muy bien».

Aunque también reconoce que «al principio me daba un poco de miedo, de incertidumbre», pero luego «ha sido un rollo espectacular. No todo el mundo te cae igual de bien, pero desde luego no ha habido ni un mal rollo», valora quien ha puesto el fuelle de su instrumento, por ejemplo, al servicio de un tema de Ramones, en el marco del combo Broken Strings.

Esta ha sido una de las doce formaciones que han tomado el escenario de la sala de conciertos. Junto a estos Cuerdas Rotas, Cornucipia, la Pera Limonera, Falcon, Coco palms, The Wires, Kalimotxo,Pommes de Diable, Odol Taupadak, Hondatu, Purpleyes o Nameless Dogs han exhibido ante sus compañeros y monitores, con sentimiento y buen volumen, las versiones o piezas originales que han preparado.

También ante la diputada de Cultura, Ana del Val, que recordaba que ya en 2022, «ante el éxito que está teniendo Gazte Rock, lo reprogramamos en Navidad». Y agregó su interés por esta apuesta, con una exitosa participación y una actitud tan entusiasta «que es un honor que estén todos aquí», a la vez que recuerda la vida y buen ambiente que aportan los músicos jó9venes qu e se alojan en el albergue de la Fundación Catedral Santa María.

El coordinador de las actividades, Egoitz Conte, explica que este año en el campamento «no ha habido novedades, pero esto se encuentra en un punto muy fino, funciona como un motor bien engrasado», pero apuesta por celebrar de forma especial la décimo quinta edición del próximo verano. Y coincide con Uriarte en que los participantes «llegan con más formación, con un poco más de preparación, también por la difusión que hacen las instituciones».

Hay diferentes actividades pero «el buque insignia son los conciertos, que los combos preparan para poder llegar a actuar y sonar bien». Pero no hay que olvidarse de los paseos o veladas y los «talleres de merchandising, fotografía o videoclips». Aquí los combos han producido diversas canciones con sus imágenes, en principio, temas originales.

Como Nameless Dogs –un nombre surgido a partir de un can sin correa, «un poco brainstorming»–, donde milita la baterista Julia, llegada desde Santiago de Compostela. En Gaste Rock ha descubierto que no sólo se toca el género sonoro que bautiza al campamento, sino «hay variedad de estilos. Y también de niveles de instrumentista. Pero como Julia e Izadi subrayan, «nos hemos ayudado entre todos».