Una década sin actividad. Imagen nocturna de la Central Nuclear de Santa María de Garoña, en el Valle de Tobalina. igor aizpuru

Castilla y León contratará un estudio para resucitar la central de Garoña

Vox, que cogobierna con el PP, prevé destinar 520.000 euros para ver si sería viable, pese a que Nuclenor trabaja en su desmantelamiento

Domingo, 6 de noviembre 2022, 01:41

«Nuclenor considera que no sería viable la reapertura de la central de Santa María de Garoña». Es la respuesta nítida, sin matices, que la empresa propietaria de la planta burgalesa ha dado esta misma semana a EL CORREO cuando se le ha cuestionado por ... la aventura que ha emprendido la Junta de Castilla y León. Vox, que cogobierna con el PP, ha incluido una partida de 520.000 euros en el borrador del presupuesto de la región para contratar un estudio que analice la posibilidad real de reenganchar a la red la instalación, que cesó su actividad el 16 de diciembre de 2012 y que avanza hacia el desmantelamiento.

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Todo ignorando el desinterés de los dueños de la empresa (Endesa e Iberdrola son Nuclenor) y la negativa rotunda del Ejecutivo de Pedro Sánchez a reabrir este melón (tiene la competencia en legislación nuclear). Es el último episodio del avispero que Vox comenzaba a agitar en la vecina comunidad autónoma hace dos meses y que ha terminado por fagocitar a su socio en Valladolid, al que apuntala en el Gobierno.

La formación de extrema derecha, con Juan García-Gallardo en la vicepresidencia, impulsa lo que define como un «renacer del modelo energético» en el actual contexto de incertidumbre por la invasión de Ucrania. Y lo hace abanderando no solo la planta del Valle de Tobalina, a 43 kilómetros de Vitoria. También, la vuelta al 'fracking'. El presidente popular Alfonso Fernández Mañueco y su equipo han optado por mantener un perfil bajo -su máxima venía siendo «sólo si la empresa quiere»-. Pero finalmente dieron luz verde hace un par de semanas en su Parlamento a ese estudio de viabilidad que censura toda la oposición. Al principio se criticó como la «búsqueda del titular fácil». Pero el detalle del borrador de los presupuestos de la región para el próximo año revela que hay intención de financiarlo, según ha podido saber este periódico. ¿El concepto? 'Estudio Plan de Promoción Industrial Nuclear'. ¿Las partidas? 200.000 euros para 2023 y 160.000 asociados a cada una de las siguientes anualidades. Se aprobaría en enero.

Valladolid apuesta por sustituir el actual reactor por dos más pequeños #de última generación

«Estaremos expectantes, pero si finalmente se adjudica el contrato iremos a los tribunales. Estamos hablando del uso de dinero público para algo que tendría que hacer una empresa privada y en una materia en la que no se tiene competencias. Eso es malversación», denuncia Esther Peña, diputada del PSOE por Burgos, el principal partido de la oposición. Ciudadanos y Podemos también están «vigilantes» y se reservan el derecho a iniciar acciones judiciales.

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«Actualización o nuevas»

La vicepresidencia de la Junta excusó a este periódico cualquier valoración de García-Gallardo «por cuestiones de agenda». Y emplazó al contenido del texto aprobado en las Cortes de Castilla y León. El documento habla de «disposición favorable a que si se presenta un proyecto técnica y económicamente viable, se pueda reabrir la Central Nuclear de Santa María de Garoña». También pide calibrar la «idoneidad del Valle de Tobalina para albergar instalaciones de generación de energía nuclear (...) actualización de las existentes o nuevas». Y en última instancia, solicita al Gobierno central que siga los mismos pasos de forma «urgente» con «otro estudio técnico» generalizado para que las centrales «permitan fortalecer la soberanía energética de España».

La cuestión es que el ruido político envuelve una realidad: Garoña se encuentra en fase terminal y Nuclenor, pillada a contrapié, sostiene que este es un punto de no retorno. Lo que pretende la Junta no le sale a cuenta. No es rentable. «Transcurridos más de 5 años desde la declaración de cese definitivo de la central, ejecutadas las desconexiones y desmontajes para avanzar en el desmantelamiento, y teniendo en cuenta las autorizaciones, los muy elevados costes y plazos requeridos que serían similares a los de una nueva autorización, no es viable reabrir Garoña», refuerza.

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Un 'no' tanto o más contundente da el Gobierno central, que (se insiste) tiene las competencias. La ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha llegado a calificar la iniciativa de Valladolid como una «salida de pata de banco». «Es una ocurrencia ideológica que no se corresponde con ninguna hipótesis medianamente seria ni solvente». Reabrir Garoña es «imposible e inviable», aseguró en una comparecencia en el Senado.

¿Qué se quiere determinar con ese estudio de Castilla y León? En síntesis, si la planta, construida en 1971 con un solo reactor y una potencia de 466 MW, podría reactivarse en 2030. Eso sí, con dos nuevos reactores de última generación que técnicamente se conocen como SMR (Small Modular Reactors).

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Expertos consultados por este periódico explican que, de entrada, «quizás» algunas infraestructuras ya existentes en el recinto (subestación y tendidos de red) podrían servir para evacuar la electricidad. Pero el encaje técnico y legal de esos reactores SMR «de pequeño tamaño y modulares» no está tan claro. Consideran que esta tecnología es casi un prototipo, así que sin descartarla, sí se subraya que la rentabilidad «sería a muy largo plazo». Y en todo caso, requeriría actualizar el Plan de Emergencia Nuclear de Burgos (Penbu), que tiene tantos años como la propia central (51), y cambiar la normativa estatal.

El presente es otro. Garoña está en fase final de «transición a un desmantelamiento» que no ha comenzado per sé porque Enresa, la empresa pública española responsable de la gestión de los residuos radiactivos, aún debe recibir del Ministerio de Ribera la correspondiente autorización de transferencia de titularidad. Y el proceso va con retraso. El cambio de propiedad se pidió hace dos años y no será hasta el primer trimestre de 2023 cuando el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) emita informe favorable. Los Presupuestos Generales del Estado prevén 19 millones de euros para ese desmantelamiento.

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Enresa, en cualquier caso, ya está dirigiendo la transición, con operaciones de 'limpieza' como la evacuación del combustible gastado. El pasado julio se cargó el primer contenedor especial con este tipo de residuo. Cuatro más se llenarán de forma inminente para ser llevados a un almacén temporal en la propia central.

La empresa pública necesitará un total de 51 de estos enormes envases -miden cinco metros y pesan 71 toneladas- para almacenar todo el combustible de la piscina radioactiva. El plan de trabajo de esta fase inicial, según la propia Enresa, también prevé desmontar las estructuras de mayor tamaño del edificio de turbinas. En todo caso, la extinción de Garoña requerirá una década.

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Procesos en curso

  • Ayudas a la recuperación. La estrategia del Gobierno central con Garoña se focaliza en la inyección de dinero para la recuperación económica del entorno. Once municipios de la provincia de Burgos han recibido este año más de 600.000 euros de la última convocatoria de ayudas que canaliza el Ministerio del Interior por estar adscritas a los planes de emergencia nuclear. Madrid insiste en que esa es su «línea de acción». En total se han beneficiado 62 entidades locales de todo el país de 2,5 millones.

  • Los trabajos de vaciado de combustible. El actual proceso de «transición hacia el desmantelamiento» es complejo. Enresa explica que el protocolo para llenar el primer contenedor con combustible gastado requirió más de 160 horas.

  • El desmantelamiento. Con Enresa ya como titular de la planta, se seguirán evacuando 2.245 elementos de combustible de la piscina radioactiva con 44 contenedores más que están en fabricación. Cada uno de ellos, según la empresa pública, cuesta tres millones de euros.

  • Los simulacros continúan. El más imponente tiene carácter anual y se celebró entre los días 26 y 30 de septiembre. El Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (GIETMA) organizó el ejercicio 'Beta Central Nuclear Garoña 2022' para adiestrar a las unidades de la UME en el apoyo a autoridades civiles en situaciones de emergencia nuclear. Se simularon los efectos de un terremoto en la central de Garoña y se utilizó un robot para la detección de fugas en la piscina que almacena el combustible. En el ejercicio participaron 119 militares, según el Ministerio de Defensa.

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