Una clienta pide una consumición en el Toba, con la emisión en directo de Urkullu de fondo. Igor Aizpuru

«Teníamos muchas ganas de este momento, intentaremos sacarle partido»

Unánime satisfacción en la castigada hostelería alavesa ante el cese de la mayoría de restricciones. «La barra es fundamental para dar buen servicio»

Era la noticia que aguardaban desde hacía demasiados meses. El anuncio por parte del lehendakari Urkullu de la eliminación de la gran mayoría de restricciones para hostelería y comercios –con la mascarilla de elemento fijo en interiores, como ya ocurre en las comunidades autónomas colindantes– ... se recibió con una unánime satisfacción. A partir de este jueves, podrá volver a tomarse un café acodado en la barra, no habrá límite para juntarse alrededor de una mesa y los más trasnochadores tendrán oportunidad de resarcirse en los pubs y discotecas.

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Jesús Arrieta comanda el Zabala y el Escuela de Calor en Mateo Moraza, la milla de oro del ocio nocturno vitoriano. El primero, restaurante señalado por la guía Michelin, abrió en cuanto se permitió. El segundo, más orientado al tardeo y al ocio nocturno, apenas lleva un mes carburando. «Estábamos con muchas ganas de recibir esta normalidad. Lo necesitamos porque llevamos muchísimo tiempo con restricciones a nuestro trabajo», traza Arrieta con tono complacido.

«Estamos contentos, pero muy necesitados por la situación económica. Ojála ya todo sean pasos hacia adelante»

Jesús arrieta

Escuela de Calor

«Respecto al ocio nocturno, nosotros con el Escuela de Calor decidimos mantenerlo cerrado porque no tenía sentido abrirlo y mantener a la clientela sentada. Ahora sí. Estamos muy contentos, pero muy necesitados por la situación económica que ha provocado esta pandemia. Esperemos que ya todo sean pasos hacia adelante», valora.

En la calle Prado, los del cosmopolita Sagartoki ya cavilan cómo sacarán rédito a este balón de oxígeno. «Estoy sopesando que en la zona de bar mantendremos la idea de barra sentada, para dar de comer y cenar ahí, un concepto que puedes ver en Madrid o Barcelona», enfatiza el afamado coctelero Raúl Fernández. Mientras cincela esa idea, desvela que «se nos ha hecho larguísimo, pero también te digo que echamos de menos la barra, mirar a los ojos al cliente. Es fundamental para un buen servicio».

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«Se nos ha hecho larguísimo. Ahora podremos mirar a los ojos al cliente, algo fundamental»

Raúl Fernández

Sagartoki

La cara visible de la hostelería alavesa, como portavoz de SEA, cuenta las horas para este descorche de normalidad. Juan Carlos Antolín, alma máter de La Kobatxa o el Kotarro, reconoce que «teníamos muchas ganas de que llegara este momento. Intentaremos sacarle el mejor partido posible». Entre esa indisimulada alegría, hace un alto para recordar que el virus llegado de China no ha claudicado del todo. «Abogamos por la responsabilidad».

Antolín remarca que «habrá que reestructurar bares y negocios» y su mirada también se detiene en las bajas de un sector especialmente tocado por la crisis económica generada por el coronavirus. «No quiero pasar la oportunidad, me gustaría recordar a todos nuestros compañeros que han caído durante la pandemia». Un estudio municipal estimó que en el primer año de pandemia, la capital alavesa perdió 84 bares o restaurantes y 32 tiendas, en su mayoría del sector de la moda, el calzado y los complementos.

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«Consumición en barray ampliación de horarios, perfecto. Uso de mascarillas en interior, imposible»

Intxo Pérez de Arenaza

Extitxu

Uno de los que ha resistido es el Extitxu, un clásico del Casco Viejo vitoriano. Su líder, Intxo Pérez de Arenaza, elige un mensaje telegráfico para condensar sus sentimientos. «Consumición en barra, perfecto. Ampliación de horarios, perfecto. Lo estábamos deseando. Utilización de mascarillas en el interior, imposible».

Ya sin corsés horarios, discotecas como Mítika miran al viernes y al sábado. «Volvemos a los horarios normales. Nos sentimos muy contentos. Es una buena decisión, cierra a las 3 te limita muchísimo. Tenemos ese margen que nos va a dar mucho oxígeno», confiesa Santi Ramírez, propietario de esta sala de fiestas ubicada en Dendaraba.

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«Mi duda es qué vamos a hacer con las mesas y sillas extras que pusimos. Alguna dejaremos porque hay clientes que se han acostumbrado a estar sentados y te lo demandan», asegura.

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