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Al sector primario alavés se le acumulan los problemas en el granero. Las provincia ha pasado de exportar sus excedentes de paja, esencial para la ganadería, a asomarse a un escenario en el que, con toda probabilidad, tendrá que compararla en el mercado internacional y, ... muy en concreto, en Francia. El Gobierno vasco, la Diputación y los ganaderos y agricultores alaveses se citaron ayer en Vitoria en una reunión de seguimiento para abordar un asunto que atenaza al campo.
«En los últimos meses, ante la falta de lluvias se detectó la necesidad de tener que traer paja desde Francia», explica la presidenta de la Unión Agroganadera de Álava (UAGA), Edurne Basterra. «Las últimas lluvias van a permitir a algunas explotaciones puedan librar y autoabastecerse, pero muchas otras tendrán que recurrir a comprarla fuera porque, aunque va a haber paja en Álava, los pajeros tienen contratos en vigor y la tienen comprometida», explica.
Txema López de Abetxuko, al frente de una explotación de vacuno de leche, reconoce que en algunas campañas ya ha tenido que comprar alfalfa y bezo a zonas cercanas como Burgos o Aragón, que, territorios que también están sufriendo sobremanera las consecuencias de la sequía. «Y el gran problema que tenemos es el del maíz picado (esencial para la alimentación del ganado): aquí no se ha sembrado debido a la sequía y al enorme aumento de los costes de producción, por lo que vamos a tener que traerlo de fuera», detalla. Para el ganadero, el escenario es tan delicado que no descarta tener que llegar, incluso, a mandar animales al matadero. «Si no podemos conseguir comida y el precio de lo que hay se ha duplicado con respecto al año pasado y triplicado o, incluso cuadriplicado sobre el anterior, se tendrían que sacrificar animales», adelanta.
No obstante, fuentes del sector reconocen que la situación se ha aliviado ligeramente en las últimas dos semanas por la llegada da de lluvias y las temperaturas, más suaves, de los últimos días. Y eso que en la recta final de la primavera, y ante la situación de pertinaz sequía generalizada, se temía una situación «de extrema gravedad» que, por fortuna, no se ha llegado a vivir.
El pasado junio fue el más cálido en dos décadas, sí. Sin embargo, los chaparrones que se sucedieron a lo largo del mes le dieron un revolcón al balance de precipitaciones. Pasamos de una situación preocupante a terminar un mes húmedo o, incluso muy húmedo en algunas zonas de la Montaña Alavesa y Valdegovía. Se llegaron a alcanzar acumulados de 182 litros por metro cuadrado en Navarrete (Bernedo) y 124 en Tobillas (Valdegovía), superiores para la media para esta época del año.
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