![La intensidad del granizo formó charcos en las viñas con gran rapidez en Navaridas.](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202006/16/media/cortadas/granizada-knaF-U110529978477t9F-624x385@El%20Correo.jpg)
![La intensidad del granizo formó charcos en las viñas con gran rapidez en Navaridas.](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202006/16/media/cortadas/granizada-knaF-U110529978477t9F-624x385@El%20Correo.jpg)
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«Han caído granos como garbanzos», aseguraba Miguel Ángel Fernández, alcalde de Navaridas, minutos después de que escampara. La «espectacular» granizada que azotó durante la tarde de este martes Rioja Alavesa se concentró en apenas unos cinco minutos, pero golpeó con fuerza los viñedos de ... Navaridas, Villabuena y Leza. Sus daños, visibles para los vecinos y viticultores, son todavía difíciles de calcular en la cosecha, pero hay quien teme que supongan el remate a la incertidumbre que se ha extendido en la región a cuenta de la pandemia.
«Puede ser la puntilla a todo lo que estamos viviendo», asegura Fernández, en referencia a la caída en las ventas y en el precio de la uva que puede desencadenar la epidemia. Los viticultores, de hecho, aún desconocen si podrán dar salida a todo el producto y a qué precio. «Puede ser un año en blanco», remarca el regidor de Navaridas. Los efectos que deja la granizada en las viñas se conocerán en los próximos días, pero algunos vecinos que salieron enseguida a comprobar sus terrenos realizaron ya las primeras estimaciones, nada halagüeñas.
«Calculamos que entre el 80 y el 90% del producto estará dañado», afirma Inma, que vive en Leza y cultiva en Navaridas, la localidad más golpeada por las precipitaciones junto a Villabuena. «Quienes tengan seguro podrán salvar algo, pero el resto...», anticipa. Lo cierto es que la granizada cogió a más de uno despistado y apenas le dio tiempo a asomarse para observar la cortina blanca que cubrió el paisaje durante unos minutos. La rapidez con la que escampó hizo pensar al inicio que los daños no serían cuantiosos, pero algunas imágenes que dejó la tromba de agua elevaron la preocupación entre los habitantes de Rioja Alavesa.
Vides rodeadas de pequeños charcos e incluso surcos blancos de granizo en el asfalto fueron algunas de las estampas que más se repitieron y que circularon entre los vecinos a través de sus móviles, y que pusieron en alerta a más de un viticultor que se acercó a realizar un rápido reconocimiento preliminar.
Una vez comprobado el efecto inmediato, no obstante, surgieron las dudas de cuál sería el impacto real en la cosecha y sus consecuencias en un año ya rodeado de dudas. «La campaña ya era muy incierta y esto puede ser el remate», advierte Miguel Ángel Fernández. El desplome en las ventas por el cierre de la hostelería durante el confinamiento y la previsible caída en las exportaciones por la pandemia y el endurecimiento de los acuerdos comerciales cubrían de niebla las expectativas de algunos bodegueros y productores, ahora preocupados también por la reciente granizada.
La climatología, de hecho, había respetado durante buena parte del año a la región, lejos de las heladas o fuertes lluvias de campañas anteriores. Antes de que estallara la crisis sanitaria, la mayoría de los expertos coincidía en que se avecinaba una cosecha prometedora, que a día de hoy se encuentra envuelta entre interrogantes. Todo ello, además, en plena campaña del Gobierno vasco por distinguir los vinos de Rioja Alavesa y otras denominaciones vascas bajo el paraguas de Basque Wine.
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