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El frontón Lakua será la única referencia alavesa en lo que a la vacunación COVID se refiere a partir del lunes, cuando cierre sus puertas el 'vacunódromo' de Llodio. Desde entonces, toda la zona rural alavesa tendrá que desplazarse a Vitoria para ser inmunizada ... y los residentes en la comarca de Ayala tendrán que dirigirse a otro de los centros abiertos en Vizcaya, el polideportivo Urreta de Galdakao y el propio hospital.
El de Llodio era el único centro de vacunación que quedaba abierto desde que a mediados de abril se multiplicaron estos espacios. En Álava se ubicaron cinco fuera de Vitoria, en Salvatierra, Murgia, Espejo y en el hospital de Leza que vacunaron a los grupos de más edad hasta alcanzar los 70 años. A partir de entonces, su papel fue testimonial. Durante la mayor parte del tiempo, ha sido el personal de cada ambulatorio con formación específica, quien ha inoculado las vacunas. En ocasiones puntuales, han contado con el refuerzo de los equipos de vacunación desplazados hasta esas zonas para completar la tarea.
El cierre del centro llodiano ha despertado un enorme malestar a por «los inconvenientes que supone el desplazamiento en tiempo, coste y dificultades para aparcar», señalan los afectados, que ahora tendrán que dedicar al menos tres horas a este trámite. A ellos se suman los residentes en toda la zona de Ayala y Orozko, que también se estaban atendiendo desde el centro de vacunación del parque de Lamuza. «Es muy cómodo porque incluso permite la entrada con coches para la gente que tiene problemas de movilidad», señaló ayer Izaskun Barrenengoa. Otros usuarios en cambio apuntaban a la posibilidad de «mantener el servicio en el propio ambulatorio, donde en septiembre del año pasado se acondicionaron dos módulos, en lugar de obligarnos a desplazarnos a todos», indicó Iratxe Castro. Jorge Escudero en cambio señaló que «el equipo de vacunación podrían venir solo los días que haga falta».
Osakidetza anunció la semana pasada que reduciría el número de centros de vacunación de 117 a 24. «En su día, cuando empezamos la vacunación a población general, el criterio era la proximidad, teniendo en cuenta el público al que íbamos a vacunar. En la medida que hemos ido avanzando, el colectivo a vacunar es más joven y por tanto, con mayor posibilidad de movimiento» explicó. Era la manera de facilitar que los mayores pudieran vacunarse cerca de su casa.
A estas alturas se suma también la reducción de personal que lleva aparejada el verano y las vacaciones.
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