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En la escena apenas hay luz. Dos figuras -una vestida al blanco y otra al negro- se valen durante casi dos horas de un par ... de sillas de madera, de una guitarra, un cajón y de los ruidos que genera su voz para ofrecer una 'performance' que deconstruye el concepto de flamenco clásico. Son El Niño de Elche e Israel Galván, dos artistas que han nacido en el seno de este género pero que, poco a poco, se han ido desligado de él. O eso dicen. Lo que está claro es que esos sitios de los que parten les han hecho unirse. La última fusión se ha dado en 'Mellizo Doble', un espectáculo que nació hace un par de años en un tablao de Japón y que llegará mañana al Teatro Principal (a las 19.30 horas, entradas desde nueve euros).
Según publicitan, no es una 'performance' apta para puristas, pues revierten la experiencia del flamenco, «que aparece como humana, demasiado humana», y aseguran que «cuando arde el teatro y la piel y la carne se consumen vemos debajo el esqueleto de dos máquinas». Algo así como una «experiencia cyborg». Pero, ¿por qué representan esto? «Cualquiera que esté en el mundo del flamenco sabe que es un arte que está más cercano a las matemáticas que a la pasión. La improvisación está muy regulada por lo mecánico. Se piensa que en estas imágenes todo es muy anárquico, pero es todo lo contrario. Al principio, cuando no se sabía qué coño iba a ser eso, podía ser un poco más desordenado, pero ya no», relata en una conversación con este periódico Niño de Elche (en realidad Francisco Contreras), que ha empezado a declararse como exflamenco a raíz de la publicación de su último disco 'Flamenco. Mausoleo de Celebración, Amor y Muerte'.
Un discurso que converge a la perfección con el propagado en el siglo XX por el ensayista antiflamenquista y antitaurino Eugenio Noel y que emerge como uno de los referentes que marca el guion de este hermanamiento. Entre ellos, también está Val del Omar o Vicente Escudero. Figuras que, en principio, se encuentran en puntos opuestos. «Para Eugenio Noel la única forma de acercarse a sus pasiones era ir en contra de ellas. Si quieres criticar algo, tienes que empaparte de ello, para saber sus fisuras y grandezas. Tener otra visión más radical del flamenco me permite sumergirme en el barro, pringarme al máximo. Huyo del barroquismo, de las modas, de las tendencias que genera este mercado. Por eso tengo más libertad para hacer un disco de flamenco radical que los que hacen otros más clásicos. Es una paradoja», apunta Contreras, que ha tenido una construcción de la identidad distinta a la de su mellizo.
«Israel (Galván) ha nacido en las pautas de una familia flamenco y se convirtió en casi la gran esperanza del mundo clásico», expresa. Pero a ambos les interesa «el silencio, el ruido, la ironía, las identidades, el movimiento». Elementos que convergen en su representación y que suponen una forma de entender el cante que no está exenta de críticas.
- ¿Temen que el público no entienda su propuesta?
- No. Y no sé si la cosa va de entender. Muchas veces yo no entiendo lo que hago. Pero, sin ser inconsciente no me hubiera metido en la mayoría de proyectos en los que he participado. Cuando alguien critica un «vacío de contenido» es porque hay un anhelo en concreto. Todos pagamos una entrada con un cierto deseo, lo triste es que esa expectativa enturbie tu experiencia.
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