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La Fiscalía de Colombia interroga a la novia del vitoriano que apareció muerto en BarranquillaDavid González
Sábado, 23 de marzo 2024, 17:31
Continúa la investigación de las autoridades colombianas para tratar de esclarecer las circunstancias de la muerte del vitoriano Iker Samaniego, cuyo cadáver fue encontrado el pasado fin de semana en su casa alquilada de Barranquilla. Tenía 33 años y llevaba alrededor de seis meses ... esta ciudad pegada al mar Caribe.
Según ha sabido este periódico, agentes del Cuerpo Técnico de Investigación Criminal y Judicial, una unidad de la Fiscalía General de Colombia, han tomado declaración a la novia colombiana de este joven. Su cuerpo fue hallado con «laceraciones en el cuello y una herida en el rostro». Su compañera salió de las oficinas estatales al poco tiempo de prestar testimonio.
Los investigadores trabajan en dos hipótesis principales; Samaniego fue asesinado o sufrió algún percance con resultados fatales. En este sentido, su pareja colombiana fue la última persona que le vio con vida. De hecho, la jornada anterior a su fallecimiento mantuvieron una fuerte discusión saldada con la aparición de la Policía en su casa del barrio Simón Bolivar, en la parte sur de esta ciudad colombiana. El vitoriano fue llevado a comisaría y esta mujer, en teoría, se marchó a casa de unos familiares.
Varios vecinos de la zona también han prestado declaración con el objetivo de intentar arrojar luz a las circunstancias de su muerte. La autopsia, citan medios colombianos, se antoja fundamental para el esclarecimiento de este hecho.
Muy conocido en algunos círculos de Vitoria, hacía tiempo que Samaniego había hecho las maletas. En parte por sus problemas con la Justicia. Criado en una familia de clase media y culta, siempre se expuso en las redes sociales avalado por un físico privilegiado ya que medía alrededor de 1,90 metros y lucía una cuidada figura de culturista.
Pero este vitoriano también era conocido porque en 2014 su Ferrari de segunda mano se calcinó frente al embalse de Ullíbarri-Gamboa, en la zona de la playa de Landa. Dos años después, pasó un tiempo en la prisión de Zaballa por participar en la tortura a un presunto trabajador a su cargo en una plantación de marihuana. En el posterior juicio sumó un global de 5 años de prisión por un total de siete delitos pero, al no ser ninguna de las condenas superior a los dos años y un día, libró de volver a un centro penitenciario.
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