Feligreses asisten a una de las primeras misas que se celebraron en la parroquia de los Desamparados. Igor Martin

«A finales de mayo llegamos a oficiar dos funerales al día»

Las parroquias alavesas celebran las exequias que quedaron pendientes en el confinamiento. «Para las familias es importante cerrar el duelo»

Sábado, 27 de junio 2020, 04:26

A la yaya Eloísa no la pudieron enterrar en Berrocalejo como ella quería. La mujer no descansará allá, en ese pueblito de la provincia de Cáceres, en ese cementerio donde casi se puede ver el embalse de Valdecañas, allá donde todavía hay una calle a ... la que llaman del Generalísimo Franco. Eloísa yace en El Salvador desde mediados de abril. «Sólo pudieron estar mi aita, mi tío y mi tía en el entierro, el 20 de mayo fue la misa (el funeral) y estuvimos casi todos», cuenta Alejandro Martínez, su nieto. «Fue muy extraño», añade. La semana que viene toda la familia, esta vez sí, marchará a Extremadura para celebrar allí, en su pueblo, una misa en su honor. A Eloísa, que murió sola en el hospital, que se fue sin que nadie la pudiera velar, la despedirán tres veces. Sus hijos, sus nietos, sus sobrinos pasarán tres veces el duelo por ella.

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Como la familia de Eloísa, cientos de alaveses viven estos días las despedidas que quedaron suspendidas por la pandemia. Al dolor de la pérdida, con los entierros más tristes, más descarnados, se unió la imposibilidad de compartir tan duros momentos con los allegados, con los amigos en un funeral. Es el momento de empezar las heridas abiertas del duelo que tanto tardan en cicatrizar.

Los funerales se comenzaron a permitir el pasado 11 de mayo, con la llegada de la fase 1 de la desescalada. Parroquias como la de San Juan de Judimendi reservaron aquellos primeros días todas las tardes para oficiar unos funerales que, por aquel entonces, todavía se oficiaron bajo unas medidas muy estrictas, con un 30% del aforo de cada templo. «Sin embargo, la mayoría de las familias prefirió esperar para cuando estuviera permitido celebrarlos con más aforo y también por precaución», apuntan fuentes del Obispado de Vitoria.

«Muchas familias decidieron aguardar un poco más y todavía ahora estamos con funerales de fallecidos en marzo y abril», sostiene César Fernández de Larrea, párroco de SanMateo, en la Avenida. «Hay que tener en cuenta que muchos estaban pendientes de que se pudieran hacer desplazamientos para poder reunir a familiares que viven fuera, en cualquier caso a la gente se le estaba haciendo muy largo este proceso», añade el sacerdote.

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Cerrar el círculo

En un funeral siempre se remueven sentimientos. La diferencia es que habitualmente las exequias se ofician al día siguiente del sepelio y ahora, en muchos casos, se han dejado pasar más de dos meses. «Esto hace que se remuevan sentimientos para la familia, pero aunque sea doloroso, también es necesario», destaca el párroco de San Mateo. De hecho, más que volver a pasar dos veces por el amargo trance de la despedida, la ceremonia resulta balsámico para las familias. «Es el momento de cerrar el círculo, de pasar ese duelo que ha quedado colgando, mucha gente necesitaba cerrar esta etapa y también hay a quienes les cuesta asumir esta situación tan dura, tan anómala, que todavía están en 'shock' y prefieren postergarlo», explica Rubén Martínez, el párroco de San Cristóbal, San Ignacio, el Sagrado Corazón y Aretxabaleta.

El padre Rubén ha oficiado una veintena de funerales desde el final del confinamiento. «En mayo, a finales, hubo días que hacíamos dos diarios, pero no he llegado a tener una sensación de avalancha en ningún momento», asegura. «Son las familias las que deciden el momento de organizar el funeral, yo tengo varios pendientes pero aquí no tenemos ningún problema de fechas», abunda el párroco.

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Podéis ir en paz... y recordad mantenerlas distancias

  • «Te acompaño en el sentimiento» es una de esas frases que el protocolo reserva para el pésame, para un momento tan delicado como el fin de un funeral. Pero allí, a la puerta de la iglesia, lo habitual es, era, recibir abrazos de familiares y amigos, que reconfortan muchísimo más que cualquier fórmula protocolaria. Ahora, cuando las mascarillas empañan las lágrimas en las despedidas más tristes, esas muestras de cariño han de realizarse sin contacto. «Yo suelo recordar tanto al principio como al final del funeral que hay que mantener las distancias y evitar el contacto físico en las muestras de cariño», asegura el padre César, párroco de la iglesia vitoriana de San Mateo. «He vivido situaciones muy duras como el primer reencuentro de toda una familia para despedir al abuelo», añade el sacerdote. «Se hace muy extraño, es muy frío vivir un momento así y que nadie pueda ni tocarte, añade Alejandro Martínez, que despidió hace unos días a su abuela Eloisa. Sin abrazos, las despedidas resultan todavía más amargas.

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