El Festival de las Naciones de Vitoria acerca al visitante sabores y ritmos de todo el mundo

Claudia Cafferata está al mando de los 'stands' de Colombia y la India, pausa obligada para los amantes de los sabores intensos. «Hemos traído lo más representativo de la comida callejera colombiana como los tamales; carne de pollo adobado con verduras envuelta en masa de maíz y hoja de plátano que cocinamos al vapor durante hora y media», explica esta peruana mientras se afana en realizar los paquetitos que después irán directos a la olla exprés. «También vendemos mucha piña colada que la servimos en coco natural y a la gente le encanta», añade.

En la cocina de la India ha habido que hacer unos pequeños cambios para adaptarse al paladar local. «Son elaboraciones tradicionales pero hemos suavizado el picante y las especias», confiesa Claudia, una veterana ya de la feria que agradece con entusiasmo la renovación de la plaza de la Constitución. Las samosas –empanadas de trigo– o las pakoras –croquetas veganas– se pueden acompañar aquí de una refrescante limonada de jengibre o pasarlas con lassi de mango, un batido elaborado a base de yogur ideal para atenuar el picante.

Justo enfrente, el inconfundible olor a parrilla transporta al visitante directamente a Argentina. «Los argentinos somos carnívoros por naturaleza y aquí vendemos churrasco, empanadas de carne… Pero sin duda, el choripán con chorizo criollo es nuestro bocadillo estrella entre el público vitoriano», desvela Miguel Ángel Zamarreño. En su puesto no falta la cerveza Quilmes, «la más representativa del país, la que aparecía en las camisetas de River Plate y Boca Juniors», aclara.

Y de Europa a Sudáfrica, para seguir llenando el estómago, se llega en menos de un minuto. Allí se puede elegir entre carne de cebra, importada desde Sudáfrica; de cocodrilo, traída de Zimbabue; o de serpiente, directita de Vietnam. «Mucha gente repite y el cocodrilo es lo que más gusta. También triunfa la cerveza de cannabis, que tiene un sabor bastante intenso» comparte Jorge, que para los menos atrevidos también ofrece bocatas de jabalí y ciervo.

La artesanía típica marroquí está representada en el puesto de Hakim Lazrak, repleto de bolsos, mochilas y riñoneras de cuero. «Lo traemos todo directamente desde allí, como las lámparas de vidrio de colores de Turquía y los pantalones de seda de la India», explica. Este año, como novedad, llegan con unos bolsos redondos de paja y cuero, la perdición de cualquier 'fashionista' este verano. Hassan realiza el trenzado a mano «con mucha paciencia» y se demora unos dos días en terminar cada uno de ellos.

Las perlas negras de Australia, Tahití o Filipinas son las protagonistas en la caseta de Mari Carmen. Que da las claves de esta joya, «el color, el brillo y la dureza son las que diferencian cada perla. Y aquí tenemos piezas que van desde los 12 hasta los 450 euros». Por su parte, Sohail Gossani ofrece pashminas de lana cachemir, alfombras de seda y joyería en plata traída desde la India. «Son realizadas por artesanos locales muy difíciles de encontrar en otro lugar», subraya tras uno de los mostradores que forman parte de esta particular Torre de Babel en la que jamás falta el ritmo.