«El griterío que se monta al derribar estatuas sólo nos aleja de conocer el pasado»

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto, el jesuita bilbaíno es además director de la Fundación Vocento. Sus fieles lectores convierten cada uno de sus libros en un éxito editorial. En 'Paisajes de la historia de España', un libro que García de Cortázar llevaba tiempo queriendo escribir, el lector encontrará medio centenar de lugares que le ayudan a llevar al presente la realidad histórica del país. El historiador recorre desde Ampurias, recuerdo de la colonización griega, hasta Ermua. «Por mucho que pasen los años, sigo oyendo los gritos y viendo las pancartas de aquel julio de 1997 en que ETAasesinó a Miguel Ángel Blanco», reconoce. Santiago de Compostela, Trujillo, Valladolid, Cádiz, Estella, Barcelona y Melilla son otros de los escenarios que este libro escrito entre viajes y recuerdos recorre desde una visión histórica.

Pese a todo, García de Cortázar defiende que lo fundamental es no «caer en el error de juzgar el pasado con los ojos del presente». «Ningún personaje de la historia resiste la aplicación de las normas morales de nuestro tiempo. Ninguno», subraya sin dejar de añadir que «todo ese griterío que se monta» derribando estatuas «sólo nos aleja del conocimiento verdadero del pasado». La conquista de América fue cruel y violenta. «Como todas las de la historia. Había, por supuesto, conquistadores y colonos que actuaban como bestias, pero también el más completo y avanzado cuerpo legislativo de su tiempo, animado por un espíritu de justicia que no se halla en ninguna otra legislación colonial», asegura el experto.

El Gobierno acaba de modificar el currículo de Bachillerato para reducir temarios anteriores a 1812, relacionados, por ejemplo, con Al Andalus, los Reyes Católicos o los Austrias. Una decisión que para García de Cortázar supone «un tijeretazo a la historia» y responde a una razón muy sencilla. «Si el ciudadano no conoce el pasado, éste puede ser tergiversado a placer por el político de turno. Y quien sale perdiendo, una vez más, es la idea de España. Resulta muy preocupante porque para saber lo que es una nación hay, ante todo, que sabe cómo ha llegado a ser lo que es. La historia tiene una dimensión trascendente, y desconocerla es como carecer de derechos civiles», denuncia el catedrático bilbaíno.

'Y cuando digo España', 'Los mitos de la historia de España', 'Viaje al corazón de España' y 'Memoria de España' son algunos de los títulos que el prolífico autor ha publicado en los últimos veinte años. Sin embargo, cada vez es menos frecuente escuchar el nombre de la nación. A ojos de García de Cortázar, la «violencia más atroz» contra los principios de una civilización se realiza «usurpando el significado de las palabras, golpeándolas hasta dejarlas sin sentido». «La expresión 'Estado español' es un pequeño Frankenstein que nos ha colado el nacionalismo y que no tiene otra razón de ser que impugnar la existencia de la nación española. Y debo reconocer, con tristeza, que ha tenido éxito, ya que se utiliza hasta en los telediarios de TVE», lamenta.

La España a la que García de Cortázar dedica miles de páginas es una destacada comunidad política de vida e intereses, una experiencia colectiva como Francia e Inglaterra, y no «una mera agregación de sus regiones». Asimismo, pide «no ser ingenuos» ante la idea de reformar la Constitución o dar el paso a una transición. «¿Transición a qué? ¿A la España plural? Ninguno de los partidos nacionalistas la desea más que como espacio en el que reforzar sus posiciones para alcanzar la independencia y la formación de un Estado propio», advierte.

Si Arturo Pérez-Reverte considera a España «sumamente inculta», para García de Cortázar esta ha sufrido, «quizás como ningún otro país de Europa, la liquidación del saber». Y pone ejemplos. «En los institutos ya no se lee a Baltasar Gracián, todo un best-seller en Estados Unidos. De Séneca o los grandes clásicos de la Antigüedad ni hablamos. Siguiendo el brutal utilitarismo que se pregunta para qué sirve estudiar historia, filosofía o literatura, se ha producido una quiebra cultural enorme. Y eso hay que decirlo», sentencia.