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Contratos de las familias para comprometerse a retrasar la entrega del primer 'smartphone' a sus hijos y así hacer presión social. La preocupación por el uso de teléfonos móviles y redes sociales entre los adolescentes es tan fuerte que progenitores y colegios de Vitoria están ... empezando a adoptar medidas inéditas. Les inquieta el aislamiento social, el acceso prematuro a la pornografía, la disminución de la atención o la afección a la autoestima al promover unos cánones de belleza inalcanzables que provocan estos dispositivos. Y han dicho 'basta'.
En la capital alavesa, al menos dos centros se han aliado con las familias para prorrogar la entrega de un móvil a los niños. Una iniciativa pionera en la capital alavesa que tiene algunos precedentes en otros pueblos de Euskadi y ciudades del país. «Llegamos tarde, tardísimo. Pero esto va 'in crescendo' y creemos que estamos a tiempo de frenar esta tendencia», asegura Aitor Pérez de San Román, director de Urkide, donde han preparado un documento en el que padres y madres se responsabilizan de no dar acceso demasiado pronto a estos dispositivos. Al menos hasta 1º de la ESO (12 años), «aunque lo ideal sería retrasarlo a 2º e incluso a 3º de ESO». En Marianistas tienen una iniciativa similar.
Los datos son preocupantes. Y es que uno de cada tres menores vascos entre 11 y 18 años pasa más de cinco horas al día en internet, un porcentaje que se eleva hasta el 46% de los chavales los fines de semana, y uno de cada cinco muestra algún nivel de enganche a los videojuegos, según los datos de la última encuesta de adicciones del Gobierno vasco. «En las aulas vemos cada día cómo la capacidad de atención ha disminuido notoriamente. Pero fuera, parece que la sociedad no es consciente del todo del peligro. Si comparáramos el teléfono con cualquier otro elemento que conlleva adicción, los padres se llevarían las manos a la cabeza», reflexiona Marga Ajuria, coordinadora del equipo de valores de Urkide, que este año trabaja con el lema 'Reset. Lo que nos hace humanos'.
Desde el AMPA del centro aplauden la iniciativa y esperan que más escuelas y colectivos se sumen al planteamiento. «Es algo que nos preocupa desde hace años, y queríamos abordarlo de forma contundente. Nos parece que un alumno en Primaria o en el primer ciclo de la ESO no tiene la madurez suficiente para gestionar un 'smartphone'», reflexiona Felipe Luzuriaga, presidente de la asociación de padres y madres. «Están en el parque y están todos mirando la pantalla, o van a las canchas y en vez de jugar al fútbol o al baloncesto están mirando las redes sociales. Y hay una presión tremenda para los niños que no lo tienen», añade Ainara Jiménez, otra madre del centro que aboga por una «presión de grupo positiva» y un «pacto social» para que esta iniciativa se expanda en la capital alavesa. Remarca que, si lo que se quiere es tenerlos controlados, hay otras opciones como los teléfonos sin acceso a internet.
Según el informe de 2022 del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, en España dos de cada diez niños de 10 años ya tienen móvil. Con 12 años la cifra se eleva a dos de cada tres, y con 13, a nueve de cada diez. «Las familias están muy presionadas para regalarles un móvil, y una sola no puede hacer la guerra. Pero si nos unimos y se crea grupo ahí está la fuerza», desliza Maite Vesga, del equipo de orientación de Urkide. Los contratos que han preparado irán acompañados de formación a las familias sobre nuevas tecnologías y sobre cómo controlar el uso que los menores hacen de ellas. Se les recomienda además el visionado de la serie documental 'Generación Porno', que ilustra sin filtros la relación de los jóvenes con la pornografía y la influencia en su educación sexual.
«Con diez años el porno les llega a sus pantallas sin que ni siquiera lo busquen. Niñas de once años nos han admitido que tienen miedo de que les obliguen a tener sexo sin que ellas quieran. Esto está pasando y lo estamos permitiendo. Tenemos que ponernos las pilas», advierten los docentes.
En el colegio Marianistas, las propias familias de 4º de Primaria han sido las que han realizado un pacto entre todas para retrasar la edad de entrega del teléfono. Lo pusieron en marcha tras unas charlas organizadas por la Fundación Vital en las que expertos les hablaron de los peligros a los que se exponen los menores en el universo virtual. «Desde el colegio les estamos acompañando en este movimiento y nos consta que la iniciativa puede estar ampliándose a otros cursos», trasladan desde la escuela. En colegios de otras ciudades como Barcelona son más ambiciosos y han establecido la edad mínima óptima en 16 años.
años. A esa edad, dos de cada diez niños ya tienen móvil según el último informe del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad. Con 12 años la cifra se eleva a dos de cada tres, y con 13, a nueve de cada diez
Es una de las cuestiones que más preocupa a familias y docentes. «Con diez años el porno les llega a sus pantallas sin que ni siquiera lo busquen», advierten los docentes.
horas al día pasan de media en internet uno de cada tres menores vascos de entre 11 y 18 años. Un porcentaje que se eleva hasta el 46% de los chavales los fines de semana.
Colegios y familias que se han comprometido a retrasar la entrega del primer 'smartphone' a sus hijos abogan por una presión de grupo positiva para que se cree comunidad y esta iniciativa se expanda por la capital alavesa.
El contrato para familias con hijos adolescentes no es el único que han redactado en el colegio Urkide a raíz de su preocupación por el uso de los teléfonos móviles y las redes sociales. El centro quiere firmar también una alianza con los progenitores de sus alumnos más pequeños –a partir de los dos años– para limitar el acceso a los dispositivos electrónicos. La idea es que se comprometan a no exponer a sus hijos a pantallas o, si no se quiere ir tan al extremo, a reducir esa exposición.
«Ya hay carritos de bebés con un brazo incorporado para enganchar el teléfono, los hemos visto por la calle. Hemos llegado a un punto en el que nos tenemos que parar y reflexionar sobre el perjuicio que les estamos causando», apunta Gustavo Rivera, profesor de Educación Infantil y coordinador de etapa. «Está comprobado que lo primero que agarra un bebé cuando tiene capacidad de movimiento es el mando de la tele y un teléfono, lo que ven en casa. Les ponemos delante de una pantalla para entretenerles y ya no necesitan hacer nada, eso conlleva más adelante problemas de movimiento y de socialización», advierte. Por eso considera tan importante alertar a las familias y lograr su compromiso a través de un contrato. También es una manera de concienciarles para los contratos con los que se encontrarán en el centro cuando sus hijos vayan creciendo. «Puede que lo que ahora vemos como una utopía en el futuro no lo sea», asegura optimista Rivera.
En el caso de los alumnos más mayores, la intención es que las familias se comprometan a revisar sus teléfonos móviles y que estos dispositivos se dejen de usar a partir de cierta hora. De esta manera, todas las familias del centro adquieren diferentes compromisos adaptados a la edad de sus hijos. Y la firme intención es que esto se expanda a toda la ciudad. En Irlanda, por ejemplo, ya se ha conseguido. Todo el pueblo de Greystones, encabezado por asociaciones de familias y colegios, se ha unido para que los niños no usen el móvil ni en casa ni en la escuela antes de los 12 años. Se ha logrado firmando un documento conjunto.
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