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El dominico Xabier Gómez (Aizkoitia, 1970) está ultimando su periplo, antes de convertirse en el nuevo Obispo de Sant Feliu de Llobegrat, como director de Migraciones en la Conferencia Episcopal Española. Esta mañana de viernes visita la capital alavesa para abordar con distintos organismos (a ... las 10.00 horas, en la sala Carlos Abaitua, junto a la Catedral nueva) la forma de acoger a personas migrantes.
– ¿Qué quiere transmitir?
– Lo que vengo es a escuchar, a tomar el pulso a la realidad y, sobre todo, a animarnos a fijarnos en las oportunidades de trabajar con personas migradas.
– Todavía hay quien asocia a los inmigrantes con conceptos negativos. ¿Cómo nos acercamos a esos ciudadanos?
– Primero, con respeto. Aunque también debemos invitarles a buscar una información veraz. Muchas veces esas opiniones son fruto de un relato que ha ido llegando por una impresión estereotipada y reducida donde sólo consumimos las noticias más negativas.
– ¿A qué se refiere?
– Muchas veces se nos pasa reconocer la aportación que las personas migradas están haciendo a nuestra sociedad y es muy necesario fomentar espacios de encuentro donde se dé un diálogo sereno. La Iglesia intenta ya fomentar este tipo de momentos con todas las personas que se mueven. Y es que, por ejemplo, la historia de Álava tampoco se entiende sin la presencia de tanta gente que en su momento vino desde otras regiones de España. Por eso, hay que dar oportunidades a los demás para que demuestren que quieren un futuro digno entre nosotros.
– El Observatorio Vasco de Inmigración publicó ayer un estudio que apunta que más de un tercio de los vascos no se identifica con ninguna religión. ¿Cómo la Iglesia puede convertirse entonces en un refugio?
– La Iglesia ya está siendo un espacio de referencia para mucha gente vulnerable. Hay muchas personas que conocen la dificultad de no llegar a fin de mes, de no tener un padrón o de acceder a una vivienda o un trabajo digno y que conoce que la Iglesia tiene sus puertas abiertas para ellos. Eso está ahí. Otra cosa es que, a nivel social, eso se visibilice más o menos.
– Pero ustedes quieren ser punto de encuentro para todos.
– También existe el hecho de la indiferencia al fenómeno religioso. Aunque requiere un análisis profundo, conectado a muchas realidades, yo creo que cuando la gente se pregunta por lo que puede dar plenitud a su vida, a veces se nos olvida que la fe es una respuesta a este anhelo profundo de felicidad y de sentido.
– Bien. Centrémonos en esas noticias positivas que mencionaba antes.
– Las personas migradas son parte de la solución a muchos de nuestros desafíos. En primer lugar, hay un invierno demográfico muy grande en Euskadi que se está paliando gracias a la llegada de personas migradas. La incorporación al mercado laboral, igual. Necesitamos personas que contribuyan al sistema de pensiones, igual que también hay que reconocer la incorporación de personas a las parroquias que están revitalizando las comunidades católicas. Hay muchos ámbitos en los que la diversidad es una riqueza.
– El obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, pidió hace unos días, con motivo de la Jornada Mundial del Trabajo Decente regularizar «extraordinariamente» a inmigrantes. ¿Comparte esa necesidad?
– Absolutamente. Es un ejercicio de justicia y de reconocimiento que contribuiría a despolitizar aquello que tiene que ver con la migración. Porque si ese tema lo instrumentalizamos al servicio del rédito electoral, estamos generando un problema donde no tiene por qué haberlo. Se trata de una cuestión de humanidad y de ejercicio de la ciudadanía plena, como pide el Papa Francisco, de que las personas tengan un acceso rápido a su permiso de trabajo, de residencia o padrón.
– Entiendo.
– Además, aunque nos quieran hacer ver que no, la carestía de la vivienda es un problema mucho más importante que la migración. Para la mayor parte de los ciudadanos es el mayor problema, pero todavía es mucho peor cuando te encuentras en una situación irregular porque a lo mejor te pueden alquilar un cuartito, pero que no te quieren empadronar en ese piso, con lo cual quedas fuera de un montón de derechos.
– ¿Qué les diría, entonces, a los políticos?
– A veces encuentro una subida de tono en los discursos sobre las personas migradas. Son personas y hay mucho en juego. Por otro lado, hay unos datos objetivos que nos están diciendo que necesitamos mano de obra en nuestro país. Entonces, no entiendo esa esquizofrenia entre los datos que dicen que vamos a necesitar población y que estemos en estos discursos de hostilidad.
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