Delitos sexuales en Euskadi

Exigen cambiar de ikastola al menor condenado por «agresión sexual» a otra alumna en Vitoria

Poco ha ayudado en la recuperación de la atacada que ese joven, con el que no guardaba relación previa, haya mantenido su plaza en el mismo centro educativo «todo este tiempo», según denuncia la familia de la adolescente. Así lo dictó el Juzgado de Menores. En la calle no podía acercarse a su víctima a menos de 200 metros para, sin embargo, rebajar el veto a diez metros dentro de las instalaciones de la ikastola en la que ambos estudian. El viernes expiró esa medida de protección fruto de una sentencia de «agresión sexual a persona menor de dieciséis años sin violencia ni intimidación ni acceso carnal, de la menor entidad» recurrida por la Fiscalía de Álava y la acusación particular.

Y el lunes, la Audiencia Provincial de Álava celebró una vista oral para tratar este delicado asunto. Mientras las acusaciones reclamaron ampliar el alejamiento y extenderlo a 200 metros hasta final de este nuevo curso como mínimo –lo que implicaría el traslado de centro de este agresor sexual menor de edad–, la defensa abogó por enterrar el asunto.

La decisión de los magistrados Jesús Poncela, Elena Cabero y Ana Zulueta llegará en unos días. Al margen de su dictamen, a este chico aún le quedan por cumplir doce meses de libertad vigilada, en los que debería cumplimentar algún curso de reeducación. Eso sí, ya sin prohibición de contacto con su víctima, un año menor que él.

La familia de esta adolescente víctima de agresión sexual confía en que la Audiencia escuche sus ruegos. El último curso, critican, ha sido «un suplicio» para esta chica, que ha bajado su rendimiento escolar tras coincidir con su atacante en las escaleras o en los recreos. Incluso ha habido otros altercados. «Tanto él (en referencia al condenado) como sus amigos le gritan su nombre, o el de él, cuando nuestra hija está cerca», alertan.

Las razones esgrimidas por el Juzgado de Menores para no cambiarle de ikastola es que «es hijo de padres separados», lleva «un peregrinaje por distintos colegios» y en este centro «ha logrado reconducir sus dificultades».

En este punto, la familia se declara decepcionada con el centro escolar. «Psicológica y emocionalmente deberían amparar a nuestra hija», apuntan dolidos. «Su coordinadora le ha soltado más de una vez que se deje de tonterías y mejore en inglés». Durante el juicio, otra responsable escolar declaró «no haber percibido miedo» en la adolescente ni haber presenciado incumplimiento alguno del agresor.

Esos testimonios chocaron con el informe de la Unidad de Menores de la Policía Local, quienes en octubre del año pasado acudieron a la ikastola y constataron la «inexistencia de un protocolo» para proteger a la víctima. Los agentes fueron «testigos directos» de un quebrantamiento. A raíz de esa visita, sí hubo ajustes.

Cuando en junio este periódico desveló el contenido del fallo, la ikastola sólo concedió un email. «Hemos aplicado todas las medidas y respondido absolutamente a todos los requerimientos que se nos ha pedido desde el Juzgado de Menores».