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El instituto público Samaniego de Laguardia va a perder de forma progresiva su línea de modelo A (también oferta los modelos B y D, ... que no corren peligro). Ubicado en una zona, Rioja Alavesa, de mayoría castellanoparlante, la enseñanza en español acoge a una alta proporción de alumnado de origen extranjero. La dirección del centro sostiene que es precisamente el hecho de estudiar en castellano lo que ha permitido que muchos aprueben ESO y Bachillerato y estén en disposición de ir a la Universidad.
La comunidad educativa del IES Txurdinaga Behekoa, en Bilbao, también se ha movilizado contra el posible cierre del centro. Educación ha retrasado la decisión al menos un curso. Este instituto tiene un Bachillerato artístico en modelo A que acoge estudiantes muy diversos, y su clausura supondría un duro golpe para las familias.
Más allá de las implicaciones para las respectivas comunidades escolares, estos ejemplos muestran cómo la enseñanza en castellano languidece en Euskadi. Este curso, por ejemplo, las aulas de modelo A apenas representan el 1,1% del total en Infantil; el 2,5% en Primaria; el 5% en ESO; y el 21% en Bachillerato.
Los centros educativos disponen de un amplio margen para elaborar sus proyectos lingüísticos, siempre y cuando respeten los objetivos de la ley educativa. Entre ellos, que al finalizar la ESO todos los alumnos sean competentes en euskera y castellano (nivel B2) y se manejen en inglés (nivel B1). La apuesta de la mayoría ha sido reducir la presencia del español en favor del euskera y, en menor medida, del inglés.
En la escuela pública el modelo D, con el euskera como lengua vehicular, es hegemónico. El castellano se estudia como asignatura a partir de Primaria. En cuanto al inglés, se introduce a los 3 años. En el resto de etapas, cada centro decide cuántas asignaturas se imparten en dicha lengua. Es habitual que los centros oferten una o dos materias 'extra' en inglés, sobre todo en ESO y Bachillerato.
En la red concertada la situación es algo distinta. El modelo D también es mayoritario, con asignaturas en inglés. En cuanto a los de modelo A y B, muchos –no existe un registro oficial– ofertan una enseñanza trilingüe. Es el caso, por ejemplo, de Jesús María, que llevará este modelo a Zabalbide ikastetxea el próximo curso, tras su fusión con Jesuitinas. El inglés es la lengua vehicular en las áreas STEAM (Science, Ciencias Naturales...), explican desde el centro. Lengua y matemáticas se imparten en castellano «por ser la base de otros aprendizajes». Y las asignaturas en euskera (Gizarte, Tutoría, Educación Física...) tienen «un enfoque comunicativo que busca la competencia lingüística para resolver situaciones de la vida cotidiana». Se trata de una opción «muy atractiva para las familias», sostienen.
La pregunta es si el modelo de inmersión lingüística –al margen de que algunas asignaturas se impartan también en inglés– es el único que garantiza el aprendizaje de una lengua con escasa presencia social como el euskera, tal y como perciben las familias, que cada año se decantan de forma masiva por esta opción. Y si marginar la lengua materna de la mayoría del alumnado tiene consecuencias en su rendimiento académico.
Según explica Jasone Cenoz, catedrática de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación por la UPV/EHU y miembro del comité que asesora al Departamento de Educación, el modelo de inmersión es una apuesta que «puede funcionar incluso en contextos donde la lengua de aprendizaje no tiene gran presencia social». Eso sí, ahí entran en juego «muchos factores» que deben alinearse, como «la motivación del alumnado, un profesorado con un alto nivel, buenas condiciones para la enseñanza...».
El problema es que tanto el nivel de matemáticas y ciencias como el de lengua vasca están en claro retroceso. El 52% del alumnado de 2º de ESO tiene un nivel «inicial» de euskera, lo que revela grandes carencias en el principal idioma de aprendizaje. Aunque otros autores así lo señalan, Cenoz no cree que esta caída se deba tanto a que la mayoría estudia en una lengua distinta a la del hogar porque «hace diez años el modelo D también era mayoritario». En su opinión, el mayor cambio tiene que ver con los propios alumnos. «Hoy se lee de otra manera. Los estudiantes están menos tiempo expuestos a lenguaje de calidad», sostiene, «lo que implica que necesiten un refuerzo educativo mucho mayor».
«Lo que debemos preguntarnos es si queremos un modelo D único para todos los centros o podemos tener elementos comunes con mecanismos distintos acordes a cada contexto sociolingüístico», se cuestiona, por su parte, Francisco Luna, exdirector del Isei-Ivei y miembro del Consejo Escolar del Estado. Pese a que la mayoría de alumnos «acaban sabiendo dos idiomas», algunos «no consiguen aprender euskera y otros lo hacen renqueando, con apoyo, y realizan un esfuerzo mucho mayor que si estudiasen en su lengua materna». Cree que el objetivo de alcanzar un B2 en ambas lenguas oficiales, hoy por hoy, es «una irrealidad».
Una posible solución sería lo que se conoce como translenguaje. Cenoz ha investigado este fenómeno. «Tradicionalmente, hemos aislado mucho las lenguas. En una asignatura en euskera o en inglés no se utilizaba para nada el castellano, es como si estuviera prohibido. Y eso resta muchas posibilidades», explica. Esto implicaría apoyarse en la lengua del hogar –siempre que eso sea posible, porque en el actual sistema educativo hay multitud de idiomas maternos– para explicar conceptos en otras lenguas. Es una idea cuyos beneficios destacan instituciones como el Banco Mundial o la Unesco.
La pregunta es si el modelo de inmersión lingüística –al margen de que algunas asignaturas se impartan también en inglés– es el único que garantiza el aprendizaje de una lengua con escasa presencia social como el euskera, tal y como perciben las familias, que cada año se decantan de forma masiva por esta opción
La comprensión lectora es la competencia fundamental para el aprendizaje. Pero los resultados obtenidos en la última evaluación PISA no son buenos. Y esto preocupa a la comunidad escolar. «Hay un problema», señala Jasone Cenoz, catedrática de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación por la UPV/EHU. No es algo exclusivo de Euskadi. También sucede en Alemania, Holanda, Suecia... Según la experta, esto se debe a que «hoy en día hay una menor exposición al registro académico del lenguaje porque, en general, se lee menos y el alumnado utiliza un lenguaje de redes sociales, muy coloquial». A su juicio, «hace falta una intervención» que implique también a familias y profesores.
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