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Pese a que de puertas para fuera parezca que la aprobación del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Vitoria ha entrado en compás de espera desde finales del pasado año, el Gabinete Etxebarria y Elkarrekin Podemos mantienen discretos contactos para sacar adelante ... el principal documento urbanístico. El equipo de gobierno (PSE-PNV) confía en contar con el apoyo esencial de la formación morada, que facilitó la aprobación inicial hace poco más de un año.
La tercera fuerza de la oposición aún no se ha pronunciado de manera pública sobre su posición respecto al Plan General, ni después de las elecciones ni a medida que se han conocido las propuestas para solventar las más de 300 alegaciones presentadas por agentes económicos, sociales e instituciones públicas. Sin embargo, fuentes de la formación aseguran que la tramitación del documento urbanístico de mayor rango tiene «buena pinta». Aunque el acuerdo no está aún cerrado y existen aspectos por pulir, no se antojan diferencias insalvables para sacar adelante el Plan General tras más de veinte años de espera.
La alcaldesa, por su lado, reconoció el pasado viernes que tiene «perspectiva positiva» para poner el sello al Plan General, su «principal objetivo» tras haber aprobado el Presupuesto municipal con EH Bildu. La hoja de ruta que se ha marcado el equipo de gobierno pasa por tener una respuesta definitiva a las alegaciones «antes del verano».
Existen algunas cuestiones de calado sobre las que el Gabinete Etxebarria ha dado algunas pistas. Por ejemplo, en la oferta de suelo industrial, una de las mayores preocupaciones de la Cámara de Comercio, la patronal SEA, el parque de Miñano e incluso la Diputación de Álava. La propuesta del Ayuntamiento contempla un máximo de 210 nuevas hectáreas en Miñano, Foronda, Júndiz y Arangiz, donde cabe una parcela XXL. Es probable que esta medida no sea la que más convenza a Elkarrekin Podemos, que siempre ha cargado contra el consumo de suelo para vivienda o actividad industrial. Sin embargo, hay voces en el grupo morado que creen que las cuestiones más espinosas aún pueden «compensarse» con otros planteamientos dentro del propio Plan General.
Con todo, tanto el equipo de gobierno como Elkarrekin Podemos mantienen de momento la discreción sobre este asunto, crucial en la primera legislatura de Etxebarria. No hay que olvidar que los primeros seis meses del nuevo curso político han estado marcados por un pronunciado distanciamiento entre el equipo de gobierno y el grupo que ahora encabeza Garbiñe Ruiz, que en el último mandato de Gorka Urtaran fueron socios preferentes.
Los acuerdos entre PSE-PNV y los morados han brillado por su ausencia desde el pasado verano, lo que ha diluido la relevancia de Elkarrekin Podemos en la sede de la Plaza de España. Pero, además, el tono que han empleado en los debates se ha endurecido de manera evidente. Durante los primeros meses, Etxebarria se apoyó en el PP para desbloquear las presidencias de las sociedades públicas y alzarse con la Alcaldía. Para el Presupuesto, mientras tanto, el equipo de gobierno alcanzó un pacto insólito con la formación abertzale.
Este movimiento pilló en fuera de juego al resto de partidos con representación en el Consistorio, pero sobre todo a Podemos. Era bien distinto desmarcarse de un acuerdo fiscal si ningún otro grupo lo apoyaba que hacerlo con el Presupuesto cuando otro partido estaba dispuesto a hacerlo. Y más si ese nuevo socio era Bildu. Ese escenario engullía a Elkarrekin.
No obstante, poco después de aquel pacto, la alcaldesa lanzó una especie de guiño a los morados. «Esta vez no ha podido ser, pero esperamos llegar a más acuerdos con Elkarrekin y con el PP», dijo Etxebarria. De hecho, un acuerdo de envergadura como el Plan General permitiría a Podemos volver de nuevo a la fotografía política del Ayuntamiento.
Tampoco hay que perder de vista que Podemos es, a día de hoy, la única opción viable del equipo de gobierno para sacar adelante el Plan General. El PP mostró desde el inicio un rechazo frontal a la propuesta original (votó en contra) y, a la espera de que se pronuncie, no parece que las últimas modificaciones sean suficientes para convencer a los populares. EH Bildu, que se abstuvo en la aprobación inicial a la espera de ver la evolución del documento, denunció posibles «cambios sustanciales» el pasado jueves, hasta el punto de que pedirá reiniciar toda la tramitación si esas modificaciones de calado se confirman. Esto implica que, en caso de que el equipo de gobierno no lograra blindar el apoyo político, el PGOU volvería a la casilla de salida, de lo que incluso complicaría su aprobación en esta legislatura.
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