![Etxebarria abre la negociación de la subida de impuestos con EH Bildu como primera opción](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/09/10/ala-olarizu-impuestos-kjeD-U2201185563784V9B-1200x840@El%20Correo.jpg)
![Etxebarria abre la negociación de la subida de impuestos con EH Bildu como primera opción](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/09/10/ala-olarizu-impuestos-kjeD-U2201185563784V9B-1200x840@El%20Correo.jpg)
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El inicio de curso con la celebración de Olárizu es este año mucho más literal que simbólico. El Ayuntamiento de Vitoria entra de lleno en la negociación de los impuestos y tasas municipales para 2025, una de las más complejas e incómodas de la rutina ... municipal. Lo es porque casi siempre se traduce en malas noticias para el bolsillo del ciudadano con el IBI, la circulación, la OTA, el abono deportivo, las basuras... El tiempo apremia, ya que del resultado final dependerá la confección del próximo presupuesto, y el equipo de gobierno (PSE-PNV) aún no ha trasladado su propuesta a los grupos de la oposición (EH Bildu, PP y Elkarrekin Podemos), a quienes necesita para actualizar los tributos al alza.
El Gabinete Etxebarria comunicará en los próximos días su propuesta para someterla a debate a lo largo de este mes, probablemente en cuestión de una semana. En esta ocasión, más allá de su relevancia habitual por tratarse de los ingresos directos que logra el Ayuntamiento a través de los ciudadanos, la negociación cobra aún más importancia por varios motivos. Por un lado, es el único gran acuerdo que se le resiste a la alcaldesa, Maider Etxebarria, que en su primer año de legislatura ha atado el presupuesto (con EH Bildu), la aprobación inicial del Plan General (PGOU) de la mano de Podemos y ha obtenido el respaldo del PP para cuestiones tan esenciales como su propia investidura.
Es cierto que ese traspié en la actualización de los tributos se produjo con la legislatura recién arrancada, y con las alianzas todavía verdes en el Ayuntamiento. La Corporación tenía en la retina las posturas del último mandato de Gorka Urtaran, con EH Bildu y el PP muy distanciados. El resumen de ese primer intento es que el equipo de gobierno trató de aplicar una subida generalizada del 3% a los impuestos y tasas, a excepción de la plusvalía, que se congelaba, y las basuras, que aumentaban un 10%.
Aquella propuesta y cualquier atisbo de incremento saltaron por los aires en el último momento con la retirada de EH Bildu y Podemos, y los tributos se quedaron como estaban. Pero la regidora socialista ya ha anticipado la necesidad de engordar los «ingresos propios» del Ayuntamiento, para «no depender tanto» de la aportación de otras entidades en su financiación. Y prácticamente la única fuente de recursos económicos que tiene el Consistorio es la recaudación a través de los impuestos.
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De ahí que el escenario actual apunte a un nuevo intento de subir los tributos municipales. Incluso es más que probable que la intención del equipo de gobierno sea aún más ambiciosa que la del pasado año. Primero, porque aquel intento quedó en papel mojado (ya son varios seguidos) y el Ayuntamiento arrastra ese déficit añadido. Y segundo, por el elefante en la habitación que será este año la tasa de basuras. La ley de residuos exige que las administraciones locales financien su servicio de recogida de residuos con lo que ingresen a través de su tasa a partir de 2025.
En la actualidad, la factura que el Consistorio gira a los ciudadanos cubre cerca del 40% del coste del servicio. El resto se abona con la 'hucha' del presupuesto municipal. Esto implica que el Ayuntamiento debe incrementar sus tarifas cerca de un 80%. Por ejemplo, de los algo más de 56 euros que paga la mayoría de las familias a 104 euros, algo que el PP ya ha calificado de «basurazo». Frente a esta drástica medida, los escudos que puede lograr el Consistorio son un posible fraccionamiento en la subida (todavía no se ha valorado) o la aplicación de diversas bonificaciones para los vecinos. Por ejemplo, por generación de residuos o reciclaje.
Con estas cartas sobre la mesa, el Gabinete Etxebarria mira hacia la izquierda para plasmar en un acuerdo ese deseo de aumentar los tributos. Con el PP desmarcado al apostar por una «bajada de impuestos generalizada» desde 2017, cuando selló con Gorka Urtaran su último pacto fiscal a nivel municipal, el equipo de gobierno prioriza a Elkarrekin Podemos pero, sobre todo, a EH Bildu.
A pesar de que los morados se mostraron dispuestos a lograr un potencial acuerdo fiscal antes del parón veraniego, el último intento se frustró al plantear el canon de vivienda vacía como línea roja. Tampoco hay precedentes en los últimos ocho años de un pacto fiscal entre los morados y PSE-PNV, aunque sí presupuestarios (hicieron pleno en los últimos cuatro años de Urtaran).
En la situación inversa se encuentra EH Bildu, protagonista del último presupuesto contra todo pronóstico, y con un acercamiento evidente hacia Etxebarria en el último debate de política general, que fue bien acogido por la alcaldesa. Además, las propuestas que hizo el grupo encabezado por Rocío Vitero en la negociación fiscal de 2023 fueron las que más convencieron al equipo de gobierno, que llegó a la votación de los impuestos con la intención de aprobar algunas de las ideas de los abertzales. No obstante, el primer grupo de la oposición retiró sus enmiendas a última hora por considerar que formaban un pack completo y rechazaba un «uso partidista» de socialistas y jeltzales.
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No obstante, el componente que ha terminado de transformar el escenario es el apretón de manos entre el Gabinete Etxebarria y Bildu para el presupuesto de este año. No sólo por su carácter excepcional y por abrir una vía que estaba cortada, sino porque la recaudación de impuestos y tasas traza las líneas maestras del próximo presupuesto. Por tanto, si ambos desean volver a fotografiarse como socios en el principal pacto económico, también querrán atar los tributos.
Pero, ¿qué puede impedir un acuerdo entre los abertzales y socialistas? Pues algo tan habitual en Vitoria como un vuelco en el tablero municipal. Por ejemplo, que Elkarrekin lo ponga tan 'fácil' que el gobierno (el PNV está más incómodo con Bildu) quiera reeditar su alianza.
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