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Los padres ya se han mostrado muy receptivos a que especialistas estudien el sueño de sus hijos adolescentes y ahora cabe esperar el mismo entusiasmo en sus vástagos. Especialistas de Vitoria y Valencia lideran una investigación pionera para mejorar la cantidad y la calidad del ... tiempo que chavales de tercero y cuarto de ESO pasan en los brazos de Morfeo. El objetivo es saber cómo duermen y, si les faltan horas, intervenir y demostrar que con una mejor higiene del sueño suben las notas, explica el jefe de la Unidad del Sueño de la OSI Araba, Carlos Egea. Un equipo multidisciplinar vigilará el descanso y despertar de cien adolescentes vitorianos durante dos años y otro hará lo mismo desde Valencia, ya que el proyecto VIVA es una colaboración entre especialistas de las dos ciudades.
En su contexto
200 alumnos de tercero y cuarto de la ESO de Vitoria y Valencia participarán en este estudio pionero denominado VIVA.
Mediciones precisas La pulsera está dotada de sensores capaces de fijar la cantidad y calidad de las horas de sopor y el ejercicio físico que se practica.
3 horas de desfase puede haber entre el sueño de una chica adolescente y el de una adulta debido a un retraso en el proceso natural de producción de melatonina. Se regula con los años.
En la capital alavesa, junto al neumólogo colaboran Mercedes Hernández y Carla Pía y la psiquiatra Ana González-Pinto, además de las Ampas y las direcciones de los tres centros escolares. Y en la ciudad del Turia, lidera la investigación el pediatra Gonzalo Pin. La empresa Philips tiene preparadas ya las pulseras inteligentes que deberán llevar los voluntarios 24 horas al día durante tres semanas consecutivas y que medirán con precisión «sus cronorritmos».
Es sólo una parte del estudio. Durante el primer año, los investigadores van a evaluar cómo duerme cada chaval. «Se trata de ver cómo funcionan en su día a día, primero con encuestas y más tarde con las pulseras, que deberán llevar en un momento en que no tengan exámenes ni vacaciones». Estos medidores son los mismos que se emplearon para estudiar el sueño de los funcionarios del Ayuntamiento y están dotadas de sensores capaces de medir la cantidad y calidad de las horas de sopor y el ejercicio físico que se practica.
Los datos que se descarguen en un programa serán analizados por los profesionales. Les repetirán la prueba a finales de curso, con más horas de luz. Analizarán además cómo es su cuarto o qué tipos de tecnologías usan y cómo. Y luego decidirán cuáles de ellos tienen más déficit de sueño. En la segunda fase de la investigación formarán dos grupos. El de control recibirá una serie de consejos sobre las medidas básicas de higiene del sueño, como la de no cenar copiosamente y hacerlo temprano, no llevarse a la cama ni lectura, ni la tele, ni el móvil, bajar la persiana, tener una habitación ordenada o practicar ejercicio de manera regular.
El segundo de los grupos tendrá una terapia semanal con psiquiatras, psicólogos, pediatras, neurofisiólogos o enfermeras en función de las necesidades. Al final del todo se valorarán sus resultados académicos. El objetivo último es mejorar sus notas a través del sueño.
Existe lo que se conoce como 'jet lag social' de los adolescentes. Hasta un 15% de los chavales de entre 13 y 17 años tiene problemas para conciliar el sueño. Los horarios escolares y los aparatos digitales no ayudan, pero hay también una causa biológica de ese retardo. Tiene que ver con los cambios hormonales. Durante esa etapa de crecimiento el proceso natural de producción de la melatonina se retrasa unos 16 minutos al año. El desfase horario en comparación a un adulto puede ser de dos horas en chicos y de tres en chicas.
Deberían dormir un mínimo de nueve horas para que dentro de su cerebro en fase de maduración se consolide mejor la memoria y se generen conexiones y redes neuronales. Difícil si se duermen a medianoche y ya están sentados en el pupitre a las ocho y media de la mañana.
El Ministerio de Sanidad publica cada año el informe ESTUDES, una macroencuesta hecha a jóvenes de 14 a 18 años de toda España que señala cuáles son sus hábitos de consumo de alcohol, tabaco y drogas y de ocio. En la última, un 10,3% de estos jóvenes asegura que en algún momento de su vida ha tomado algún hipnosedante sin receta médica. O sea, pastillas para tranquilizarse y dormir. El neumólogo Carlos Egea tiene claro que no necesitan recurrir al mercado negro de trapicheo de bezodiacepinas. «Las tienen en casa, se las cogen a sus padres o a sus abuelos. ¡Si es que España es el mayor consumidor de hipnóticos de mundo!», critica.
La encuesta apunta asimismo otros datos inquietantes. La edad media a la que se prueba por vez primera un somnífero son los 14 años. Conforme los chavales crecen, el consumo es más frecuente y son las chicas las que más se inclinan a tomar estos medicamentos.El jefe de la Unidad de Sueño de la OSI Araba está convencido de un cambio de hábitos en el sueño de los adolescentes va a evitar que debuten en la vida adulta con déficit de sueño y los problemas que eso les puede acarrear. Pero ve también posible rebajar «ese excesivo consumo de hipnosedantes de la población en general». La encuesta que elabora cada año el Instituto Deusto de Drogodependencias en colaboración con el Departamento de Salud sobre estas mismas cuestiones rebaja a un 7% en número de estudiantes vascos de secundaria que reconoce haber tomado psicofármacos, pero coincide en señalar que quienes han decidido automedicarse sin prescripción no tienen más que coger las pastillas del botiquín familiar. Los redactores de este informe explicaban que el aumento del consumo de este tipo de fármacos entre los jóvenes aún guarda relación con la pandemia. La pérdida de familiares, la propia enfermedad o los aislamientos del primer año tras la irrupción del covid aún dejan huella en la salud mental de este grupo de edad. Y son sobre todo las chicas las que más recurren a los tranquilizantes, sedantes o somníferos «para minimizar la ansiedad, conseguir calma. apaciguar determinados malestares...», explicó el director del Instituto Deusto de Drogodependencias, Álvaro Moro. En el lado contrario, los expertos llaman la atención sobre el creciente consumo de bebidas energéticas, con alto contenido en cafeína y otras sustancias estimulantes que alteran el sueño. Galicia prohibirá su consumo en menores.
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