

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La regla de San Benito es clara al respecto: la sobriedad debe impregnar cada momento de la vida de los monjes, ora et labora. Y ... esa frugalidad también se aplica a la palabra. Los benedictinos que aquí vivían no guardaban voto de silencio, pero sí procuraban reducir las conversaciones a lo estrictamente necesario, a bisbiseos a la hora de comer, a breves charlas entre rezo y rezo. Desde luego, nada que ver con los cánticos, con las guitarras, con las risas que se escuchan aquí ahora. Nada que ver con el nuevo ambiente que se respira en el cerro desde que llegaron las hermanas Peregrinas de la Eucaristía. Las jóvenes monjas, muy hiperactivas, le han insuflando vida al aletargado gran santuario alavés en menos de un año. Volvieron a encender la cocina del viejo restaurante, quieren recibir pronto huéspedes en una nueva casa de oración y se disponen a servir vermús y cañas a destajo en el bar que hoy reabren. Aleluya, Estíbaliz ha resucitado.
Las peregrinas llegaron en mayo del pasado año y en este tiempo han logrado sacudirle el polvo a Estíbaliz. En los primeros meses, de forma literal. Las hermanaos se afanaron en realizar una limpieza a fondo del complejo que era perentoria. Han pintado paredes, han adecuado los espacios, han reparado todo lo que precisaba ser remozado –que no era poco–, han restaurado muebles... Entre las jóvenes monjas (la mayor tiene 46 años) hay arquitectas, ingenieras... «y las que no teníamos formación en un determinado campo, las que no sabíamos cómo afrontar alguna tarea, Dios nos iluminado para poder hacerla», apostilla la hermana Guadalupe, una de las más jóvenes y también de las más entusiastas.
18
hermanas Peregrinas viven en el santuario. Hay monjas españolas, argentinas, uruguayas, mexicanas, estadounidenses y polacas.
«Los hermanos Benedictinos hicieron una gran labor aquí, les estamos muy agradecidas», señala sor Fátima, la hermana servidora, el equivalente a la superiora de otras congregaciones. «Nosotras queremos devolverle el esplendor al santuario, que se convierta en un centro de visita espiritual, que los que vengan se sientan acogidos, que las familias encuentren su sitio», señala.
La congregación –originaria de Colombia, aunque estas 18 monjas venían de Corella– ha realizado en estos meses una inmersión exprés en los usos, costumbres y tradiciones de la provincia. Y parecen haber comprendido a la perfección la idiosincrasia alavesa. Han entendido que el mejor modo para que el rebaño se acerque al redil pasa por acodarle a una barra y sentarle a una mesa: al fiel vasco se le gana por el estómago. Tras años cerrado, las monjas decidieron abrir el restaurante del frontón, en el que tantos banquetes de bodas, bautizos y comuniones se celebraron durante décadas.
A falta de algunos detalles, las cocinas hierven de actividad. Han organizado celebraciones, cumpleaños y comidas para grandes grupos. Es la hermana Verónica la que se encarga de dirigir un servicio esmerado, desde una enorme cocina, digna de un gran hotel o un restaurante de campanillas, en la que preparan hasta una docena de menús diferentes, con platos «de la gastronomía de aquí, muy caseros: lo que más aprecian los comensales es nuestra merluza a la vasca y las costillas de cordero», presumen las hermanas. Todo, a un precio muy contenido: «15,50 euros el menú del día y 24,5 uno un poco más gourmet», puntualizan.
Para volver a subir la persiana del restaurante después de tantos años, las monjas tuvieron que poner a punto la cocina, perfectamente equipada con grandes cámaras y una campana de acero reluciente y también el comedor, luminoso, con vistas a La Llanada. Ellas mismas se han encargado de equiparlo. «Hemos recibido donaciones para todo el menaje y una de las hermanas a la que se le da muy bien coser hizo los manteles y las servilletas», comenta la hermana Fátima.
Su divina oferta hostelera se completa a partir de hoy, cuando tienen previsto inaugurar el bar, ahora rebautizado como Amaren Etxea. Ellas mismas se han encargado de remodelar y reorganizar el espacio, con una nueva decoración que, salvo por algún que otro detalle religioso, no desentonaría en absoluto en cualquier garito moderno del centro de Vitoria. «Tendremos pintxos, sándwiches, serviremos caldo y en verano queremos también vender nuestros helados artesanos», anuncian las monjas, que prometen subir la persiana de lunes a domingo «para que todos los que vengan siempre se encuentren un sitio abierto».
La comunidad presume de una gran hospitalidad. De ahí que hayan comenzado a remozar ya el edificio contiguo al bar, donde están preparando ya una hospedería. El zaguán, con sofás cómodos y una mesa moderna parece el lobby de un hotel. La intención es que, más acoger viajeros, el espacio sirva «como una casa de oración, para poder organizar retiros espirituales y también dar hospedaje a los peregrinos del camino de Santiago». De momento, cuentan con ocho habitaciones, que han decorado ellas mismas y han preparado hasta el último detalle: reciben a sus huéspedes con un canastillo con chocolates y agua. Las peregrinas prevén ampliar esa casa de oración utilizando el espacio que hasta el pasado mes de octubre ocupaba el centro para menores no acompañados de la Diputación foral de Álava. El plan requerirá «de una inversión importante para su adecuación», reconocen fuentes de la Diócesis, que enmarcan el proyecto en el «largo plazo».
En general, los fieles de Estíbaliz han acogido sin problemas a las hermanas y han encajado ese nuevo estilo 'yeyé' suyo, con sus guitarras y sus cánticos durante las misas. Al mismo tiempo. tanto ímpetu, tanto cambio, han rechinado en algunos sectores de la iglesia alavesa, que no terminan de digerir que un santuario con el enorme simbolismo que tiene Estíbaliz, esté controlado por una comunidad religiosa ajena a la tradición vasca.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Pastillas, cadáveres en habitaciones distintas... la extraña muerte de Gene Hackman y su mujer
Oskar Belategui | Mercedes Gallego
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.