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Juan Diego Botto (1975, Buenos Aires) se crió escuchando las clases de interpretación que su madre, Cristina Rota, daba en el salón de casa de un piso de Madrid. De aquellas lecciones aprendió de memoria el oficio y con tan solo ocho años se puso ... delante de una cámara para la película 'Juego de poder', de Fausto Canel. En el eco de aquellas voces se cuelan las palabras de Federico García Lorca al que el actor encarna ahora en 'Una noche sin luna', que se estrena este viernes, a las 19.00 horas, en el Teatro Principal de Vitoria. Este montaje se basa en entrevistas y conferencias que el poeta granadino concedió a través de las que se traza un paralelismo con los conflictos de hoy en día.
En mitad de la entrevista, Botto aproxima a un papel, coge un bolígrafo y dibuja una silueta de España con círculos entre los márgenes para ilustrar la importancia de la memoria histórica. «Pienso en un mapa de España con todos esos agujeros de las fosas comunes», dice deslizando el índice sobre la hoja. «Si pensáramos que todos esos agujeros son historias que no se han contando, de abuelos que han negado a sus hijos, nos encontraríamos con un país que sería como un queso gruyer».
– Cuando uno planea una obra sobre Lorca lo acaba sintiendo cercano. Decía Lluís Pasqual que para era como su hermano gemelo. ¿Cómo es ese vínculo?
– Entiendo ese sentimiento de Pasqual, que me parece uno de los directores más importantes del siglo XX y XXI. Entiendo esa sensación, tienes un vínculo especial porque es una persona que te ha acompañado desde los 12 años, en mi caso. Lorca ha estado toda la vida conmigo. No sé si lo siento como un hermano, pero sí como alguien cercano. Y, ahora que llevo tres años respirando Lorca podría decir que es uno de mis amigos más íntimos.
– Últimamente es habitual el llamamiento a boicots, sobre todo, en el caso de series televisivas ('Patria', 'Antidisturbios'...). A Lorca en su momento le cancelaron una obra, con ello arranca el montaje.
– Sí. La cultura de la cancelación está muy presente en el texto. Arrancamos con eso y terminamos con la cancelación definitiva, que fue su fusilamiento. A Lorca lo cancelaron hasta ese punto. Por eso está todavía presente en nuestra cultura no separar en ningún momento la ficción del juego político y entender la ficción como si fuera un relato documental.
– El discurso racista y homofobo sigue presente. Bolsonaro ha dicho esta misma semana que Brasil no tiene que ser «un país de maricas». ¿Cómo se combaten estos mensajes?
– Creo que hay cosas que se han hecho muy bien a lo largo de los años. A mí siempre me ha maravillado la lucha por la dignidad de los colectivos gais a la hora de jugar con la ironía, el humor y asimilar el insulto para hacérselo propio. Se ha hecho mucho y muy bien, pero quedan muchas cosas por hacer...
– ¿Qué siente ante el avance de los populismos de extrema derecha?
– Nadie esperaba es este visceral conservadurismo en este principios del siglo XXI que cabalga sobre cuestiones ancestrales como el odio a las mujeres y a su libertad; el odio a los derechos de colectivos como el gay o el transexual; el chovinismo de la nación con mensajes como España es una gran nación, América es una gran nación, Francia para los franceses, y lo inevitable que viene con ello, el odio a los de fuera. Estos temas, que están tan presentes en el caballo de batalla de la extrema derecha, cabían perfectamente en el fascismo de los años 20.
– Su madre, Cristina Rota, tuvo que exiliarse a España. Y en sus anteriores obras, la memoria histórica tiene un papel relevante. ¿Siente que siempre vuelve sobre los mismos temas?
– 'Voces de un trozo visible de este mundo' era una obra sobre el exilio y la migración. En otra, hablaba de Argentina en el día del golpe de Estado. En este caso, cuando empecé a trabajar en 'Una noche sin luna', eso no estaba en la primera línea. Y sin embargo, es lo más destacable del texto. Esa idea de que la memoria es lo que nos dota de identidad e ignorar la memoria nos condena a ser personas fragmentadas. Si hiciéramos la metáfora de una persona, sería alguien lleno de agujeros y de memorias incompletas. Eso afecta a nuestra identidad.
– La memoria regresa en muchas ocasiones a los titulares, con temas como la propiedad del pazo de Meirás, retirada de estatuas o la exhumación de Franco.
– No hemos abordado nuestra Historia, no se estudia en los colegios, no está asentado. Hubo un pacto de silencio en la Transición que quizá en ese momento no se pudo hacer de otra manera. Pero todos deberíamos saber que era temporal. Nos callamos un rato, pero después hay que hablar. Por doloroso que sea, hay que poner las heridas, dolores y traumas encima de la mesa. No hemos asentado un consenso basado en el rigor histórico sobre los hechos y sobre que con el fascismo no se negocia y que no hay dictaduras buenas ni fascismos amables. Hay que afrontar la realidad con una memoria contundente.
– Se repetía al inicio de la pandemia que íbamos a salir mejores, parece que hay indicios de que no necesarimante....
– Ha habido distintos tipos de errores e incompetencias. En parte puede ser excusable por la novedad. Y en parte hay que exigir responsabilidades sobre ello, pero ese capítulo tiene que ver con los errores. Lo que no esperaba es que la salud y la pandemia fuera un territorio de disputa político. Creo que esto nos ha llevado a una sensación de asco, esa es la palabra. El asco es que se haya permitido que la salud sea un escenario de disputa político.
– También hubo quienes creyeron que la inversión en Sanidad sería incuestionable.
– Yo pensaba que la inversión pública en Sanidad iba a ser incuestionable para cualquier gobierno nacional o autonómico, así como el trato a nuestros sanitarios. Pero hay quienes siguen creyendo que es territorio para el negocio privado y se puede disociar la economía de la salud.
– También planea dirigir su primer largometraje. ¿En qué fase se encuentra?
– Íbamos a rodar en noviembre. Lo que ocurrió es que los actores principales pararon y más tarde coincidía con estas fechas en las que empezaba con el teatro por lo que hemos movido el rodaje. Ahora mismo tenemos planificado rodar en septiembre u octubre de 2021. Tengo todos los fines de semana comprometidos hasta junio. Pero el reparto se mantiene, Lluís Tosar y Penélope Cruz, que ambos tienen una agenda complicada.
El historiador Ian Gibson cuenta que la noche en que a Lorca lo llevaron al molino cerca de Viznar (Granada) para fusilarlo fue una noche sin luna. Precisamente para el poeta que más ha recurrido a la luna con un simbolismo que en muchas ocasiones tiene que ver con la muerte. «Fue una noche que en España terminó siendo muy larga», dice Diego Botto que ha trabajado a las órdenes de Sergio Peris-Mencheta en esta obra que se estrena este viernes 13 de noviembre en el Teatro Principal, a las 19.00 horas, para 400 espectadores. El montaje hace un repaso de los aspectos «menos conocidos de su figura» y resalta también la «ironía y el humor», pese a la carga dramática.
Es la segunda colaboración de ambos, quienes se hicieron con cuatro premios Max con 'Un trozo invisible de este mundo'. Desde que escribí el texto ha pasado mucho tiempo, en parte porque siempre quise que lo dirigiera Mencheta, que vive en Los Ángeles desde haces unos años«. Coincidir no era fácil. Además, la pandemia dificultó el encaje y la logística. Finalmente comenzaron los ensayos en agosto. Y más tarde pulieron por «videoconferia en Zoom las partes técnicas» de una obra que se pensó inicialmente para dos personajes. «Él me Insistía en que era un monólogo y tenía razón», cuenta Botto. El telón se alza con una obra que nace como una reflexión contemporánea. «Sentí que había una serie de ecos en esta figura que servían para hablar de hoy». Las diferentes formas de intolerancia, el auge de la extrema derecha o la censura son algunos de esos temas.
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