El escultor Fernández de Viana en su contexto

Temas y grandes verdades expuestos con claridad pedagógica, con sencillez y modestia narrativas a pesar de la dificultad que ha entrañado siempre aprehender una personalidad tan acusada y laboriosa como la que desplegó el escultor Viana. A eso podemos añadirle el asunto de la movilidad geográfica, con un océano incluso de por medio, la variedad de encargos y compromisos acumulados con la consiguiente dispersión también de focos, mecenas y clientes. ¿Y qué decir del tiempo transcurrido? Una elegía al pasado desaparecido que hay que descubrir y volver a interpretar. Con el hándicap sobreañadido de la escasez de documentación, pérdida de pistas y de otras referencias que cuenten cosas.

Adversidades y desventajas que son inherentes a cualquier trabajo histórico que hay que solventar de la manera mejor posible. De forma óptima e interesante. Siempre con esfuerzo, curiosidad y pasión. Con esta santísima trinidad, dedicarse en suma a lo que te gusta, surge este proyecto transmutado en resultados: así, con semejantes raíces, esta exposición al escultor Viana que se desenvuelve entre el concepto y lo práctico, entre la idea y la resolución más inmediata pensando en la divulgación. Por eso, y mucho más, entre otros valores que son intangibles para el público en general, ha de apreciarse este deseo de comprensión hacia el cultivo de una práctica artística como es la escultórica que genera muchas energías y muchos esfuerzos físicos que son muy materiales, muy pegados a ras de suelo, y demasiado prolijos a veces de solucionar.

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La escultura por su propia idiosincrasia sabemos que reclama otras nociones y otras escalas, otros impulsos diferentes a la pintura, por ejemplo. Algo parecido, asimismo, ocurre con sus respectivos montajes expositivos que exigen otros encuentros y otros diálogos en su dialéctica en torno y en derredor de la obra tridimensional. La producción de exposiciones escultóricas, sea cual fuere su formato, plantea bastantes problemas adicionales. Barreras que hay que solucionar con formulaciones coherentes e inteligentes. Acaso sin grandes tesituras, dadas las carestías presupuestarias en los tiempos actuales, pero con perfiles sencillos a la par que rigurosos. Así la eficacia pedagógica vigente en esta muestra.

Recuperación histórica de cariz tronante que es también documental y visual del primer gran escultor alavés en la época moderna, Lorenzo Fernández de Viana. Perfil humano y profesional trazado en la monografía pertinente por la 'urangista' historiadora Ana Arregui Barandiaran. Con Cristina Armentia Alaña y Sara González de Aspuru Hidalgo interviniendo igualmente en el montaje expositivo y en las labores previas de estudio y análisis que no se ven pero que están ahí y que se intuyen en este tipo de propuestas que son, eso, tan serias como rigurosas. Hay que celebrarlo. Al museo.