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Las vacaciones empiezan el jueves en la mayor parte de los colegios alaveses, pero la sexta ola del covid las ha adelantado tres días para muchos escolares. A dos jornadas de acabar el trimestre, las entradas y salidas a los centros escolares demuestran que las ... aulas están a medio gas. En algunos centros de primaria algunos profesores no tienen alumnos y otros docentes apenas acompañan a seis u ocho niños hasta la puerta cuando la clase se compone de 25.
La causa de tanta ausencia es doble. Por un lado, el nuevo protocolo «más restrictivo» de Osakidetza obligó ayer a mantener cerradas un total de 406 aulas en Euskadi por positivos, 75 más que el viernes. Por otro, son muchos los padres que, por «precaución», prefieren que los menores se queden en casa y no asistan a las clases. De esta forma, evitan «riesgos innecesarios» de cara a las reuniones familiares previstas para las próximas semanas.
«Han decidido adelantar tres días las vacaciones para que no les confinen y que no les fastidien la Navidad, pero no se han autoconfinado, porque andan por la calle», asegura Miren González, mientras espera a sus hijos en el exterior de Abendaño Ikastola. «Se nota mucho, estamos como un tercio o un cuarto de los padres que habitualmente esperamos a la salida», confiesa Natalia Aguirre, que considera que «las medidas restrictivas de Salud perjudican a los niños que no están recibiendo la educación adecuada por culpa de que se están confinando clases enteras».
Su compañera de espera añade que «la mayoría de los niños positivos son asintomáticos» por lo que «se podían tomar otro tipo de medidas en vez de meter miedo. Algunos niños se van llorando cuando les confinan».
«De 400 alumnos, hay 180 confinados, a los que se suman los que sus padres han decidido dejar en casa para no fastidiarse las navidades», aseguran. En el instituto de enfrente, con la mayoría de los estudiantes vacunados, «la normalidad es absoluta», asegura Aguirre.
Erika Gómez recogió ayer a sus hijas en el mismo centro con la intención de no volver este año. «Ninguna de las dos va a ir mañana (por hoy)», aseguró con el deseo de «intentar poder pasar la Navidad. Llevamos dos o tres semanas con confinamientos continuos en la ikastola».
Sin duda fue el tema de conversación de ayer en todos los centros escolares de Álava. En las puertas de Escolapios-Calasanz, Beatriz, Carlota, Javier y David eran reacios a tomar medidas. «Hasta que no nos digan lo contrario, los vamos a seguir trayendo». Lo cierto es que darles vacaciones anticipadas causa otro problema que es «encontrar una alternativa, y segura. Tenemos que ir al trabajo, ¿con quién les dejamos?», se preguntaban. «¿Con los abuelos? Si justamente es lo que se busca, evitar que se junten mucho con ellos», respondían. «En la clase de mi hijo, que son 25, han faltado unos cinco. En la del mío ocho», apuntaban tras hacer recuento.
Tantas faltas de asistencia hacen dudar a otros padres que no se lo habían cuestionado, como Naiara García, que se plantea «no llevarles al cole, aunque dependo de la flexibilidad que me dé mi empresa». «Me está empezando a preocupar que la clase de mi hija sea la única que no está confinada de su curso», reconocía ayer a este periódico. En el colegio Ángel Gavinet «no estamos viendo que haya muchos contagios en las clases», comentaba Miguel Ángel, con un hijo de once años. Aunque sí había algunos padres que todavía no tenían del todo decidido qué hacer. «En principio vamos a seguir como hasta ahora, trayéndoles a clase, pero estamos valorando dejarles en casa, para estar más tranquilos», confesaba Saioa, con hijos de 5 y 6 años.
A medio camino se queda la decisión adoptada por otros padres que han decidido sacarles del comedor «por prevención, porque es el único sitio donde está sin mascarilla», apuntaba Nuria, madre de Eder, de 11 años. Carlos Asensio, por su parte, reconocía no haberse planteado no llevarlos a clase, «pero sí minimizar los riesgos y los contactos. Por ejemplo, sacándoles de las extraescolares», confiado de que «el colegio mantiene los grupos burbuja. Al final tienes la sensación de que estás constantemente esquivando al virus, pero cada vez los casos están más cerca».
Guillermo Santamaría, que recogía a su hijo de la haurreskola de Marianistas, constató que «faltaron los cuatro niños que suelen llegar antes que el mío». Sin embargo, él no se plantea nada de eso. «Tengo que trabajar y ¿qué haces? ¿lo dejas con los abuelos? Tampoco es una opción». También en Marianistas, Estefanía esperaba a su hija de 2º de la ESO, mientras apuntaba que varias familias que conocía habían decidido «sacar a los críos de clase esta semana y hacerse prueba de antígenos antes de juntarse para cenar».
Con más tiempo de antelación actuó Ana Maestre, residente en Inglaterra, que ayer acompañaba a un familiar en Urkide. «He venido a Vitoria a pasar las navidades con la familia. Decidí sacar a mi hijo un día antes de clase y yo restringí mi vida la semana anterior, de otra manera era muy complicado que te dejarán entrar en España».
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