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A escena, tras un tiempo en danza
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begiart ·
Un espacio comisariado por un comité de expertos para mostrar el trabajo de nuestros creadores silenciado por la pandemiaLa industria musical, como pasa en el caso de otras áreas relacionadas con la cultura, poco tiene que ver con la fabricación metalúrgica, por ejemplo. Sin ir más lejos, la creación tiene siempre posibilidades de reinventarse y hacer frente a las reconversiones, imaginación, voluntad y trabajo mediante. Pero esto no evita pasar por sustos, tragos duros y hasta apuros, según los casos.
En el que nos ocupa, Iñaki Ortiz de Villalba –cuyo apellido más frecuente en el ambiente musical es el nombre de su antiguo grupo, Betagarri– ha tenido la oportunidad de reorganizar su proyecto Modus Operandi y poner a la banda ante unas puertas más abiertas en cuanto a estilos. Ha podido renovar repertorio y sonido, sin dejar su larga relación con el ska y la fiesta, tan difundida en locales y plazas durante las décadas que el 'frontman' ha puesto a saltar al respetable. Ha tenido la oportunidad, ha podido y lo ha hecho. El proceso desembocará en la sala Jimmy Jazz el próximo sábado, 6 de marzo, donde los asistentes podrán comprobar a qué suena la apuesta gestada en tiempos de mascarillas, muchos geles y todo un baile de restricciones. Pero 'Dantza gaitezen hil arte' ('Bailemos hasta la muerte') ha pasado por toda una coreografía improvisada hasta poder asentar los pasos.
Como todo en este mundo, tiene su historia. Era otoño de 2019 y venía Iñaki de «un verano espléndido, con 40 y tantas fechas» con la banda que había debutado en disco en la Azoka de Durango. Recuerda que un año más tarde la forma de actuar que tenía prevista el grupo era «no sacar disco en 2020, sino preparar el siguiente en verano y hacer las fechas que nos salieran».
Y resultó que para marzo ya sumaban una treintena de bolos estivales. Incluían fechas en Valencia o Tarragona. Antes, tenían un fin de semana con tres actuaciones en Cataluña y, «con la maleta ya preparada», llegó el confinamiento. «Fue todo un bajón emocional: a casa», relata quien tenía una gira por Suiza en abril y en lugar de escuchar aplausos en Zurich, Ginebra o Baden se tuvo que conformar con los ecos de los que se dirigían a los sanitarios en la capital alavesa.
Otros sonidos eran los de los compañeros de grupo o de la disquera Baga Biga. Empezaron los pasos para el baile que se plasmaría en diez temas, con letras en euskera y alguna en castellano, incluso salpimentada en inglés. «La mayoría de las canciones son mías, con lo cual todos los esquemas, melodías y letras se los mando a una persona, el batería Josu Erviti». Había entrado en el grupo tras la marcha de Enriko Rubiños, a principios de año, «pero no sabíamos que también tiene un estudio de grabación y hace producciones, tanto como técnico como en el plano artístico».
A partir de esos recursos se genera una complicidad y el navarro Erviti «empieza a manejar las ideas que le doy, a armonizarlas, a darle sentido con batería y bajo, y las vamos vistiendo entre todos. Así hicimos como la mitad de los temas del disco», recuerda el vitoriano. Ortiz de Villalba contribuyó al resto con una serie de «ideas del cajón, entre las que saqué las que parecían más idóneas para el momento».
Con el material ya cribado y vestido, el largo encierro dejó paso al esperanzador verano y al momento de ensayar juntos en Berriozar. «Es una nave maravillosa, que respira y tiene luz. También es un lugar estupendo para grabar». Así transcurría julio y casi todo agosto. «Sarna con gusto no pica y si estás haciendo un disco con ilusión...», comenta el 'frontman'.
Total, que el resultado se grabó en septiembre, «las canciones tenían su carácter», que ha ido desde la «ranchera punk» hasta el ineludible ska, pasando por piezas donde asoma una naturaleza más rockera o hasta aires más latinos o de reguetón. Incluso con electrónica, una apuesta que Modus Operandi –«más banda que nunca»– quiere disparar en directo y que ha 'contaminado' a material del disco de debut. En Bilbao y Lakunza ha gustado, subraya el cantante. Ahora le toca jugar en casa.
Cuando pregunté a gente del sector por proyectos musicales afectados por la pandemia, la lista era generosa. En este caso, Modus Operandi se han visto afectados, pero han sabido aprovechar las circunstancias para abrir su horizonte sonoro. Y en concierto van a estrenar no sólo canciones, sino concepto de sonido y banda.
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