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Atrás quedaron las escaramuzas callejeras en que una turba encapuchada recibía con piedras –en el mejor de los casos– y los infaustos cócteles molotov a los ertzainas. El último episodio asociado a la kale borroka en nuestra provincia data de marzo del año pasado, ... cuando 34 estudiantes –varios menores– acabaron en un calabozo de la comisaría de Portal de Foronda por alterar el orden público en el campus universitario.
Desde la derrota policial de ETA en 2011, el clima violento en las calles vascas se ha ido apagando hasta entrar en un coma inducido. «El mayor riesgo ahora sería el entorno de GKS», dice un mando intermedio. A esta suave realidad se une la reprobación generalizada entre la plantilla de la Ertzaintza a un vestuario «anticuado». Su última renovación data de 2009. El entonces consejero Rodolfo Ares aceptó la petición sindical de desterrar el jersey rojo y la txapela por prendas resistentes al fuego. Antes de ese cambio, decenas de ertzainas sufrieron heridas de diferente índole –con Jon Ruiz Sagarna como el principal damnificado, su cuerpo quedó abrasado– por la sinrazón de la izquierda radical.
2023 El Gobierno vasco presupuesta 4,8 millones de euros en «vestuarios, uniforme y lencería» para la Ertzaintza.
Uniforme obsoleto Data de 2009, cuando Rodolfo Ares aceptó comprar prendas ignífugas ante la kale borroka. Se degrada «con facilidad, es caro y su eliminación implica emisiones contaminantes».
El proyecto de Euspel Mantener el diseño exterior del atuendo oficial, pero supliendo los tejidos por otros más modernos como telas elásticas, térmicas, resistentes al agua e incluso reciclables.
Según ha sabido este periódico, hace una semana, el Departamento de Seguridad aceptó la propuesta del sindicato Euspel de «modernizar» el obsoleto uniforme de los ertzainas. Caro y poco funcional, los trajes aún vigentes se deterioran «con facilidad», limitando su vida útil. «Es algo tan simple como que se empapan si llueve, son poco flexibles. En un par de lavados se descoloran, incluso el logo y la ikurriña empiezan a caerse a trocitos», ilustra un agente con varios trienios en las calles vascas. «Es habitual que tras un turno de patrullaje quede la marca del logotipo en el respaldo del coche», refleja otro policía.
Atento a ambos factores, Euspel ha solicitado un cambio consistente en mantener los buzos ignífugos (para contingencias violentas puntuales) y variar la composición del uniforme de patrulleje habitual. ¿Cómo? «Con materiales más actuales como tejidos elásticos, térmicos, resistentes al agua y al viento y reciclables».
Por ejemplo, la Policía Local vitoriana ya dispone de esos materiales. Mientras que la Policía Nacional o la Guardia Civil incluyen en las bases de licitación para sus proveedores detalles como la densidad de hilos por cada centímetro de tela o el peso máximo de cada prenda, desde un niki a un guante. Euspel aboga por seguir el mismo método.
«Debido a su particular composición, los actuales trajes deben quemarse, mientras que los nuevos tejidos que ya usan en otros cuerpos permiten ser reciclados», prosiguen desde Euspel.
Sin fecha todavía para la adquisición de los primeros nuevos uniformes, esta central sí obtuvo hace una semana el compromiso del departamento de Seguridad de incluir estos nuevos factores en las contrataciones de 2023. Para este curso, el Gobierno vasco tiene presupuestados 4,8 millones de euros en «vestuario, uniformes y lencería».
Esta partida es de las más importantes de Seguridad. Por citar algunos apartados, hay consignados 450.000 euros para «nikis de seguridad ciudadana» y otros 426.001 euros a «pantalones». Euspel confía en que esta partida se reduzca en un futuro con los nuevos uniformes, «más baratos».
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