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Dice que meterse en la piel de otros y calzarse unos zapatos distintos le hacían superar su timidez. Así fue como siendo un crío descubrió su vocación Javier Gutiérrez (Luanco, 1971), uno de los actores más demandados de la interpretación española. El intérprete ... es uno de los protagonistas de 'Principiantes', montaje dirigido por Andrés Lima que se estrena hoy en el Teatro Principal de Vitoria. «Arrancar una gira nacional es un privilegio», cuenta. Viene de presentar la película 'Bajocero' y una nueva temporada de 'Estoy vivo'. La semana que viene arranca el rodaje de 'Lobo feroz', un largometraje dirigido por Gustavo Hernández.
– Ante un estreno teatral, ¿hay más ganas de salir al escenario o más temor?
–A partes iguales. Hay muchísimas ganas de estrenar el espectáculo, presentarlo al público y cotejar con ellos si estamos en el camino correcto. Y también hay nervios, pero creo que siempre deben acompañar al actor. Una función sin cierta inquietud no es lo mismo.
– En alguna ocasión ha comentado que siente más «compromiso» en escena que en otros proyectos. ¿Tiene que ver con la tensión del directo?
– Y con más cosas. Yo he hecho personajes muy interesantes en el cine y en la televisión, pero los grandes personajes y los grandes textos los sueles encontrar en el teatro. Y a ello le sumas que hay un contexto de creación mucho más rico y complejo, con mayor tiempo para equivocarse y probar. En el cine a veces no hay tiempo para profundizar, ensayar y poner en común tus propuestas con el director y el resto del equipo.
– Andrés Lima es un viejo conocido con el que ya trabajó con el grupo Animalario.
– Lo primero que hicimos fue 'El fin de los sueños', un texto de Alberto San Juan. Y a partir de ahí hemos hecho diez espectáculos juntos. Siempre es un placer encontrarse en el camino con él porque para mí es el mejor director de escena de este país.
– Núria Espert decía que sentía inquietud y miedo en el escenario. Y solo al acabar era feliz. ¿Cómo es su experiencia?
– Que lo diga una de las grandes da que pensar. Entiendo que ese miedo tiene que ver con el respeto. Pero también me gusta mucho que ocurran accidentes en el escenario. Por eso cada función es diferente. No hay un momento en el que alguien corte o sepas que puede haber una segunda o cuarta toma. Siempre hay cierto nivel de acojone, pero trato de disfrutarlo desde el primer momento.
– ¿La pasión por la interpretación la despierta el teatro?
– Sí. Yo era un niño muy tímido, tenía una timidez enfermiza, y me di cuenta de que a través de imitar a otras personas y ser el centro en reuniones familiares vistiéndome, poniéndome otros trajes y siendo otras personas me sentía muy pleno y vencía esa timidez. La interpretación ha sido para mí un diván y me he ahorrado mucha terapia subiendo a un escenario.
– Es curioso, no es el primer intérprete que habla de la actuación como terapia.
– Es que el público no lo sabe, pero la gran mayoría de los actores somos grandes tímidos. Hay cierto punto de narcisismo, pero también grandes dosis de timidez.
– Ha desarrollado multitud de producciones en los últimos años ('Estoy vivo', 'Hogar', 'Bajocero', 'Campeones'...). ¿En qué momento para?
– Ahora mismo me cuesta mucho conciliar lo personal con lo profesional. Llevo varios años subido a esa ola y muchas veces he pensado en parar, pero al mismo tiempo da mucho miedo parar. Es una profesión muy cruel en la que nunca sabes cuando va a dejar de sonar el teléfono. Reconozco que hay cierta inquietud en mí e incertidumbre. He cumplido ya los 50 años y hay gente con muchísimo talento detrás que puede hacer lo mismo que yo e incluso mejor. Esa espada de Damocles está ahí y uno intenta estar siempre subido a esa ola. También soy una mente inquieta en ese sentido y no me relajo porque disfruto muchísimo de mi oficio, soy un poco yonqui de este oficio y muy disfrutón.
– ¿Qué le sugiere ese 'saldremos mejores' que tanto se ha repetido?
– Es mentira. Al pintor Antonio López le preguntaban por ello y decía que íbamos a tropezar de nuevo en la misma piedra. Tenía razón. Volveremos a tropezar en una segunda, tercera y cuarta ola, que la habrá seguramente. Por eso hay que apelar a la responsabilidad individual. Me parece lamentable y dantesco que siga habiendo tantas muertes, las UCIs llenas y los sanitarios extenuados mientras nuestros políticos se tiran los tratos los unos a los otros por conseguir más votos y hay ciudadanos que van a fiestas privadas y clandestinas. No nos ponemos en los zapatos del otro.
–En 2016 se estrenó en Hollywood rodando 'Assassin's Creed'. ¿Cómo fue la experiencia?
– Fui bastante iluso porque yo estaba rodando 'El olivo' con Icíar Bollaín e inmediatamente después tenía vacaciones y no las quería sacrificar por hacer una superproducción. Tenía que estudiar textos en un inglés casi shakesperiano porque hacía de Torquemada e ir a Malta y Londres. Era muy atractivo sobre el papel, pero venía de una temporada de mucho trabajo y quería dedicar tiempo a mí mismo y mi familia. Dije que no dos veces hasta que el director Justin Kurzel contactó conmigo y a los cinco minutos me convenció. Me siento muy orgulloso de haber estado en una producción en la que vi cómo funcionaban los americanos y trabajar junto a Michael Fassbender y Marion Cotillard. Si vuelve a ocurrir mañana lo sopesaré. Te diré que disfruto tanto haciendo 'Principiantes' como una película tan grande.
– Hace un lustro comentó que el entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, llevaba a cabo una «caza de brujas» contra los actores. ¿Cómo se manifestaba?
– Me encantaría decir que no quedó en nada, pero quedó en más inspecciones para mí hasta el punto que mi propio asesor dijo que se estaban cebando. Está pasando ahora con la condena al rapero Pablo Hasél. Hemos tenido que emitir un comunicado (más de 200 personalidades de la cultura)para que nos escuche y España parezca un país democrático en el que no se puede encarcelar a nadie por expresar sus opiniones.
– ¿Cómo cree que se resolverá?
– Pues no lo sé... se supone que un gobierno progresista debería cuidar eso. Y cualquiera, sea artista o no, debería expresarse libremente sin temor a que haya represalias y mucho menos pisar una cárcel. Con un gobierno de derechas supongo que las libertades estarían más reprimidas, pero con un gobierno progresista entiendo que no debería ser así.
– Hay un debate sobre el individualismo y del ejemplo que dan algunos youtubers, referentes de jóvenes, que reconocen que se van a Andorra para pagar menos impuestos.
– Me parece lamentable, aunque tienen todo su derecho. Pero son iconos de un público muy joven y creo que quien gana mucho dinero está obligado a distribuir esa riqueza y ayudar a los más necesitados. Para eso deberíamos tributar. También es verdad que estamos en el país en el que estamos y vemos que hay políticos, incluso eclesiásticos, que corren el primero para ponerse la vacuna y no dan ejemplo. Me causa desazón y creo que no es el mejor ejemplo para los jóvenes. A esto le puedes sumar la cantidad de 'realities', gente muy joven enganchada a programas como 'La isla de las tentaciones' o 'Gran Hermano', que son auténticas bazofias y contraproducente para el intelecto de cualquier ser humano.
Dos parejas, la más veterana formada por Herb (Javier Gutiérrez) y Terri (Mónica Regueiro), y una joven que inicia su relación, formada por Nick (Daniel Pérez Prada) y Laura (Vicky Luengo), quedan para tomarse una copa antes de ir a cenar. En ese aperitivo se lanza una pregunta, la misma que da título a uno de los relatos más conocidos de Raymond Carver, 'De qué hablamos cuando hablamos de amor'.
El montaje 'Principiantes', uno de los más destacados del programa de invierno en la Red de Teatros de Vitoria, se inspira precisamente en el texto del gran autor norteamericano para cuestionarse el término y las diferentes visiones acerca de la pasión. «Cada uno lleva a flor de piel su historia amorosa y eso hace que nos hagamos preguntas casi a nivel filosófico sobre la naturaleza del amor», cuenta Andrés Lima, uno de los directores más aclamados de la escena nacional. En esta adaptación de Juan Cavestany, con todas las entradas vendidas, se hace referencia a otros cuentos del escritor realista. Al relato principal se le suman así retazos que ofrecen un «collage» del universo Carver. Ya en el famoso relato de Carver se plantean cuestiones afiladas. Una de las principales discursiones que se originan en esa cocina en la que se citan estos amigos se produce cuando un personaje defiende que la violencia y el amor es compatible. «No llevan la discursión a un término intelectual, son cuatro personajes normales de la burguesía media americana».
En un ambiente nocturno, con una iluminación de tonos rojizos muy llamativa al igual que en otros montajes de Lima, como 'Shock' y 'Prostitución', la progresión en la «borrachera hace que sucedan cosas extraordinarias». Las respuestas a la pregunta del título está plagada de matices. «El amor va más allá de los conceptos y se expresa viviendo y deseando vivir», avanza Lima.
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