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Los dos encargados de uno de los últimos narcobares de Vitoria acordaron ayer, lunes, una ventajosa condena en la Audiencia Provincial de Álava. Sin antecedentes ... penales, estos jóvenes –de 26 y 25 años– aceptaron un trato correspondiente en aceptar un delito «contra la salud pública» a cambio de tres años y de un año y medio de cárcel respectivamente que, en la práctica, no supondrá su ingreso en prisión. También regatearán la expulsión del país si en los próximos días acreditan su «arraigo social» en la ciudad. A cambio, eso sí, no podrán volver a delinquir en una buena temporada.
En octubre de 2019, efectivos del GPA, una unidad comodín de la Policía Local, les descubrieron en su local con unos pocos gramos de cocaína listos para ser despachados. Como prueba de que allí lo último que se vendían eran cafés y pintxos, este dúo se había instalado un rudimentario gimnasio en la parte trasera de la lonja para entrenar cuando escaseaban los clientes.
Hasta la pandemia, los narcobares representaban una de las mayores fuentes del menudeo de sustancias estupefacientes como la cocaína, hachís o marihuana en la capital alavesa. No obstante, este fenómeno atraviesa en la actualidad «uno de sus momentos más bajos», deslizan agentes especializados.
Se cumplen dos meses de la última incautación policial en uno de estos establecimientos dedicados al menudeo. «Ahora mismo quedan muy pocos», reconocen los medios consultados. Hace una década, tanto la Policía Local como la Ertzaintza tenían localizados «más de 40» repartidos por «todos» los barrios de Vitoria. Zaramaga y El Pilar, con cuatro cada uno, figuraban como las zonas más activas.
Generalmente los regentan «peones». En muchos casos se trata de jóvenes recién llegados a Vitoria. «Se les suele pagar del orden de 50 euros al día, pero luego son los que se comen el marrón si les cogíamos», comparten las fuentes sondeadas. Ante el cerco policial, en especial de la Guardia urbana, limitaron las cantidades de droga a la mínima expresión. Un recadero se encarga de abastecer a cada narcobar «de poco en poco». Siempre un puñado de gramos «para no perder demasiado género si entramos y, de paso, para intentar sortear cualquier condena importante en el juzgado. Como así sucedió ayer en la Audiencia Provincial de Álava.
Según acreditan los policías consultados por EL CORREO, «lo que proliferan en la actualidad son los narcopisos, a los que resulta mucho más complicado entrar. Vamos, que es prácticamente imposible sin una orden judicial». También se han detectado «traficantes que transportan el producto a donde se lo demanda el cliente».
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