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Sonia López (izquierda) y Ángela de la Hoz (derecha) son el ejemplo de que emprender también es apostar por los negocios de toda la vida. Javi Martín
«Emprender también es darle una vuelta a lo que ya conocemos»
Jornada Gaztekinn

«Emprender también es darle una vuelta a lo que ya conocemos»

Sonia López se hizo cargo de Floristería Arantza convencida de que «hay miles de negocios 'de toda la vida' que necesitan relevo generacional»

Laura A. Izaguirre

Martes, 25 de marzo 2025

Yo de mayor voy a ser floristera», decía Sonia López cuando, de pequeña, camino al colegio, pasaba todos los días frente a la Floristería Arantza. «Se dice florista », le corregía siempre Ángela de la Hoz, propietaria de aquel negocio que había encandilado a la niña y «la mujer más feliz del mundo» cuando la pequeña Sonia, de vez en cuando, le pedía una flor.

Por aquel entonces esta joven gasteizarra lo tenía claro, ella no quería ser maestra, cantante o científica, sino «floristera». Luego la vida le llevó a estudiar Diseño Gráfico e Ilustración, a Bilbao primero y a Granada después. Hasta que un día, aquella niña a la que le encantaba perderse entre flores y plantas recibió la llamada de sus padres: «Aquello que decías de que querías ser florista, ¿sigue en pie?». Ángela, la propietaria de esa «floristería de confianza» a la que su familia llevaba acudiendo «toda la vida» necesitaba delegar responsabilidades y a alguien a quien confiarle su negocio. Sonia parecía una opción más que adecuada y lo cierto es que no se dio tiempo a pensarlo mucho: «Me cogí unos días para volver a Vitoria y ver cómo funcionaba el negocio», recuerda.

Lo demás es historia. Ángela y Sonia se dieron un año para que la joven aprendiera la profesión al mismo tiempo que la veterana florista iba delegando responsabilidades – «lo primero que me enseñó fue a hacer un ramo de flores», recuerda quien tomó el relevo–. De eso ha pasado más de un año y medio, y ahora Sonia ya pertenece oficialmente a ese colectivo de emprendedores alaveses que saben que «verlo desde fuera es bonito» pero detrás «hay muchas más horas de trabajo que las que se ven en la tienda: te pasas el día pensando qué más hacer, cómo cambiar el escaparate o cómo hacer el negocio más atractivo; no te da tiempo a aburrirte ni a cansarte».

Un camino a lo largo del que Sonia ha contado, además de con el sostén de su familia y amigos, con el apoyo de la Cámara de Comercio de Álava mediante el programa Berriz Enpresa, destinado a favorecer este tipo de relevos. «Me ayudaron a nivel jurídico, administrativo, laboral, con el cálculo de los presupuestos, con el cambio de titular...», recuerda. Y eso que tal y como describe, «ha sido empezar desde cero en lo que respecta a mi emprendizaje, pero coger las riendas de una tienda como esta, ya montada, es como andar en una bici con ruedines».

A ello hay que añadirle que a lo largo de este tiempo también ha tenido que aprenderlo todo sobre la profesión. «He aprendido mucho. El tipo de flor, de planta, cómo se cuidan, qué les va bien, qué peor, cómo distribuir la tienda, los puntos calientes, los fríos…», enumera. Aunque reconoce que todo ello ha sido más fácil con la experiencia de Ángela (que aún continúa en la tienda) y con la savia nueva que también aporta Carol, que son las otras dos piedras angulares de este negocio con más de 40 años de historia.

Segunda oportunidad

Porque «emprender también es darle una vuelta a lo que ya conocemos», defiende Sonia. Más aún hoy en día, cuando «hay miles de negocios 'de toda a vida' que necesitan de un relevo generacional». Es decir, que no se trata de encontrar el camino del autoempleo únicamente en la tecnología o la industria, ni siquiera tiene que ser algo digital o súper innovador, sino que «la imaginación consiste en darle otra forma y convertir una tienda de toda la vida en algo súper exclusivo».

Y ese es precisamente el mayor feedback que recibe Sonia cuando los clientes de toda la vida entran en la floristería: «¡Qué gusto da ver que hay relevo!», exclaman muchos de ellos. Pero al mismo tiempo hay que ser conscientes de que estamos en el siglo XXI y, por lo tanto, «una parte importante del negocio es aprovechar las redes sociales», puntualiza esta joven emprendedora.

Horas, las invertidas en el 'legado digital', que de manera invisible se unen a las otras muchas que ya exige tener un negocio propio. «Es duro ser emprendedor, agota porque son muchas horas las que dedicas también cuando no estás trabajando; por ejemplo, te vas de vacaciones y ves algo que te inspira, y ya estás pensando en cómo hacerlo tú», reconoce Sonia. Y, sin embargo, esta joven emprendedora lo tiene claro cuando se le pregunta qué le aconsejaría a alguien que tiene el 'run-run' del autoempleo en la cabeza: «Que lo haga, tropezar nos vamos a tropezar todos en un momento u otro de la vida; pero por lo menos podrás decir que lo has intentado», concluye.

Esfuerzo de premio

Dice el refrán que «todo esfuerzo tiene su recompensa», y en el caso de Sonia ese dicho se convirtió en realidad cuando el año pasado, en el marco de los Premios Euskadi al Comercio Vasco, el departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno vasco otorgó el Premios Euskadi al Emprendimiento a la Floristería Arantza.

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