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El mundo entero está en alerta por el brote de coronavirus que ha causado la muerte a cientos de personas en China y ha infectado a miles en todo el planeta. Sin embargo, la doctora en Bioquímica y Biología Molecular Elizabeth Diago (Vitoria, 1980), que ... está al frente del Programa de Ébola y Patógenos Especiales del Departamento de Salud de Nueva York, atenúa la preocupación por esta enfermedad. «La gripe anual afecta a más personas y produce más muertes que el coronavirus», destaca. Y de hecho, en Euskadi, hasta la semana pasada, la gripe ya había provocado el fallecimiento a 23 vascos.
La científica alavesa es la única vasca y una de las siete españolas seleccionada para el programa Homeward Bound que cada año reúne a unas 80-100 científicas de todo el mundo en una iniciativa que abandera el liderazgo de la mujer con el telón de fondo de la crisis climática.
– ¿En qué consiste este programa?
– El programa surgió hace cinco años con la intención de crear en diez años una red de mil mujeres científicas que puedan acceder a puestos de liderazgo, de modo que se elimine la gran descompensación que hay entre hombres y mujeres en estos puestos de toma de decisiones. El programa forma a las participantes en estrategias, visibilidad, liderazgo y en adquirir una serie de habilidades que nos permitan tomar decisiones, para poder crear un planeta más sostenible, luchar contra el cambio climático y sus efectos.
- Desde el punto de vista de la medicina, ¿qué efectos tendrá el cambio climático?
- El cambio climático producirá el surgimiento o resurgimiento de enfermedades infecciosas. El cambio en el medio ambiente afecta también a los animales y a la salud humana. Está todo interrelacionado. Estamos viendo que aparecen nuevas enfermedades infecciosas o cambia la distribución geográfica de algunas de ellas y aparecen en regiones que antes no había.
- ¿Por ejemplo?
- El mosquito Aedes ahora produce casos de dengue autóctonos en España, cuando antes no había. También se cree que el cólera va a poder aparecer en regiones en las que antes no estaba, debido a que el agua tiene ahora una temperatura mayor y hace que la bacteria sobreviva mejor. Por ello tenemos que actuar. El el cambio climático también va a producir nuevas enfermedades infecciosas.
- ¿Hay alguna línea de actuación?
- La iniciativa una sola salud, 'One health', se encarga de crear estrategias e intervenciones dirigidas a conseguir una salud óptima para las personas, los animales y nuestro medio ambiente, porque todo está interrelacionado y cualquier cosa que afecte a la salud animal va a afectar a la salud humana. También la resistencia a antibióticos está presente en animales, humanos y en el medio ambiente.
- Vitoria, Madrid, Nueva York. ¿Cómo fue ese salto?
- Estudié el primer ciclo de Ciencias Biológicas en la UPV, en Leioa. En el segundo ciclo hice un Erasmus en Manchester y dirigí mi carrera hacia la salud humana, por lo que decidí estudiar la especialidad de Biología Sanitaria en Madrid. Durante la carrera colaboré en un laboratorio del Centro de Investigaciones Biológica del CSIC, donde hice el doctorado acerca de la resistencia de las bacterias a los antibióticos. Y luego decidí hacer el posdoctoral en EE UU, porque quería hacer algo más relacionado con las enfermedades infecciosas por lo que me vine al laboratorio de la doctora Bettina Fries en el que iba a desarrollar nuevas terapias para diagnosticar y tratar infecciones resistentes a antibióticos. Al mismo tiempo que llevaba a cabo la labor investigadora decidí realizar un Master en Salud Pública por la Universidad Estatal de Nueva York con el objetivo de formarme para poder prevenir, detectar y parar enfermedades infecciosas a nivel poblacional.
- Es usted directora del programa Ébola y Patógenos Especiales en el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York. Se encarga de preparar la sanidad para actuar en casos de enfermedades infecciosas emergentes. Supongo que estos días tienen más trabajo del habitual.
- Sí. Estamos preparando a los hospitales, dándoles información actualizada sobre el brote de coronavirus, e intentamos que la ciudad esté lo mejor preparada para si llega un paciente que esté infectado poder controlarlo y que el brote no vaya más allá. Aunque todavía no ha llegado ningún infectado es esperable.
- ¿Están ustedes preparados para la llegada del coronavirus a Nueva York?
- El programa en el que trabajo, que se puso en marcha después del brote de Ébola del 2014-2015, lleva cinco años intentando formar a los trabajadores de la salud en cómo identificar, aislar e informar de otros la presencia de pacientes que presenten síntomas e historia clínica compatible con patógenos especiales, es decir, de enfermedades infecciosas que sean más preocupantes. Por ello, han recibido formación y están mucho mejor preparados que hace cinco años. Los hospitales y el personal sanitario tienen los medios y la formación para poder tratar a pacientes que vengan con estos tipos de infecciones evitando riesgos de infecciones secundarias mediante medidas de protección.
- ¿Cree que Osakidetza lo está?
- No lo sé. No estoy familiarizada con ninguno de los protocolos de Osakidetza. No puedo opinar.
- Desde el conocimiento que usted tiene, ¿puede dar algún consejo a los alaveses?
- Hombre, en realidad el coronavirus no supone un alto riesgo para alguien que esté en España. La gripe afecta a muchísimas más personas y tiene una mortalidad mayor que la que tiene el coronavirus. Creo que eso es lo que deberíamos tener más en cuenta. Pero ante la aparición de ciertos síntomas y habiendo regresado o teniendo contacto con alguien que regrese de las zonas afectadas por el brote, hay una serie de medidas que deben tenerse en cuenta, como llamar al médico antes de acudir a un centro de salud, para que puedan estar preparados si tienen que recibir a ese paciente y someterlo a aislamiento. Al menos esto es lo que se hace en EE UU y creo que también España, por lo que he leído. Hay que lavarse las manos muy a menudo y tener una higiene mayor para evitar que entremos en contacto con el virus. Pero el riesgo es muy bajo. La gripe supone un riesgo mayor y no nos alarmarnos de la misma manera.
- Próxima estación, la Antártida. ¿Cómo afronta la nueva etapa?
- Se trata de un programa anual en el que voy a recibir formación que aumente mi visibilidad, mi posición estratégica y mi capacidad de liderazgo. En noviembre viajaré durante 3 semanas a la Antártida con las otras 80 integrantes del programa procedentes de 35 países diferentes. Allí recibiré formación más intensiva sobre cuestiones de género y cambio climático y visitaremos varias bases científicas. Dentro de los profesores que viajan con nosotros hay mujeres que han participado en todas las ediciones anteriores —esta es la quinta—, por lo que nos pueden contar cómo ha cambiado el paisaje de la Antártida, ya que es un lugar en el que se aprecian muchísimo más los efectos del cambio climático. Vamos a estar aisladas del mundo exterior porque las comunicaciones son casi nulas, lo que va a permitir que estemos más focalizadas en el programa y creemos un red más sólida con el resto de integrantes. Cuando volvamos estaremos mejor formadas y tendremos más conocimientos sobre estrategias para luchar contra el cambio climático y sus efectos.
- Tengo entendido que usted ha lanzado una campaña de crowdfunding.
- Sí. Está en marcha. El programa te financia un 50% y la otra parte tenemos que cubrirla los estudiantes. Por ello creamos campañas de crowdfunding e intentamos lograr financiación por donación. Además, ofrecemos nuestros servicios tanto para dar visibilidad a marcas, crear contenidos o dar charlas que tengan que ver con cuestiones de género, ciencia y cambio climático.
- Al margen de este programa destinado únicamente a mujeres, el mundo científico, ¿sigue dominado por hombres?
- Sí. La proporción de mujeres que llegan a puestos de profesores de investigación o jefes de departamento es un 10 o un 20%. Aunque hombres y mujeres hayamos empezado al mismo nivel, los que llegan a puestos de liderazgo son hombres. Yo he tenido la suerte de tener una mentora en Nueva York que ha sido una mujer y es jefa del departamento de Enfermedades Infecciosas del hospital de Stony Brook. He tenido un referente femenino, pero hay muchas chicas que no lo tienen, y eso es lo que hay que dejar muy claro, que hay científicas y que se puede llegar arriba aunque cueste mucho. Ahora, en el departamento de Salud también mi jefa es una mujer y la de toda la unidad de preparación de hospitales también es una mujer. Yo tengo suerte de que he encontrado referentes femeninos, mujeres en las que mirarme y tener como referente y que han apoyado mi carrera, pero es verdad que cuesta mucho encontrarlos.
- ¿Te ha pasado alguna vez eso de ser la única mujer en la mesa?
- No me ha pasado nunca. He tenido la suerte de tener mentores femeninos y cuando han sido masculinos siempre han tenido un trato igualitario. Cuando fundamos la Asociación de Científicos españoles en Nueva York la mayoría éramos mujeres. Nosotras tomamos la iniciativa, pero hay barreras estructurales que hacen más difícil que lleguemos y nos mantengamos en esos puestos de liderazgo. Es algo que tenemos que ir cambiando, sobretodo facilitando la conciliación de la vida personal y profesional, que sea más inclusivo.
- En este sentido, ¿están igual las cosas a uno y otro lado del Atlántico?
- Sí. Por ejemplo, en mi anterior trabajo en el departamento de Medicina de Stony Brook sólo había un 6% de jefes de departamento que eran mujeres. Hay un problema. Cuesta llegar a esas posiciones.
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