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A modo de la novela de Eduardo Rojo 'El tren del desamparo', siento que nuestro territorio alavés se encuentra en absoluto desamparo por parte de nuestros dirigentes. Y no me refiero a la atmósfera política española, que se encuentra tan contaminada que resulta muy difícil ... respirar con normalidad. Me refiero a los de aquí, a los locales. En concreto, su ciudad, Vitoria-Gasteiz, huele a desánimo. Es un viejo aroma conocido ya. Estamos ahora en plena campaña electoral que, dicho sea de paso, a parte de gastar grandes cantidades de dinero inútiles, paseos políticos con foto, y soltar diariamente titulares a nuestra querida prensa, no va más allá de convencer a convencidos, a lo suyos. Estamos deseando que se hagan cosas, pero con una línea común, un modelo de ciudad a seguir, con un gran consenso y con arrojo; con proyectos firmes y mirando al futuro, con direcciones y objetivos concretos, a poder ser. No creo que sea tanto pedir. Estamos muy hartos de anuncios majestuosos, ilusión, voces en contra, que siempre las hay, silencio y al final… no se hacen. No vale decir lo de 'modelo de ciudad' si cada cuatro años se anuncia un patrón diferente al anterior.
Nuestros políticos tienen que saber ya, a estas alturas, que esta ciudad se ha caracterizado por el 'no', como he dicho en otras ocasiones: no a lo peatonal, no al tranvía, no al auditorio, no al BAI Center… no a lo que tú digas, no. Yo diré lo mismo, pero en otra legislatura, ahora es no. Mientras tanto, pues vamos gastando en estudios técnicos y cosas así. Sin embargo, proyectos aparentemente ilusionantes como tener el aeropuerto internacional de Euskadi, o que el tren que enlazará con el mundo tenga parada obligatoria en la ciudad, esos sí se quieren (con matices). ¡Ay! Pero estos son de otra enjundia. Hemos tocado hueso. En estos asuntos hay que ver qué dice mi partido, y si me 'dejan' defender o no la idea. Y ahí creo que está parte del problema. Da igual que el mandato venga de Madrid o de Bilbao. Hemos tenido gobiernos municipales y forales de varios colores, y siempre es lo mismo. Sin ir más lejos, y hablando del aeropuerto vasco (Foronda), ahora que ya ni se nombra en los programas, y ahí está la espina, se lo llevó Bilbao, pero cuando vinieron otros, estos ya directamente con mandato de Madrid, prácticamente lo cerraron durante años. Claro está, no faltaron acusaciones mutuas entre los dirigentes, según la época. El resultado de todo este desaguisado no se lo voy a explicar ahora, pues ustedes ya lo saben.
Quizá, la poca osadía que se ve en los políticos locales para defender tal o cual proyecto local ante el gobierno vasco o estatal, o ante sus propios partidos, es producto, en parte, de la falta de empuje de nosotros, los lugareños. Nos quejamos, sí, pero somos poco efectivos. Es por lo que ese aire de desamparo, de que no van a defender los intereses alaveses, de que nos quedamos con lo peor, y lo mejor se lo llevan otros está ahí (sea cierto o no). Es por este carácter local, que necesitamos definir planes con gran consenso y amplitud de miras, qué territorio y qué ciudad queremos. Me dirán que eso ya lo dicen. Sí, lo dicen, pero cada cual propone proyectos 'emocionales'. A lo mejor, sería deseable que prometieran que se van a sentar a hablar y consensuar, por medio de un gran pacto, pautas comunes a corto, medio y largo plazo. Y ya que propongo 'hablar', de paso, recordarles que las lenguas oficiales de este pequeño país al que representan, son dos. Y que los euskaltegis están abiertos con un amplio horario lectivo.
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