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ÁNGEL RESA
Sábado, 16 de febrero 2019, 22:37
Los convocantes proponen, el anfitrión (Nacho Eguizábal en este caso) dispone y la meteorología descompone. El propósito de establecer el diálogo en el exterior de Molinuevo, uno de los cinco campus de Egibide, por la belleza de la fachada y esa especie de oasis dentro ... de la trama urbana lo mandan al sumidero el frío y la lluvia de un lunes desapacible. Así que la charla cordial entre el director de esta red formadora y la fiscal de Menores, Carmen Cotelo, se traslada a las entrañas del edificio. Concretamente a un hermoso salón de actos que resultaría el ejemplo cinematográfico perfecto de un plano picado.
Nacho Eguizábal. Director de Egibide
Carmen Cotelo. Fiscal de Menores
Carmen y Nacho, encantados de conocerse veinte minutos antes, hablan de la juventud actual tan difícil de acotar como todas las generaciones porque cada persona se contiene a sí misma y encierra sus circunstancias. Parecen esperanzados aunque no ocultan que junto a las oportunidades viajan los riesgos. La representante del mundo jurídico, un cascabel vital, destapa el rigor en su discurso. El delegado del ámbito educativo, un hombre tranquilo y de verbo fluido, se fija más en el líquido dentro del vaso que en el cristal vacío. Reflexiones interesantes de dos personas nacidas el mismo año y que, por lo tanto, contemplan el asunto desde una atalaya similar.
- ¿Se puede decir que cada cual ve a la juventud desde un lado de la barrera? ¿El educador se fija en lo bueno y a la fiscal le llegan los problemas?
- Carmen Cotelo: Yo creo que hay una gran diferencia ente nuestra generación y las actuales. Yo jugaba en la calle... No tenía móvil, debía de cumplir unos horarios...
- Natxo Eguizábal: A la hora de entender a las nuevas generaciones me resulta de ayuda intentar acordarme de cómo era yo, qué rebeldías vivía... Aun siendo el contexto tan diferente, las experiencias que viven los jóvenes tienen algo en común con las nuestras. Y al final todo se resume en buscar su sitio en el mundo.
- C. C.: Lo tienen más fácil ahora.
- N. E.: Bueno, no sé. Nosotros, aquí en Egibide, compartimos camino con jóvenes de todo origen. Tengo la sensación de que nosotros tenemos más dificultades que ellos en asimilar que esa diversidad es natural.
- C. C.: ¿Sí? ¿En serio? ¿Crees que a nuestra generación le cuesta asimilar eso?
- N. E.: Yo diría que sí. Para nosotros la diversidad es algo extraño. Incluso la de género, ¿no?
- C. C.: Sí, sí.
- N. E.: Tienes que pasar de la tolerancia a la aceptación y de la aceptación a intentar ver lo positivo en la cultura del otro.
- En su último informe anual la Fiscalía procuraba estopa a madres y padres por la educación familiar en las casas. ¿Hasta qué punto fracasan los tutores naturales y dónde empieza la responsabilidad de adolescentes y jóvenes?
- C. C.: Yo creo mucho en el ámbito que rodea al adolescente y al joven. Me gusta decirlo así, no 'menor'. La familia es importantísima a la hora de lograr un desarrollo personal y el ámbito educativo también. Pero siempre partiendo de que lo que determina es el entorno familiar. Luego, evidentemente, hay fracasos. Como fiscal yo soy la última 'ratio' de todo el proceso de integración o de prosocialización del joven. Cuando se llega a mí es porque todo lo demás ha ido fracasando.
- N. E.: Aquí, en Egibide, recogimos un 'adagio' que me parece relevante: «Para educar a una persona hace falta una tribu entera». Y creo que es verdad.
- C. C.: Sí, sí.
- N. E.: Y cada parte de la sociedad juega un rol. Es evidente que la familia es clave, ¿no?
- C. C.: Claro.
- N. E.: Y que la educación, sobre todo la básica, también lo es. Pero todos educamos, los diseñadores de videojuegos, los medios de comunicación, los jueces con sus sentencias...
- C. C.: Sí.
- N. E.: Cómo los jóvenes se ven reflejados o no en lo que la sociedad adulta les traslada. Si es una sociedad que apuesta por la tolerancia o que apuesta por el orden y la seguridad.
- Queda la sensación de que la juventud de ahora lo quiere todo y que sea ya. Y de no obtenerlo se siente fracasada, aunque las generalizaciones las carga el diablo.
- C. C.: Yo creo que los padres tienen una misión fundamental, que es educar y no ser amigos de sus hijos. ¿Puede llegar la amistad con un padre o una madre? Claro que sí, pero a partir de que la persona se ha establecido en la vida. La figura paterna o materna es de autoridad y de referencia del hijo para darle unos modelos válidos. No olvidemos que los hijos son una responsabilidad. ¿Qué sucede? Que los padres fracasan muchas veces en esa tarea porque no son conscientes de lo que supone educar. Actualmente se peca de que el hijo no cree problemas y para eso se le da todo lo que necesita. Y ahí, para mí, surge uno de los defectos más grandes de esta sociedad: los críos, por la educación que han recibido en casa, tienen una nula tolerancia a la frustración.
- N. E.: No es lo mismo tener once hijos que uno.
- C. C.: Correcto.
- N. E.: Como que el valor que toma esa única persona es mayor, ¿no? Y que no le falta de nada. Y este deseo, que en principio es positivo, también tiene consecuencias en el modo de educar.
- C. C.: Yo te quiero preguntar una cosa que me llama profundamente la atención. ¿Por qué ahora existe desconfianza hacia el profesor?
- N. E.: Creo que esto tiene que ver con el nivel educativo. Yo soy un hijo de una familia humilde. Mis padres no estudiaron.
- C. C.: Como los míos, igual.
- N. E.: Y hablando a veces con ellos me dicen 'para nosotros los profesores del colegio eran personas a las que teníamos un respeto porque eran más formadas'.
- C. C.: Sí.
- N. E.: Yo creo que la universalización de la educación y los porcentajes de formación universitaria tan buenos que tenemos, mal digerida diría yo... En general somos una sociedad más soberbia que la de hace cincuenta años. Todos somos entrenadores de fútbol, todos somos profesores, todos somos periodistas... Es verdad que el nivel cultural ha subido mucho...
- C. C.: Eso es verdad.
- N. E.: Lo que no sé si tanto el desarrollo de la necesaria humildad. Yo diría, en cualquier caso, que la mayor parte de las familias sigue teniendo una relación positiva con los centros. Al menos esa es nuestra experiencia.
- C. C.: Pues me alegro por ello.
- N. E.: Pero también se dan casos muy duros.
- C. C.: Sí, muy duros.
- Estas generaciones tienen un acceso inmediato y sin límites a las redes sociales. ¿En qué les beneficia la tecnología y hasta qué punto les perjudica en su desarrollo personal?
- N. E.: Las redes sociales acrecientan los riesgos y también las oportunidades. Lo que antes se cocía en mi relación con doce a través de los contactos personales y el teléfono de casa ahora puede llegar a cientos o a miles.
- C. C.: Ese es el problema.
- N. E.: Ese es el problema y la oportunidad.
- C. C.: Tú me estás contando, Nacho, el lado bueno de las redes sociales. Pero el que veo yo es el malo. Y en muchos planos. Por ejemplo, el 'buyilling'. Antes, la persona que lo sufría al salir de ese ámbito escolar se olvidaba en cierta manera de esa presión que le estaban haciendo en el aula y podía, en cierto modo, vivir más tranquila. Pero las redes sociales hacen que ese acoso sea todavía peor. Otra figura. Una red social mal aplicada para el desarrollo sexual del adolescente puede hacer daño, no, lo siguiente.
- N. E.: Los riesgos están ahí. Eso es evidente.
- C. C.: Claro. Y como yo veo el lado del riesgo, para mí la utilización ha de ser siempre supervisada por los padres. Si bien es cierto que la legislación española reconoce el derecho a la intimidad del menor, cuando existen riesgos se debe intervenir por parte de los padres. Es muy fácil dar a tu hijo de diez o doce años un 'smartphone' para vivir tú más tranquilo. Pero asume lo que eso tiene.
- N. E.: Estoy de acuerdo en que las familias tienen que ofrecer esa tecnología a los críos y las crías cuando son capaces y nunca por razones de beneficio personal.
- C. C.: Ahí, ahí estamos.
- N. E.: Es que así lo tengo controlado porque pongo el GPS y entonces ya sé dónde está.
- C. C.: ¿Y no te parece que esa excesiva protección de los padres hacia los hijos...?
- N. E.: Por otra parte refleja una falta de confianza hacia los hijos. En el mundo educativo también se están poniendo ahora muy de moda algunas plataformas que te permiten ver a tu hijo mientras está en la guardería. Y yo haría también un llamamiento a que los adultos nos autocontrolemos.
- C. C.: Sí, sí, por supuesto.
- N. E.: Porque también es una muestra de falta de confianza hacia el centro educativo.
- C. C.: Totalmente. Deja al chaval que vuele un poco. Que ya se caerá, pero para eso estás tú. Le recoges, le ayudas y le explicas.
- N. E.: A veces caer también significa que fracasen, ¿verdad? Tú hablabas de la intolerancia al fracaso. ¿Y cómo se aprende la tolerancia?
- C. C.: Fracasando.
- N. E.: Fracasando.
- C. C.: El problema es que no le dejamos fracasar.
- N. E.: Entonces, que fracasen.
- C. C.: Claro, que es sano.
- N. E.: Porque es un antídoto para los años que vienen.
- C. C.: Correcto.
- N. E.: Y no pasa nada. Que un año en la vida...
- C. C.: No es nada.
- N. E.: Qué nos van a decir a nosotros.
- C. C.: Amén.
«Somos una sociedad más soberbia que la de hace 50 años y no se desarrolla la necesaria humildad»
«¿Ver a tu hijo mientras está en la guardería? Pido a los padres que se autocontrolen»
«Dejemos a los chavales que fracasen porque es un antídoto para los años que vienen»
«Los padres fracasan muchas veces porque no son conscientes de lo que supone educar»
«La legislación reconoce el derecho a la intimidad del menor, pero los padres deben intervenir en sus redes cuando hay riesgo»
«Cuando se llega hasta mí es porque todo lo demás ha ido fracasando»
- Álava es territorio de acogida. La experiencia que tengo con mis sobrinos es que les gusta salir, pero también quieren volver. Las instituciones, y no sólo las públicas, debemos esforzarnos por dar una buena formación. Si somos punteros habrá pelea por el talento. Pienso que lo que hacemos bien aquí es trabajar el orgullo de ser de aquí. Hay un cierto sentido de pertenencia y de vivir bien en esta tierra
- Sí, eso es verdad. Lo que me llama profundamente la atención de amigas mías, sobre todo del ámbito sanitario, es cómo Europa quiere a nuestras profesionales. Les ofrecen unas condiciones que aquí nunca van a tener. Pero en el fondo están deseando volver.
- Claro, hay añoranza.
- Sí, sí, muchísima.
- Yo creo que no lo estamos haciendo mal. Soy optimista. Aunque sí me parece que hay un reto global, que es el tema de la desigualdad.
- Los salarios. No hay manera. Les ofrecen el doble fuera. Al final es el poder monetario el que hace que exista esa fuga de cerebros.
- Nuestro país tiene fugas.
- Y también hacia adentro.
- Eso. Y entradas desde... Hay cuestiones que tienen que ver con los valores. Si tu proyecto de vida es salarial y vas donde más te pagan, pues... Pues igual ese es un talento que no importa tanto que se nos fugue.
- Sí, señor, en eso tienes mucha razón.
- Pero el talento de la persona solidaria y apta en su profesión que es capaz de pensar en un proyecto colectivo... Tendremos que valorar en el sistema educativo si queremos formar a personas ultracompetentes que busquen el estrellato mundial...
- Uff.
- O si buscamos personas competentes y capaces de entablar un proyecto solidario.
- Yo me quedo con estas.
- Pues estas son las que tenemos que retener.
- Hay que trabajar en los principios de derecho natural.
- Esto es lo que nos va a salvar de problemas legales. Y sobre todo lo que va a generar mayor cohesión social. En este sentido somos también una tierra de la que aprender. Aunque es verdad que últimamente los informes PISA dicen que nuestro sistema educativo en algunas competencias no mejora lo suficiente, también es cierto que nuestros indicadores de cohesión son los mejores de España, sin ninguna duda, y bastante mejores que los de muchos países europeos.
- Pues mi enhorabuena, Nacho.
- Esto es un logro social. Es porque la sociedad respalda que nuestro sistema educativo no sea segregador ni arrincone a...
- Por ser de...
- Asume que tiene que crecer en cohesión. Y esto es muy importante.
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