![El 36% de los edificios del Casco Viejo de Vitoria no tiene la Inspección Técnica al día](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/03/22/lead-edificios-vitoria-1200x840opt.gif)
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Los achaques que padece el Casco Viejo son los propios de su provecta edad. Pero el barrio también presenta muchas patologías crónicas, de esas que no se curan de la noche a la mañana y que precisan de constante cuidado, de estrecho control para evitar disgustos como el aparatoso incidente que tuvo lugar la semana pasada, cuando se vino abajo el techo de un bar de la Zapatería mientras la clientela disfrutaba de la noche del jueves. Hubo diez heridos y todo apunta a que el origen del colapso se encuentra en unas filtraciones. Prever este tipo de graves sucesos no resulta nada sencillo. Sin embargo, la Inspección Técnica de Edificios (ITE) es capaz de realizar un diagnóstico de su estado y prevenir males mayores. El problema es que, a pesar de su delicada salud, algunos de los inmuebles de la almendra todavía están pendientes de someterse a este chequeo o no han recibido el tratamiento adecuado tras detectarse su dolencia.
La ley es clara. La ITE, el equivalente de la ITV de los coches, es un trámite obligatorio para todos los edificios construidos o reformados íntegramente hace 50 años o más. En esa situación se encuentra prácticamente la mitad de los inmuebles del Casco Viejo de Vitoria. De los 825 edificios que allí se levantan, 425 tienen más de medio siglo Sin embargo, según los últimos datos publicados por la sociedad municipal Ensanche 21, el 36% no tiene la Inspección Técnica al día. El porcentaje es inferior a la media global de Vitoria, donde solo un 19,8% de las comunidades incumple la normativa.
Los registros reflejan que la 'almendra' tiene 90 bloques con la ITE caducada (9) o pendiente de pasar (81), a los que hay que sumar los 196 en los que, tras realizar una inspección, se detectaron problemas que no se han subsanado todavía. Este sería, según los datos municipales del Observatorio de la Vivienda de Ensanche 21, el caso de los números 84 y 86 de la calle Zapatería, levantados en 1953 y 1948, donde se ubica el bar donde el jueves de la semana pasada se produjo el derrumbamiento.
825
Fuentes municipales consultadas por este diario matizan, no obstante, que los 196 edificios registrados como pendientes de subsanación «son aquellas comunidades a las que les falta algún documento o no tienen la ITE superada de forma satisfactoria». En la Inspección Técnica de Edificios, los especialistas (solo arquitectos o aparejadores pueden efectuarla) realizan un chequeo completo a la salud de los inmuebles, comprueban el estado de la cimentación y la estructura, de las fachadas interiores, exteriores, con especial énfasis en el análisis de elementos como cornisas, salientes y vuelos que, a consecuencia de su deterioro, puedan ocasionar desprendimientos y suponer un peligro.
En Euskadi, el resultado de este chequeo ha de ser publicado en Euskoregite, el portal para la información y gestión de la Inspección Técnica de Edificios del departamento de Vivienda del Gobierno vasco. El último informe del organismo, del pasado diciembre, recoge que las comunidades alavesas se encuentran a la cola a la hora de cumplir con este requisito. Solo el 47,83% de los 13.228 bloques que en Álava están obligados a presentar la ITE lo han hecho, mientras que en Bizkaia el porcentaje alcanza el 53,37% y en Gipuzkoa, el 55,26%.
Las cifras sobre la ITE de los edificios del Casco Viejo están en la línea de lo que ya advertía un informe encargado por el propio Consistorio a una consultora externa, Paisaje Transversal. En él, los urbanistas reflejaban que la almendra tiene 140 edificios que precisan de una reforma integral. No todos presentan el mismo estado de conservación. Según el diagnóstico, 13 inmuebles se encuentran en situación «ruinosa», 14 en «mal estado» y algo más de un centenar están identificados con la condición de «regular».
58,3
años es la antigüedad media de los edificios de la 'almendra'. 425 se construyeron (o reformaron en su totalidad) hace más de medio siglo. Las viviendas tienen una superficie media de 71,4 metros cuadrados, aunque la inmensa mayoría no supera los 50 metros. En cada una residen 2,1 personas, según los datos municipales.
Aunque estos edificios jalonan toda la 'almendra', la mayoría de los que tienen un estado de salud más preocupante (más de la mitad, el 58% tienen estructura de madera) se encuentran al norte, según el documento de trabajo que está sirviendo como «base», señalan fuentes de Urbanismo, en la elaboración del nuevo Plan Especial de Rehabilitación Integrada (PERI) del Casco Viejo del que se está encargando este mismo estudio. El jueves, en una reunión en la que arquitectos expusieron puntos de vista y esbozaron ideas sobre cómo debería adaptarse ese nuevo plan especial que, si se cumple le calendario previsto, podría estar listo en 2025. En ese foro, una de las apuestas que lanzaron los expertos pasa por hacer frente a uno de los grandes problemas de la almendra: la estrechez extrema de sus parcelas.
Juan Adrián Bueno es una de las voces más autorizadas sobre el Casco Viejo, es uno de los padres del todavía vigente PERI y conoce la almendra como la palma de su mano. El arquitecto apuesta por superar las actuales ordenanzas «muy ñoñas y pazguatas» y permitir flexibilizar la normativa, para facilitar la mezcla de usos «como ya ocurría en el origen gremial del Casco Viejo, con talleres y viviendas». Bueno está convencido de que hay que lograr que las viviendas del barrio «tengan los mismos servicios que las de Lakua o Zabalgana, no puede haber vitorianos de primera y de segunda». Sin embargo, es difícil -a veces, directamente imposible- que los vecinos de unos edificios tan antiguos puedan disponer del mismo grado de accesibilidad que en un edificio moderno: sencillamente, en muchos de los angostos bloques no cabe un ascensor.
La solución por la que apuesta Bueno y que respalda un buen número de arquitectos pasa por reorganizar y reagrupar edificios, de modo que las parcelas sean más grandes. Eso implicaría, claro está, poder demoler algunos bloques, un asunto espinoso, «pero a lo que no habría que tener miedo porque lo que hace del Casco Viejo una joya es su morfología».
«Hay edificios sin ningún interés que se podrían derribar», añade, en esa misma línea, Fermín Alaña. Además de arquitecto, es vecino del barrio y llama a «superar la lotización medieval» de la almendra. Ese es el término técnico que describe esas parcelas tan estrechas, con edificios con un vecino por planta, lo que limita muchísimo realizar cualquier tipo de reforma, por perentoria que sea. «Hay comunidades con solo dos o tres habitantes, lo que hace que les sea imposible que puedan afrontar una rehabilitación integral», señala. «Junto con el exceso de normativa, que condiciona cualquier proyecto de rehabilitación, la precariedad de los vecinos es lo que impide poder rehabilitar en condiciones: este es un barrio pobre», añade por su parte el arquitecto y urbanista Julián Velasco, que tiene su estudio en la Cuchillería.
Con todo, los arquitectos defienden que para solucionar los problemas del Casco Viejo sería «fundamental» resucitar una oficina de rehabilitación con el espíritu de la extinta Arich. «Consiguió renovar el parque inmobiliario. Con una oficina de este tipo y con una normativa más flexible, se podría abordar el gran reto: promover un tipo de edificios que atraigan al caso a personas que demanden viviendas de calidad media y alta», destaca la junta directiva de la delegación alavesa del Colegio de Arquitectos Vasco Navarro (COAVN).
De hecho, se calcula que desde 1980 y hasta 2008 se logró rehabilitar casi la mitad de las viviendas del Casco Medieval. Sin embargo, en los últimos años el número de actuaciones integrales en el barrio ha caído de forma considerable. En todo 2023 hubo 9 reformas integrales, según los datos de Ensanche 21. Sin embargo, el concejal de Urbanismo, el socialista Borja Rodríguez, recuerda que desde 2022 hasta 2025 hay consignados 3,6 millones de euros para «rehabilitar edificios residenciales que se reflejen en mejoras de la calidad de vida de los residentes».
Cada día es más cómodo llegar hasta allí, con modernas rampas y elevadores que –al menos cuando funcionan, que no es ni mucho menos siempre– permiten a los vitorianos llegar a lo más alto del Casco Viejo. Sin embargo, la accesibilidad es una de los grandes carencias del barrio. La inmensa mayoría de los edificios carecen de ascensor: los datos municipales reflejan que el 70,4% de las viviendas (3.040) no cuentan con él. Un informe previo al Plan Especial de Rehaiblitación Integrada de la consultora Paisaje Transversal, que se está encargando de la redacción del plan tiene identificados más de una veintena de edificios donde se podrían instalar este tipo de elementos, en algunos de ellos en el exterior de los bloques.
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