Manolo García: «Veo disparates y me refugio en mi mundo»
Manolo García | Cantautor ·
Tiene cita en el Buesa el 3 de mayo dentro de la primera gira en su carrera a base de conciertos acústicosSecciones
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Manolo García | Cantautor ·
Tiene cita en el Buesa el 3 de mayo dentro de la primera gira en su carrera a base de conciertos acústicosDice Manolo García (Barcelona, 1955) que sale de casa preparado para el fin del mundo. «Siempre llevo un libro en la mano por si hay un apocalisis. Si me quedaran dos horas, me sentaría en un banco y me pondría a leer», cuenta entre risas. ... El que fue cantante de El Último de la Fila, una de las voces más inimitables de la música española, visitará el Buesa Arena el viernes (21.00 horas, 35,50-55 euros) con su primera gira acústica. El artista habla de manera directa. Lo mismo suena agradecido por llevar tantos años en primera línea que tuerce el tono y se indigna al pensar en los políticos. Aun así, en su conversación siempre se cuela algo de esperanza. Como si se hubiera aplicado eso que dice en uno de sus éxitos 'Nunca el tiempo es perdido'. En realidad, la hipérbole de los libros y el apocalipsis son la manera que tiene de decir que solo en las artes encuentra refugio.
- Siempre se le ha visto inquieto, le gusta cambiar de banda, no acomodarse y probar. ¿Qué tiene la gira acústica?
- Para mí la novedad de trabajar en acústico, siempre he girado de la manera roquera o popera desde el año 81. Siempre he hecho conciertos eléctricos y sé que no invento la sopa de ajo, pero en mi sonoridad hay un cambio porque ahora trabajamos con guitarra acústica, española, bandurria, acordeón, violín…
- Sus conciertos eran más roqueros en directo que en los discos.
- Sí. Generalmente en concierto me pasa como les pasaba a El Último de la Fila anteriormente. Soy más roquero en directo que en los discos. Endurezco el sonido. No puedo decirte por qué pero es así. Mi tendencia es muy guitarrera. Siempre me ha gustado una diversidad de bandas americanas y cañeras. Luego es verdad que hago más pop-rock pero no hasta los límites finales. Ahora lo que hago es todo lo contrario: un concierto tranquilo con el público sentado. Nunca lo había hecho y en los conciertos que he hecho me lo he pasado y me lo paso muy bien porque puedo cantar mejor, me oigo mejor cuando canto y hay menos estruendo (risas).
- ¿Cuáles son esas bandas que le gustan?
- Hay de todo. Me gusta Wilco, Green Day, Smashing Pumpkins... Led Zeppelin es una de mis preferidas por mi edad… Siempre me han gustado las sureñas como Allman Brothers. También los discos más conocidos de Dire Straits, J. J. Cale, la guitarra de Triana, pero también todo tipo de guitarra.
- ¿Siempre ha habido española en sus discos?
- No he dejado nunca de incorporarla a mis discos porque tiene algo muy cálido. Tiene algo muy ardiente y que también se vio en esa parte que llamo rock o pop español de los setenta, ochenta, de bandas como Los Brincos o Los Modúlos.
- ¿También grupos vascos? Es amigo de Ruper Ordorika...
- De Ruper Ordorika, además de amigo, me encantan sus canciones y sus textos. No entiendo en euskera, pero en varios discos suyos las traduce al castellano y soy fan, de verdad. Y luego de los grupos que han salido antes de Fito: Platero y Tú y bandas roqueras, no tan cañeras, siempre me han gustado. Y en el llamado rock radikal vasco había una declaración de principios: gente muy brava como Kortatu, La Polla Records, bandas que no tenían que ver con lo que se hacía. Eso siempre me ha gustado. Han sido bandas alternativas. A nivel musical hoy priman unas fórmulas televisivas, a respetar, pero que no puedo compartir.
- Otra de sus facetas es como pintor. ¿Lleva el caballete a los viajes?
- Llevo una libreta de un palmo y medio por un palmo, una cajita de lápices y una goma de borrar. Con todo eso trabajo. A veces me llevo acuarelas. Últimamente me da por dibujar solo. En la última gira, en cada ciudad a la que iba hacía como mínimo un dibujo y con lápiz soy bastante rápido, luego lo uso como boceto para futuros cuadros. Para mí es importante seguir haciendo, no paro. Y es muy importante la parte plástica. En general, lo que me proponen para divertirme no me interesa. Yo era el tío raro de la clase. Lógicamente ni peor ni mejor, pero iba a mi bola. No me gustan las pantallitas. Llevo siempre mis cuatro o cinco libros en mi maleta y siento que la vida tiene algún sentido; si no pienso que todo es un coñazo.
- ¿Qué libros no faltan?
- Estoy releyendo 'La carretera' de Cormac McCarthy, un autor tenebroso con libros muy bonitos. Estoy acarreando 'Las flores del mal' de Baudelaire y Montaigne, que pesa un huevo. Si salgo cuatro días, llevo en la maleta cuatro calzoncillos y siete libros... (risas) Siempre llevo un libro en la mano por si hay un apocalipsis final. Si quedaran dos horas, me sentaría en un banco y me pondría a leer.
- Si su pintura bebe del surrealismo, ¿de qué respiran las canciones?
- Si tengo que etiquetar mis propias canciones, soy un cantautor que canta sus pequeñas quimeras, despropósitos, desvaríos mentales. Y cuando la energía aflora, tanto en pintura como en música, es cuando empiezo a escribir algo, empiezo a tararear. He de cantar lo que necesito decir que al final es fruto de mi imaginación desbordada. Escribo páginas y más páginas del mundo que me rodea.
- ¿Se indigna?
- Cuando ves a exministros directivos de la industria energética, cuando alguien habla de un impuesto al sol... Nos toman por gilipollas. Veo disparates y me refugio en mi mundo para ponerle música. Cuando las canciones pasan mi criba musical, me gusta ver que hay personas que comparten esa idea o ese sinsentido, ese algo no real.
- Se ha dicho que se considera un obrero de la música.
- Porque pico mucha piedra. No me conformo. Me hago unas cuarenta canciones para cada disco y hay muchas que van quedando a medio camino… las dejo reposar y al cabo de dos meses decido. Luego sigo trabajando y a lo largo de un año me he trabajado sesenta ideas. Eso es picar piedra, eso es ser obrero.
- Hace una década dijo que lo que le ocurre a España es que «la gente pudiente vive mejor que nunca, la gente con problemas de economía y de paro peor que nunca». ¿Se reafirma?
- No sería la misma respuesta, eso se ha acentuado. Un ejemplo sencillo: la precariedad laboral, las posibilidades de la gente joven. Esa cosa tan aburrida que se escucha de la generación mejor preparada que acaba como camarero en Belfast, repartiendo pizzas en Berlín… Eso da la medida de cómo trabaja el cuerpo político de este país y de su poca dignidad. No hay que rescatar a los que más tienen sino a las personas con problemas reales. ¿Por qué permiten que se trabaje 12 horas por 600 y 700 euros? Son los políticos los que arbitran el juego.
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