Medio año después de que el Congreso de los Diputados aprobara el estado de alarma más largo de la democracia, Álava ha vivido este sábado, 8 de mayo, la última jornada de restricciones, de la que se ha despedido a medianoche. Acompañados de unas ... temperaturas totalmente veraniegas, los ciudadanos se han lanzado a la calle para disfrutar del último día en el que han estado vigentes el toque de queda, que se ha respetado en Vitoria de forma generalizada-, así como las limitaciones a la movilidad, el límite a las reuniones sociales y el horario restringido de la hostelería, que ha vivido su último día de cierre a las ocho de la tarde. En definitiva, toda una serie de medidas que se adoptaron para intentar frenar los contagios de coronavirus. A continuación, detallamos cómo se han vivido en la capital alavesa las últimas horas de este instrumento de excepción constitucional y los primeros compases del nuevo escenario que se ha abierto este 9 de mayo.
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Un coche patrulla de la Policía Local de Vitoria, alertado por el volumen de la música, ha llegado a la Virgen Blanca al filo de las 0.45 horas. Poco después, entre silbidos, se ha tenido que marchar. La concentración de jóvenes en ese punto no es un botellón, apenas se puede ver alguna lata de cerveza que otra. Simplemente, están reunidos en la plaza. De momento, y a expensas de lo que pueda pasar en las próximas horas, reina la tranquilidad en la ciudad.
En el parque de La Florida se escuchan petardos y hay grupos de gente muy, muy, joven que se han dado cita ahí. «Ya era hora», cuenta Oier, rodeado de sus colegas, con trap sonando por los móviles. «Hay quedada», aseguran. A estas horas, también hay grupos concentrados en la Virgen Blanca; todos ellos de gente bastante joven. Son, en su mayoría, adolescentes. En la céntrica plaza vitoriana, desde un balcón, alguien está pinchando música a todo volumen. Hay ganas de fiesta. En el centro neurálgico de Vitoria se escuchan cánticos, tipo «toque de queda, lorolololó». Es una quedada espontánea, aunque en la Virgen Blanca hay como 200 personas.
A las doce en punto de la noche ha decaído el estado de alarma, por lo que han desaparecido también el toque de queda y los confinamientos perimetrales. A esa hora, en algunos puntos de Vitoria, en especial en el Casco Viejo, se han podido escuchar hasta cinco cohetes a modo de celebración por el levantamiento de las restricciones. Minutos después, en los aledaños de la almendra medieval, los vecinos ya han podido oír los gritos de alborozo de algunos jóvenes que han salido a la calle. En el barrio de Santa Lucía se han escuchado varios cánticos para celebrar el fin de los toques de queda. Mientras tanto, en las inmediaciones del polígono industrial de Oreitiasolo también se han escuchado cochetes y la música 'a todo trapo' que salía del interior de los vehículos de algunos conductores, que han retomado su costumbre de circular a gran velocidad y derrapar por esa zona de la ciudad.
Los vitorianos han respetado el último toque de queda de forma generalizada. Con todo, basta con aguzar el oído, con echar la vista a ventanas y balcones para reparar en que la 'fiesta' que se acabó a las 20.00 de la tarde en los bares ha seguido hasta ahora en algunas casas.
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La Ertzaintza y las policías locales trabajarán para que se respeten y cumplan las nuevas medidas sanitarias que entran en vigor a las doce de esta noche, por lo que establecerán controles y vigilancia. Desde la Policía autonómica se remarca que no se puede consumir alcohol en la calle, de tal modo que se mantiene la prohibición del consumo de alcohol, tanto en la vía pública, como en recintos exteriores o en reuniones tipo «botellones» o «no fiestas». De igual modo, la Ertzaintza recuerda que queda prohibido «cualquier tipo de actividad en los txokos, sociedades gastronómicas, lonjas y similares, que deberán permanecer cerrados». La Policía Local de Vitoria, por su parte, ha recordado a través de las redes sociales cuáles son las principales medidas en vigor desde este domingo para hacer frente al coronavirus.
Una hora más tarde del último toque de queda, las calles del centro de Vitoria están desiertas. Resulta especialmente llamativa la total ausencia de patrullas policiales en puntos como en la plaza General Loma, en la plaza del Arca, junto al Caminante o en la plaza de Los Fueros, puntos de control habituales durante el estado de alarma.
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Dan las 22.00 horas y las calles del centro de Vitoria se vacían. Los repartidores de comida a domicilio esquivan a algún que otro rezagado que, con calma, va camino de casa para recogerse. «Es una tontería que nos tengamos que meter ahora en casa y que a las doce sí podamos salir: yo creo que esta noche la Policía no va a poner multas... total, para dos horas», razona Eder, en la Virgen Blanca. Y lo cierto es que, a estas horas, la presencia policial es bastante más reducida en el centro que cualquier otro día.
La policía patrulla continuamente por el centro de Vitoria sin necesidad de intervenir. En los bancos de la Virgen Blanca, en el graderío de Los Fueros, los grupos de jóvenes todavía se hacen los remolones cuando el último toque de queda está al caer. Se ven grupitos aquí y allá cargados de bolsas llenas de botellas. Es evidente que las ganas de fiesta se va a trasladar esta noche a las casas, aunque pocos lo admitan. Crystal, Sofía y Jennifer, con una bachata sonando a todo trapo, no se esconden. «Escribe, escribe, papi... vamos a beber ahora en mi casa y después saldremos y nos iremos al parque, aunque no se pueda beber, a bailar y disfrutar de la noche. Ya tenemos ganas de estar libres».
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A una hora del toque de queda, Vitoria se resiste a encerrarse en casa. Paseo arriba y abajo por la calle Dato, con un helado, el personal apura esta tarde de verano anticipado. Frente a Correos, Estíbaliz y sus amigas, vestidas de flamencas, celebran su despedida de soltera. «Habría estado mejor haberlo dejado para la semana que viene pero ya nos hemos acostumbrado a esto de volver a casa a las diez de la noche», comentan, con Niña Pastori de fondo.
Una vez cerrada la hostelería, son muchas las cuadrillas de amigos que permanecen en la calle. Mientras la Cuchillería está a rebosar, en otros puntos de la almendra medieval, como la calle Pintorería y la plaza del Matxete, la gente comienza la retirada. Eso sí, donde se están dejando ver muchas cuadrillas es en las tiendas de alimentación y en los supermercados que permanecen abiertos; no sólo en el centro, sino en los barrios de la capital alavesa. En las improvisadas listas de la compra, figura mucha cerveza y otras bebidas alcohólicas, refrescos, 'snacks', pizzas, aceitunas y todo aquello que permita realizar una cena rápida en casa con la familia o los amigos.
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Con los bares ya cerrados, el Casco Viejo sigue siendo un hervidero. Grupos de jóvenes están concentrados en el entorno de la Cuesta, que ofrece una estampa muy similar a la que podría darse cualquier sábado prepandemia. Corren los 'katxis' de cerveza de mano en mano, de boca en boca. «Hay un ambiente como de fiesta, ahora vamos a dar una vuelta, vamos a seguir bebiendo y después, a las 0.00, saldremos: hoy habrá ambientazo aunque no se pueda hacer nada», comentan Markel y Rakel.
Con las terrazas ya recogidas desde hace más de una hora, muchas familias con niños pequeños apuran los últimos minutos antes de que anochezca para disfrutar de unos momentos de asueto en plazas y zonas ajardinadas de la ciudad. Es el caso del parque del Este, en Salburua, donde los más pequeños disfrutan de los columpios en un ambiente de calma y tranquilidad antes de regresar a casa.
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El buen tiempo ha invitado a los alaveses a disfrutar al aire libre de las últimas horas con el toque de queda y la movilidad y las reuniones sociales reducidas. Con la hostelería ya cerrada, muchos ciudadanos se resisten a meterse en casa y han optado por aprovechar el calor reinante -a estas horas los termómetros marcan todavía 25 grados en Vitoria- para dar un paseo antes de regresar a sus hogares. Quienes sí están volviendo a casa son aquellos que han pasado la jornada en el pantano, así como en las instalaciones del Estadio y del BAKH, la ciudad deportiva del Baskonia. Esos han sido tres de los rincones donde muchos han aprovechado para tomar el sol. Muchos jóvenes, sobre todo veinteañeros, se han dejado ver también esta tarde por las campas de Olárizu.
Como un resorte, a las 20.00 horas, puntuales, los bares de la Cuchillería han empezado a recoger mesas y sillas. Los camareros han ofrecido vasos de plástico para que la clientela apurara el trago. Con las persianas ya bajadas, alguno se hizo el remolón en grupos. ¿Y ahora? «Nos vamos a casa y después, a las 0.00 saldremos un rato a dar una vuelta», comentan Imanol y Asier. «Ya hay ganas de salir tranquilos».
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Faltan diez minutos para que los bares echen la persiana y en las terrazas de la Cuchillería, el personal está lejos de apurar sus tragos. «Es una faena que nos tengamos que marchar, con lo a gusto que estamos», comenta Maddalen que, como el resto de sus amigas, hace rato ya que se retiraron la mascarilla. Ahora, la pregunta omnipresente es ese «¿Y después qué?».
La Ertzaintza y las policías locales de Euskadi trabajarán para que se respeten y cumplan las nuevas medidas sanitarias que entran en vigor a las doce en punto de esta noche, por lo que establecerán controles y vigilancia para evitar los incumplimientos del Decreto del lehendakari, Iñigo Urkullu, publicado este sábado en el Boletín Oficial del País Vasco. El Departamento de Seguridad recuerda que, a partir de esta medianoche, no existen restricciones al desplazamiento territorial ni limitación horaria para la movilidad nocturna, mientras que la agrupación de personas no está limitada, excepto para aquellas actividades expresamente establecidas como la hostelería. De igual modo, la Ertzaintza remarca que no se puede consumir alcohol en la calle, de tal forma que se mantiene la prohibición del consumo de alcohol, tanto en la vía pública, como en recintos exteriores o en reuniones tipo «botellones» o «no fiestas».
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A una hora del cierre de bares y restaurantes, el último a las 20.00 horas, las terrazas de Vitoria hierven. Con una temperatura que frisa los 28 grados, cunden los gintonics y la espuma de cerveza. «Vamos a aprovechar hasta el final, es una pena tener que irnos», asegura Aintzane, que comparte tragos con sus amigas Gloria, Sara y Zuriñe. «Hoy no nos echan ni con agua caliente».
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