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La Diputación alavesa no renuncia a la idea de abrir una residencia especializada en cuidados paliativos, un espacio que aunaría atención médica y social a personas que se enfrentan al final de la vida y que ahora no existe en Álava. Según han confirmado fuentes ... del Ejecutivo foral a EL CORREO, están en contacto con la asociación de cuidados Babespean «para ver cuál es la fórmula y la ubicación elegida para la puesta en marcha de este recurso». No será en el viejo convento de las Brígidas, cerrado hace 17 años y propiedad del Obispado, ya que esta institución ha rehusado participar en la pionera 'Casa de los Cuidados-Zaintzen Gunea' por diferencias con los otros promotores acerca de la eutanasia, un derecho fundamental amparado por ley en España desde marzo de 2021.
Ese fallido proyecto estaba diseñado para doce pacientes con enfermedad muy grave y avanzada y contemplaba implicar a alumnos de Egibide de ramas sociosanitarias. La casa aspiraba a ser «un referente nacional en materia de formación, investigación y cuidados e innovación social ligada a la atención de personas en el final de su vida y a sus familiares». Pero hoy es agua pasada, aunque la Diócesis no renuncia a dedicar el viejo convento a un fin relacionado con la salud o trasladar a ese edificio de la calle Vicente Goicoechea la actual escuela de hostelería de Mendizorroza, que gestiona Egibide.
Mientras tanto, los responsables de departamento de Políticas Sociales que dirige ahora Gorka Urtaran y la agrupación sin ánimo de lucro Bapespean, con gran prestigio nacional por su trabajo en el campo de los cuidados, barajan diferentes opciones. Por un lado sopesan reservar a este tipo de servicio unidades enteras de las nuevas residencias que promueve la Diputación (tipo Arabarren) y por otro existe la posibilidad de dedicar plazas para este tipo de atención especializada en varios geriátricos de la red actual. En cualquier caso, se necesita la participación de la Administración foral y de Osakidetza. Es decir, un convenio para la creación de un nuevo espacio sociosanitario. Y es que se trata de ofrecer a los futuros usuarios un tipo de atención que no es posible ahora en un entorno hospitalario y tampoco en una residencia al uso.
Hasta hace tres años, este tipo de atención estaba concertada con la antigua Clínica Álava, pero tras un cambio en la gerencia, a cargo ahora de IMQ Igurco, dejó de tener médico y enfermera las 24 horas del día, lo que complica la atención a estos enfermos. Llegó a contar con 20 plazas para las que no hay en estos momentos alternativa.
Cada año 700 alaveses requieren de un tipo de atención especializada que les ayude a hacer más llevadero el sufrimiento físico y psíquico que supone enfrentarse a los últimos meses de su vida. Existe un equipo de médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadora social que se coordina con los centros de salud, hospitales y residencias para atender a estas personas y sus familias, muchas veces en sus domicilios.
Es un servicio especial que da soporte a Atención Primaria y a la hospitalaria con camas propias en el HUA Santiago. La cuarta planta del pabellón A cuenta con diez habitaciones dobles para este tipo de pacientes. Lo ideal es que no tengan que compartir el espacio, pero en ocasiones, con alta carga asistencial, dos enfermos y sus familias están en la misma habitación pese a que se trata de unos momentos sumamente delicados. No todos estos procesos son inminentes y aunque un hospital de agudos no está preparado para las largas estancias, se han dado situaciones en las que personas en situación muy frágil y que necesitan cuidados sanitarios específicos han permanecido ingresados en estas unidades más de tres meses.
Sin la alternativa de IMQ Igurco, la segunda opción es Leza, pero es un hospital comarcal que también está tensionado. Además, no todos los familiares de esos pacientes tienen disponibilidad de desplazarse a diario desde Vitoria para poder ver a sus seres queridos.
En este contexto, los expertos en cuidados paliativos ven con muy buenos ojos cualquier nuevo recurso, aunque no resuelva de un plumazo una demanda en aumento, muy ligada al envejecimiento de la población. Y las familias, según explican los sanitarios que se dedican a este campo de los cuidados, cada vez tienen menos posibilidades de atender a los pacientes en sus domicilios.
Ante esta evidente falta de recursos, Babespean acogió con entusiasmo el proyecto de las Brígidas, pero en medio de esto se ha cruzado la eutanasia. La institución que preside el obispo, Juan Carlos Elizalde, le dio carpetazo hace unas semanas. «Esta Diócesis ha querido que fuese con garantías acordes a una praxis futura que fuese en la línea de la antropología cristiana en el final de la vida, sobre todo con lo referido al polémico tema de la eutanasia, línea roja para seguir adelante». Y añadió: «La indefinición de Babespean a este respecto ha hecho que no sea posible el acuerdo».
Portavoces de Bapespean, integrada por médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales y profesionales de otras disciplinas expertos en cuidados paliativos y en compasión, lamentaron que Vitoria perdiera un proyecto «muy interesante». Fueron muy críticos con el Obispado, al que acusaron de poner «excusas», y lamentaron que «uniese los cuidados paliativos con la eutanasia, porque hace mucho daño a la sociedad y dificulta que los ciudadanos obtengan un derecho sanitario básico, que es el de ser cuidado hasta el final de la vida».
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